¿Cómo
interpretamos que el mayor porcentaje de homosexuales se encuentra entre la
población joven?
Josué I. Hernández
A medida que pasa
el tiempo la homosexualidad es cada vez más aceptada, y a medida que se hace
más aceptada es cada vez más común. Una encuesta reciente (sondeo de opinión
pública Gallup, en USA) determinó que sólo un 3.4% de la gente de edad madura
se identifica como lesbiana, gay, bisexual o transgénero. La encuesta también
reveló una interesante estadística sobre el porcentaje de homosexuales entre
los distintos grupos de edad, y los números estadísticos son un problema para
los que argumentan que la homosexualidad es una orientación sexual inherente y
no por elección.
Los estadounidenses
jóvenes son los más propensos a identificarse como LGBT (lesbiana, gay,
bisexual o transgénero). Las personas entre 18 a 29 años con un porcentaje de
6.4% son más propensos a manifestarse como LGBT en comparación con los que
tienen más de 60 años (1.9%). Gallup encontró una marcada disminución de la
identidad LGBT con la edades entre 30-49 años (3.2%), y sólo de un 2.6% para
las personas entre 50-64 años.
Entonces, ¿cómo se
explica que el gran porcentaje de homosexuales, tres veces mayor, se encuentra
entre la gente más joven? ¿Cómo podemos explicar que el porcentaje de
homosexuales está en declive con el paso de la edad? Sólo hay dos posibles
explicaciones, pues la homosexualidad es un comportamiento aprendido, y los
porcentajes anteriormente citados son ejemplo elocuente de esto, algo que
también se puede percibir por la experiencia cotidiana de nuestro derredor.
Los homosexuales
que ahora son de la tercera edad no pasaron sus genes a los niños de la
siguiente generación en sus años de juventud. Lo que sucede, simplemente, es
que hoy en día la homosexualidad es percibida cada vez más como “normal” y
“legítima”, y los jóvenes de hoy experimentan con ella y aprenden a ser homosexuales
practicantes.
Otra consideración
importante es que los homosexuales pueden optar por renunciar a su
homosexualidad. Si no, ¿por qué el porcentaje de homosexuales disminuye con la
edad? Hay dos razones. En primer lugar, los homosexuales mueren más jóvenes que
los heterosexuales (varios estudios han demostrado que esto es cierto, y en
parte esto explica la disminución). En segundo lugar, los que una vez fueron
homosexuales pueden tomar la decisión de poner fin a éste comportamiento
antinatural.
Cualquiera de las
posibilidades anteriores destruiría la afirmación de que la gente “nace gay” y
que los homosexuales son incapaces de escoger el tipo de actividad sexual que
practicarán cuando sean adultos.
La explicación
anterior bien explica los resultados de la encuesta, y la Escritura confirma
nuestra explicación. La homosexualidad es una práctica aprendida.
El
caso de Sodoma y Gomorra es fiel ejemplo de que la homosexualidad es una
elección pecaminosa
“como
Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que
aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron
puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Jud. 1:7).
El hecho de que la
homosexualidad es una conducta aprendida, simple y llanamente significa que no
está conectada intrínsecamente a los genes desde el nacimiento.
Las ciudades de
Sodoma y Gomorra fueron destruidas por el pecado de la homosexualidad que
practicaron, y ¿quiénes practicaban semejante pecado? “…los hombres… desde el más joven hasta el más viejo” (Gen. 19:4).
Entonces preguntamos, ¿por qué el número de homosexuales de Sodoma y Gomorra
fue tan desproporcionado en relación con los habitantes de otras ciudades? La
respuesta es lógica, los hombres de estos lugares habían adoptado la práctica
por varias generaciones, como más tarde lo hicieron los hombres de Gabaa (Jue.
19:15, 22). La homosexualidad no es el resultado de una coincidencia
genética-indignante que causa que tantos adolescentes y jóvenes se manifiesten
como gais. La homosexualidad es un comportamiento aprendido y elegido.
Además de todo lo
anterior, sabemos que la homosexualidad es un comportamiento aprendido porque “Dios no hace acepción de personas”
(Hech. 10:34). La homosexualidad es un pecado (Rom. 1:26-27; 1 Tim. 1:10-11).
Pero, si la homosexualidad es ocasionada por un defecto genético, entonces los
gais no son responsables de pecado y Dios es injusto en condenarles. Sin
embargo, sabemos que lo anterior no puede ser verdad. Dios quiere que todos los
hombres sean salvos (Jn. 3:16; 2 Ped. 3:9). La homosexualidad es un
comportamiento elegido. Los homosexuales pueden optar por renunciar a su
pecado.
Las Sagradas
Escrituras enseñan que el homosexual puede arrepentirse y renunciar a su
pecado. El apóstol Pablo escribió a los corintios: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis;
ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni
los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos,
ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1
Cor. 6:9- 10).
Los homosexuales
pueden arrepentirse y abandonar su pecado, así como varios de los corintios lo
hicieron: “Y esto erais algunos; mas ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados
en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Cor.
6:11). Estas personas habían practicado la homosexualidad antes de su
conversión, pero luego la dejaron al encontrarse con el evangelio de Cristo, y
así fue como eligieron arrepentirse y renunciar a su pasada manera de vivir
para ser lavados, santificados y justificados para vida eterna. Las Escrituras
son bastante claras en tildar a la homosexualidad como “pecado”. Durante la
época patriarcal, la homosexualidad fue etiquetada como una “maldad” (Gen. 19:7; Jud. 1:7). Bajo la
ley de Moisés, la homosexualidad fue llamada “abominación” (Lev. 18:22; 20:13). En el Nuevo Testamento, la
homosexualidad es descrita como “pasiones
vergonzosas”, “lascivia”, “que se opone a la sana doctrina” (Rom. 1:26-27;
1 Tim. 1:9-11; 1 Cor. 6:9). Dios no ha cambiado de opinión respecto a la
homosexualidad.
Sabemos que “la paga del pecado es muerte” (Rom.
6:23). Sin embargo, también sabemos que “la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 6:23).
Los que persisten en el pecado de la homosexualidad se perderán, al igual que
todos los que persisten en otros pecados. Pero, aquellos que se arrepienten de
sus pecados y obedecen al Señor serán salvos eternamente, aun cuando en su
pasado hayan practicado la homosexualidad.
Jesús “vino a ser autor de eterna salvación para
todos los que le obedecen” (Heb. 5:9). En esto, no importa quienes somos ni
lo que hemos hecho, si obedecemos fielmente al Señor seremos salvos por su
gracia.