Por Josué I. Hernández
Todos nosotros
estamos parados frente a la evidencia histórica que rodea la tumba vacía y la
fe cristiana. Todos nosotros podemos,
sin lugar a dudas, interpretar dicha evidencia, y lo hacemos. Pero aquí hay un punto importante que notar,
pues hay gran diferencia entre la “evidencia” y la “interpretación” de dicha
evidencia. Por lo tanto, no toda
“explicación” de la “evidencia” es razonablemente lógica y veraz, una
explicación simplemente es una “interpretación” de la evidencia histórica de la
tumba vacía. El asunto en controversia no
es “la tumba vacía” en sí, sino “¿cuál es la explicación a la tumba vacía?”
A través de los
siglos, varias voces se han levantado para afirmar que no existe evidencia
histórica acerca de la resurrección de Jesús.
El problema para los escépticos, simplemente es que “la resurrección de
Jesús” no puede ser la explicación a la “tumba vacía”, no que las evidencias
sean inexistentes. En fin, ellos se niegan a creer en el
sobrenaturalismo y la resurrección de Jesús.
Hay cuatro hechos
históricos, acerca de la tumba vacía y la fe cristiana, que deben ser
explicados por cualquier hipótesis histórica adecuada (sin considerar las
múltiples profecías cumplidas por Cristo):
1) El entierro de
Jesús.
2) El
descubrimiento de la tumba vacía.
3) Las apariciones
del Cristo resucitado.
4) El origen de la
creencia cristiana en la resurrección de Jesús.
El
entierro de Jesús.
Hay
varios factores que aceptan y corroboran el relato bíblico, acerca del cuerpo
de Jesús siendo colocado en un sepulcro por José de Arimatea (Mar. 15:42-47;
Luc. 23:50-56). La veracidad de este
hecho se puede comprobar al considerar las múltiples atestaciones de diversas
fuentes tempranas e independientes de la fe cristiana. A su vez, los cuatro relatos del evangelio
(Mateo, Marcos, Lucas, Juan) junto con los demás libros del Nuevo Testamento,
nos dan un cuadro bien definido de la muerte y resurrección de Jesús, lo cual
se predicaba ya en el primer siglo como un
hecho histórico, que grandes multitudes creyeron, y que los enemigos de la
fe no pudieron sofocar.
Jesús fue sepultado
en un sepulcro nuevo donde ningún
otro cuerpo había sido colocado (Luc. 23:53).
Además, dicho sepulcro había sido labrado en la roca (Mar. 15:46) y por
lo tanto hubo una sola entrada a él.
Luego, dicho sepulcro fue tapado con una piedra muy grande (Mar. 16:4)
la cual un hombre malherido no podría quitar.
Por último, la inspección cuidadosa del sepulcro (Jn. 20:4-8) reveló no
sólo prendas de entierro sino también su disposición ordenada, un ladrón no
dejaría semejante orden.
No
es probable, ni posible, que la narración entorno a José de Arimatea, quien era
miembro del Sanedrín que condenó a Jesús
a la muerte (Mar. 15:43, Luc. 23:50-51), sea una “invención cristiana”. Me explico, la hostilidad de los líderes
judíos y la distancia de la naciente iglesia frente a ellos, no concuerdan con
una “invención piadosa”; recuérdese que a los ojos de los cristianos, los
líderes judíos diseñaron el asesinato de Jesucristo.
A fin de cuentas,
el entierro de Jesús por José de Arimatea hace improbable el invento cristiano
de un Cristo muerto y sepultado por un miembro del Sanedrín que creyó en Él. Por estas razones, desde hace siglos atrás,
varios críticos del Nuevo Testamento creen en la afirmación bíblica de que
Jesús fue sepultado en las condiciones mencionadas en el Nuevo Testamento. Simplemente, el entierro de Jesús es un hecho
probado y afirmado desde la antigüedad.
El
descubrimiento de la tumba vacía.
El
domingo (primer día de la semana) después de la crucifixión, la tumba donde el
cuerpo de Cristo había sido colocado fue encontrada vacía por varios de sus
seguidores, primeramente por las mujeres que creyeron en Él. Lo cual es paradójico considerando el
contexto histórico en el cual el Nuevo Testamento se escribió. En la sociedad judía el testimonio de las
mujeres no sería bien considerado para un caso.
Según Flavio Josefo, a las mujeres no se les permitió servir como
testigos en un tribunal judío. Entonces,
a la luz de estos hechos, es notable que sean las mujeres las que descubran la tumba vacía.
Cualquier historia
mitológica habría mencionado a varones descubriendo la tumba vacía. El hecho de que son las mujeres, en lugar de
los hombres, no niega el relato bíblico, sino que lo confirma como verídico, a
pesar de lo incómodo que resultase para los varones de las tempranas épocas.
La tumba vacía
también fue atestada por varias fuentes tempranas e independientes, aparte de
los libros del Nuevo Testamento y las múltiples profecías cumplidas por
Cristo. Esto lo volvemos a mencionar
debido a que es muy común el ignorar las profecías antiguotestamentarias acerca
de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús.
Además de lo
anterior tenemos el elemento del tiempo, el cual hace imposible el desarrollo
de un mito entorno a la tumba vacía, la cual dirige nuestra mente a creer los
varios sermones del libro de los Hechos y demás epístolas y libros del Nuevo
Testamento donde se menciona al Cristo resucitado.
Las
apariciones del Cristo resucitado.
En
diferentes ocasiones, lugares y circunstancias, diferentes individuos y grupos
de personas afirmaron haber contemplado a Cristo resucitado de entre los
muertos. Es un hecho histórico que hubo cientos de testigos que afirmaron que
Cristo resucitó de entre los muertos y que apareció a ellos (Ej. 1 Cor. 15:5-11),
y lo más asombroso es saber que éstos “testigos” dieron su vida por la fe que
habían abrazado. Pero, además de esto,
los testigos novotestamentarios manifiestan buen carácter, honradez y franqueza,
lo cual da a conocer que su testimonio no era programado o inventado.
Al
mencionar la resurrección de Jesús, el Nuevo Testamento provee un marco
histórico corroborado por diversas fuentes independientes de él. La resurrección de Cristo estuvo rodeada de
varios eventos no-milagrosos que apuntan hacia ella:
1) Jesús dijo mientras vivía que habría de
resucitar al tercer día.
2) Jesús murió, fue sepultado y el sepulcro
se encontró vacío al tercer día.
3) Por espacio de cuarenta días hubo
reportes de gente que vio a Cristo resucitado.
4) Las apariciones de pronto terminaron.
5) En el espacio de dos meses luego de la
resurrección, la iglesia de Cristo fue establecida. 6) Una de las doctrinas
principales del cristianismo primitivo fue la resurrección.
7) La iglesia creció rápidamente a pesar de
la pobreza, la persecución y otros obstáculos sociales.
8) en un espacio de unos treinta años,
iglesias de Cristo fueron establecidas a lo largo de todo el mundo romano.
Como
ya hemos dicho, hay gran diferencia entre la “evidencia” y la “interpretación”
de dicha evidencia, y todo estudiante serio debe reaccionar frente a estos
hechos históricos que rodean la tumba vacía.
El
origen de la creencia cristiana en la resurrección de Jesús.
A
pesar de la creencia general, los autores del Nuevo Testamento y demás
cristianos primitivos no eran crédulos (Mar. 9:30-32; 16:10-14; Jn.
20:9) ¡y ellos mismos lo admitieron! Lo
cual da testimonio de su honradez y de la naturalidad con la cual el relato
bíblico es presentado, con la intención de que creamos la evidencia, pero sin
presionarnos a ella. Y es aquí cuando
vemos a los discípulos de Cristo, que de pronto llegaron a creer sinceramente que Jesús había resucitado a pesar de tener
predisposición a lo contrario y a todo un mundo incrédulo que les negaría.
Considérese que la
muerte de Jesús generó en los discípulos una tremenda desesperanza, la opinión
general de ellos la podemos resumir así: “Pero nosotros esperábamos
que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy
es ya el tercer día que esto ha acontecido” (Luc. 24:21).
No había esperanza
alguna en la resurrección de Cristo, las expectativas judías no tenían en mente
a un Mesías que, en lugar de triunfar sobre los romanos y demás enemigos de
Israel, fuera ejecutado como un criminal y resucitado de los muertos para
establecer un reino espiritual.
Ciertamente la creencia ortodoxa judía involucraba una resurrección,
pero solamente una resurrección general en el día final para vida eterna, jamás
se pensaba que el Mesías resucitaría de los muertos en las circunstancias que
Cristo lo hizo. Sin embargo, los
discípulos originales de repente llegaron a creer tan firmemente que Cristo
había resucitado de entre los muertos que estaban dispuestos a morir por la
verdad de aquella fe. Entonces la
pregunta obvia es ¿por qué razón los discípulos primitivos llegaron a creer en
algo tan extravagante?
Sin duda alguna,
una experiencia poderosa y transformadora sería necesaria para generar el
cristianismo. Es por esto, que no se puede explicar el surgimiento del
cristianismo a menos que Cristo haya resucitado dejando una tumba vacía detrás
de Él.
Conclusión
Estoy convencido de
que el testimonio bíblico de la resurrección de Cristo es fidedigno, razonable
y honesto, y es la explicación adecuada a todos los acontecimientos que
rodearon la tumba vacía.
Sin embargo, si
Cristo no resucitó, nada importa, no tenemos esperanza. Jesús sería el fraude
más grande en la historia de la humanidad, y entonces “comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1 Cor. 15:32).
Pero, Dios existe y
“todas las cosas son posibles para Dios” (Mar. 10:27).
Cristo resucitó y fue vindicado para nuestra salvación (Rom. 1:4). Cristo es digno de nuestra adoración (Jn.
20:28), y siendo el “Juez de vivos y muertos” (Hech. 10:42) Él nos juzgará “para que cada uno reciba
según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (Hech. 17:31; 2 Cor. 5:10).