El ayuno



Tomado de “Notas sobre Mateo” por Wayne Partain


No se impone sobre la iglesia el ayuno formal

Jesús no requiere que ayunemos, ni tampoco lo prohíbe. Mat. 6:16-18 condena la hipocresía. El ayunar -- un acto que debe ser para agradar a Dios -- no debe practicarse para impresionar a los hombres.
Mat. 9:15, el ayunar tiene que ser apropiado. "¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán". Hay tiempo apropiado para ayunar. Debe ser expresión natural de los sentimientos el alma. Es por esto que el Señor no lo manda. La persona que verdaderamente se siente afligida ayuna (la tristeza le obliga a ayunar), pero ¿cuántas personas podrían verdaderamente sentirse afligidas dos veces por semana como cosa obligatoria y rutina?

¿Pero no hay valor espiritual en el ayunar?

Sin duda alguna, el ayunar ha beneficiado (y sigue beneficiando) a muchas personas, pero no tiene valor en sí como ceremonia religiosa. Nos engañamos si creemos que somos más espirituales simplemente porque ayunamos cada mes, o cada semana o dos veces por semana. Como ya hemos visto, el ayuno es la expresión natural y normal del alma.

Acompaña la oración, Hech. 13:3; 14:23. El ayunar suprime el apetito físico para dar énfasis a la alimentación del alma en comunicación con Dios. Es muy posible que la pura intensidad de las cosas espirituales nos haga descuidar los apetitos del cuerpo. En los dos textos citados los apóstoles y otros hermanos estaban ocupados en obra supremamente importante. Juan 4:31, 32, los discípulos se preocupaban porque Jesús no había comido. "Rabí, come. El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis". 

El ayunar se puede comparar con el abstenerse de otras cosas físicas, por ejemplo, el acto sexual. De esto habla Pablo en 1 Cor. 7:5, "No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia". La esencia de ayunar aceptablemente es que el alma reciba más atención mientras que el cuerpo reciba menos.

¿Tiene valor espiritual, pues? 

Si el ayunar ayuda en obedecer los textos que requieren la abnegación de sí (por ejemplo, Mat. 16:24; Rom. 12:1; 1 Cor. 9:27), entonces se puede decir que es muy provechoso ayunar. Si le ayuda, hágalo.
Pero lo que Dios quiere no es el ayunar mismo, sino lo que el ayunar debe producir, es decir, el verdadero arrepentimiento y cambio de carácter, la transformación del hombre en la imagen de Cristo. El ayunar es bueno, pues, si ayuda en la lucha contra la carne.

Sin embargo, es necesario advertir que en todas las cartas que hablan tanto de la lucha entre la carne y el espíritu (por ejemplo, Rom. 8:1-11; Gál. 5:16-24; Efes. 4:21-32; Col. 3:1-12, etc.), nunca se enseña que el ayunar es un medio efectivo para ganar la victoria sobre la carne.

Los ayunos de Pablo (2 Cor. 6:5; 11:27) no eran voluntarios, sino privaciones que sufría en la obra.

Conclusión

Jesús ni manda ni prohíbe el ayunar, sino incluye el tema en su denuncia de la hipocresía de los que hacían su justicia para ser alabados por los hombres. Enseña Jesús que el ayunar debe ser cosa privada, hecha en secreto, y no en manera ostentosa. El ayudar debe ser un acto completamente normal, la expresión natural del alma. Debe haber una razón para ayudan; no debe ser fingido.

El ayunar no es mandamiento del Nuevo Testamento. No hay texto que especifique algún ayuno, especificando quiénes deben ayunar, cuándo deben ayunar, qué tan frecuente, de cuánta duración, etc., sino que es necesario que el ayuno sea de beneficio para el alma. Está en la misma categoría con todos los demás actos de abnegación de sí.

También debe ser compatible con la buena salud. El cristiano bien puede sufrir físicamente por Cristo (Mat. 5:10-12), pero no hay texto alguno que indique que el cristiano debiera perjudicar su salud física o mental para controlar sus apetitos. (1 Cor. 9:27, Pablo no dio golpes literales a su cuerpo).

Todos debemos humillarnos y arrepentirnos cuando pecamos. Si el ayunar, o vestirse de cilicio y ceniza, etc. nos ayuda a afligirnos, entonces son cosas buenas. Debemos ser pobres en espíritu (Mat. 5:3), y llorar por los pecados (Mat. 5:4), como la mujer de Luc. 7:37,38, para producir el arrepentimiento genuino, 2 Cor. 7:10.



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