¿Se puede hablar en lenguas hoy?



Por Josué I. Hernández


Algunos grupos religiosos nos dicen que poseen el don sobrenatural de hablar en lenguas, y que en sus reuniones se derrama el Espíritu Santo, manifestándose, en consecuencia, este fenómeno sobrenatural. Con el presente estudio queremos ir al Nuevo Testamento, y aprender si el fenómeno de hablar en lenguas, tal como sucedía en el primer siglo, realmente sucede en la actualidad.

El Asunto

La práctica de citar las Escrituras del Nuevo Testamento que enseñan que la iglesia del primer siglo habló en lenguas no confirma que los supuestos dones de lenguas modernos sean reales.

El asunto no es: ¿Hablaron en lenguas los cristianos del primer siglo? 

El asunto es: ¿Pueden los cristianos hoy hablar en lenguas?

La Autoridad

En nuestra búsqueda por encontrar la verdad sobre este tema será necesario establecer la autoridad correcta. ¿Quién tiene la autoridad para establecer la verdad concerniente al hablar en lenguas?

Jesucristo tiene toda autoridad (Mat. 28:18) y su autoridad esta investida en las Escrituras del Nuevo Testamento reveladas por medio de sus apóstoles y profetas inspirados (Jn. 13:20; 14:26; 16:13; 20:30-31). El Nuevo Testamento  de Cristo constituye la revelación final (Jud. 3) y completa (Jn. 16:13) de Dios al hombre (Heb. 1:1-2; 9:6-13). Rechazar el Nuevo Testamento de Cristo es rechazar la autoridad de Cristo y traer sobre sí mismo el disgusto de Dios (Jn. 12:48; Gal. 1:8-9; 2 Jn. 9; Apoc. 22:18-19).

Los sentimientos engañosos y los razonamientos del hombre deben, por lo tanto, ser rechazados como totalmente inadecuados para determinar la voluntad de Dios para con nosotros (Jer. 10:23; Prov. 14:12)

Al examinar las Escrituras en nuestra búsqueda por la verdad (Hech. 17:11), es el deseo de nuestro corazón, y nuestra súplica a Dios, que podamos trazar bien la Palabra de verdad (2 Tim. 2:15) en lugar de torcer las Escrituras para nuestra propia destrucción (2 Ped. 3:16).

¿Dónde está la autorización bíblica?

Los que dicen hablar en lenguas” se identifican con la capacidad sobrenatural de los apóstoles y otros cristianos en el primer siglo. Sin embargo, un estudio cuidadoso de la Biblia, revela algunas características muy distintivas sobre el don de hablar en lenguas, que hacen que el ejercicio de este don sea algo imposible de replicar en la actualidad, como también, es totalmente inadecuado el igualarlo a las llamadas “lenguas” de los grupos carismáticos. 

En primer lugar, las “lenguas”  que hablaron algunos cristianos de la iglesia primitiva eran idiomas comunes de los hombres. Sencillamente, el Espíritu Santo otorgó a ciertos cristianos el hablar en un idioma humano que jamás habían aprendido. El Nuevo Testamento dice que “cada uno les oía hablar en su propia lengua”; y de nuevo, “les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios” (Hechos 2:6,11). 

Es obvio, por lo tanto, que las lenguas habladas en el día de Pentecostés eran idiomas humanos, idiomas que comunicaron el mensaje evangelístico a los diferentes individuos de las distintas nacionalidades, lo cual sirvió para confirmar que la palabra expuesta era de Dios.

No obstante, algunos intentan establecer que “el don de hablar en lenguas” fue un conjunto de expresiones estáticas”, y, para esto, se basan en 1 Corintios 14. Sin embargo, el estudio diligente de este pasaje indica que, como en Hechos 2, las “lenguas” habladas por el don del Espíritu Santo siempre eran idiomas humanos.

Favor de considerar las siguientes observaciones:
  • Las señales (incluyendo las lenguas) prometidas a los creyentes en Marcos 16:20 habrían de ser ejercidas “en todas partes”, incluyendo Corinto, y no sólo Jerusalén.
  • En Hechos 2, las palabras griegas “glosais” (Hech. 2:4,11, “otras lenguas... hablar en nuestras lenguas”) y “dialectos” (Hech. 2:6,8, “hablar en su propia lengua... lengua en la que hemos nacido”) se usan de modo intercambiable. Por lo tanto, en 1 de Corintios 14 el contexto bíblico sugeriría el significado usual  y natural para indicar un idioma humano que se podía entender. No hay evidencia  bíblica para conectar la palabra “glosais” con expresiones verbales emocionales o algún tipo de jerigonza. Imponer  las jerigonzas carismáticas en los pasajes que mencionan el hablar en lenguas, muestra una falta de comprensión bíblica, y una mala actitud hacia la revelación escrita de Dios. Se nos advierte contra esa mala actitud hacia las Escrituras (2 de Ped. 3:16).
  • 1 de Corintios 14 implica que las lenguas eran idiomas humanos puesto que se podían entender.
  • 1 de Corintios 14:21 identifica el hablar en lenguas con las lenguas de Isaías 28:11, y los siguientes versículos claramente hacen referencia a un idioma de otra nación (en el contexto de Isaías, Asiria).
  • Las lenguas de 1 de Corintios 14 no podían ser jerigonzas carismáticas o expresiones estáticas, porque este fenómeno era común entre los cultos paganos de Corinto. Piénselo detenidamente, ¿cómo podían las jerigonzas ser “una señal para los incrédulos” (1 Cor. 14:22) cuando los incrédulos mismos tenían las mismas jerigonzas en sus cultos idolátricos? El hecho singular de hablar un idioma sin haberlo aprendido previamente era lo que constituía una “señal” (ratificación de Dios) para los incrédulos de Corinto.
  • Las lenguas de 1 de Corintios 14, debían ejercerse por turno (v.27) y si no habían intérpretes del idioma debía callarse en la asamblea (v.28), pero en  los cultos  religiosos actuales los supuestos profetas modernos no hablan por turno, todas sus prácticas constituyen un desorden del cual Dios no se agrada (v.29,30,33). El Espíritu Santo ordenó a los hermanos en Corinto la decencia y el orden (1 Cor. 14:26).

Además de lo anterior, las lenguas de los grupos carismáticos son sin autoridad bíblica porque el don de hablar en lenguas, registrado en el Nuevo Testamento, fue recibido solamente por el bautismo en el Espíritu Santo  o por la imposición de las manos de los apóstoles, lo cual hoy en día no sucede.

El bautismo en el Espíritu Santo y el hablar en lenguas

El bautismo en el Espíritu Santo para recibir autoridad apostólica fue prometido solamente a los apóstoles (Hech. 1:2,4,5) y esto fue cumplido en  Hechos 2. Esta abrumadora acción especial del Espíritu Santo hizo posible la revelación (Jn. 14:26; 16:13) y la confirmación de la palabra revelada (Mar. 16:20; Heb. 2:3-4) por hombres especialmente escogidos por Cristo para ser sus testigos “hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8). 

El bautismo del Espíritu Santo no fue prometido a todos los cristianos. En el Nuevo Testamento no hay ejemplos de bautismos en el Espíritu Santo sobre todos los cristianos, como el registrado en Hechos 2.

El Caso de Cornelio y su casa (Hech. 10:44-48) fue un caso muy especial que jamás se volvió a repetir. Cuando la casa de Cornelio comenzó a hablar en lenguas Pedro recordó el bautismo del Espíritu Santo sobre los apóstoles en el día de Pentecostés (Hech. 2) ¿Habría jerigonzas recordando a Pedro de los comunes idiomas humanos expresados el día de Pentecostés de Hechos 2? ¡Claro que no! Inmediatamente, Pedro conectó los dos casos y reconoció el significado de lo que estaba pasando. El Espíritu Santo cayó sobre la casa de Cornelio como una señal a Pedro y sus compañeros judíos de que los gentiles, así como los judíos, habrían de ser evangelizados y recibidos en la comunión de la iglesia (Hech. 10:45-48; 11:17-18).

El don de hablar en lenguas, una señal a los incrédulos

El don de hablar en lenguas funcionó como una señal a los incrédulos. En Hechos 2, las lenguas fueron una señal a los judíos incrédulos de Jerusalén para confirmar que los apóstoles “hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:21). En Hechos 10, las lenguas fueron una señal especial para los cristianos judíos que no creían en la aceptación de los gentiles, confirmando que “también a los gentiles Dios les daba el arrepentimiento para vida” (Hech. 11:18).

Todo esto es muy distinto al ejercicio de “hablar en lenguas” de los grupos religiosos carismáticos. Sencillamente, las “lenguas” habladas en los cultos carismáticos no son del Espíritu Santo, sino de la imaginación, entusiasmo y sugestión carnales.

Conclusión

Los dones milagrosos operantes en el siglo primero confirmaron la palabra de Dios; y una vez dada la revelación definitiva y final para el hombre ya no fueron necesarios. El Nuevo Testamento ya ha sido confirmado con los dones milagrosos, entre ellos el de lenguas (Mar. 16:20). No necesitamos más confirmación (cf. Heb. 2:3,4; Hech. 14:3).

Los dones sobrenaturales fueron dados mediante la imposición de las manos de los apóstoles y no de otra manera (cf. Hech. 8:17,18,19; Hech. 19:6; 2 Tim. 1:6). Al morir los apóstoles y completarse la revelación de TODA la verdad ya no fue necesario la continuidad de tales dones, entre ellos, el don de lenguas (Jn. 16:13; 1 Cor. 13:10).