La ineficaz burocracia del Gobierno



Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos (Ecles. 5:8).


Por Josué I. Hernández


En el libro Eclesiastés, Salomón nos ha exhortado a reconocer la vanidad de la tierra (1:2-2:23), y la confianza que podemos tener en la soberanía de Dios (3:1-15). A su vez, la injusticia (3:16-22) y las varias formas de soledad han sido abordadas (4:1-16). Pero, quedamos sorprendidos al contemplar la cruda opresión (4:1) y existencia de la maldad en donde esperamos ver la justicia (3:16). Sin embargo, hay un detalle sobresaliente, la burocracia del Gobierno, con toda la jerarquía de funcionarios que al final resultan incapaces de realizar lo que se espera que hagan. 

Sencillamente cuanto más extensa la burocracia sea, más ineficiente se vuelve el gobierno, y los pobres sufren. No debemos sorprendernos cuando se dan las condiciones descritas en 5:8, este es el consejo de Salomón mientras esperamos el juicio de Dios que equilibrará y rectificará las cosas (3:17; 12:14).

Es importante que tengamos en cuenta que esta no es la observación de un ciudadano común que ha sido víctima de la ineficiente burocracia gubernamental. Eclesiastés 5:8 es la observación de Salomón, el jefe de gobierno, el rey de Israel.

En su puesto, Salomón pudo ver que la ineficiencia del Gobierno por el abuso de funcionarios con poder sobre sus ciudadanos. Sencillamente, aunque se procure la excelencia gubernamental, siempre puede haber opresores de los pobres y pervertidores del derecho y la justicia. Tal cosa no sería algo raro, ni de lo cual perturbarse en ansiosa inquietud, sigue sucediendo en la historia (8:10,11). Pocas cosas son satisfactorias en la vida política mientras vivimos subordinados. Sin embargo, la esperanza del hombre no es el Gobierno, Dios ha de ser nuestra esperanza. No debemos renunciar a la confianza en la superintendencia providencial de Dios (3:1-15).

No hay justicia en esta vida, Dios nos ha puesto a prueba y a todos nos juzgará (3:16-18). Lo que completa y realiza al hombre no es la política gubernamental, sino caminar reverentemente delante del Señor, guardando sus mandamientos, y sometiendo a él la totalidad de nuestras vidas (12:13). Ésta es la conclusión del libro, y la demanda que Dios hace a su pueblo.