Por Josué I. Hernández
En nuestra sociedad, la jubilación y las vacaciones son una meta
común, una expectativa para la mayoría que anhela aquel tiempo cuando
no tendrá que dedicar tiempo y energía al duro trabajo, ya que le
sobrará tiempo para el descanso, las aficiones, los pasatiempos de ocio, la
diversión y entretención general.
A pesar del enfoque hedonista de nuestra sociedad, el propósito de la vida es espiritual. Cristo dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat. 6:33). “Trabajad, no por la comida
que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del
Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre” (Jn.6:27).
Dios no prohíbe el gozo cotidiano. De su mano tomamos el sostén de nuestra vida para alegrarnos (cf. Gen.
14:18; Neh. 5:15; Lam. 2:12). Considérense los siguientes pasajes: “Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu
vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios. En todo
tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza. Goza
de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que
te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu
parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol” (Ecles.
9:7-9). “Este es el día que hizo Jehová;
nos gozaremos y alegraremos en él” (Sal. 118:24).
Aunque no hay nada malo en sí mismo al esperar las vacaciones o la jubilación,
siempre debemos recordar que ambas no son una opción cuando se trata de
nuestras responsabilidades espirituales.
Así como nunca podríamos vacacionar dejando de ser cristianos, tampoco
podremos jubilarnos de Cristo y su reino.
El Señor dijo a los santos de Esmirna, “Sé fiel hasta la muerte, y
yo te daré la corona de la vida” (Apoc.
2:10). El escritor a
los hebreos declaró “Cuidémonos, por tanto, no
sea que, aunque la promesa de entrar en su reposo sigue vigente, alguno de
ustedes parezca quedarse atrás” (Heb.
4:1, NVI).
En lugar de evadir nuestro servicio a Dios, “Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en
semejante ejemplo de desobediencia” (Heb. 4:11), “retengamos
nuestra profesión” (Heb.
4:14), “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:16).
Si usted aún no es cristiano, aproveche su tiempo para
buscar a Dios (Hech. 17:27). Desde ya, sepa que Dios está buscando a verdaderos
adoradores (Jn. 4:23). Tenga por seguro que si usted busca a Dios con todo su corazón y alma, lo encontrará (cf. Is. 55:6-11; Jer. 29:13). Díganos cómo podemos ayudarle en esto.