¿Quiere Dios que seamos felices?

Por Josué I. Hernández


La gente a menudo trata de excusar su pecado diciendo: “Creo que Dios quiere que yo sea feliz”. La línea de razonamiento que siguen es que si determinado comportamiento les da placer y felicidad, entonces Dios tendría que necesariamente aceptarlo, sin importar que esto tenga consecuencias difíciles para su prójimo y sea contrario a la revelación de Dios en su palabra. Para ellos lo que importa es el sentirse bien.  Los tales actúan por lo que sienten (emociones), no por lo que saben (convicciones). Ellos son cómo Esaú, quien “por una sola comida vendió su primogenitura” (Heb. 12:16).

Sin embargo, Dios sí quiere que seamos felices…
Los salmos repetidamente llaman al pueblo de Dios a gozarse con los buenos motivos y la verdadera felicidad (Sal. 32:11; 40:16; 70:4; 118:24). El Nuevo Testamento también llama al pueblo de Dios a regocijarse y otorga mucha motivación para ello (Rom. 12:15; Fil. 3:1, 4:4, 1 Tes. 5:16). Las palabras de Cristo deben llenarnos de gozo (Jn. 15:11). Esta “felicidad” es provista por la predicación del evangelio (1 Jn. 1:4, 2 Jn. 12; 2 Cor. 1:24). Los primeros cristianos se distinguían por su alegría (Hech. 2:46). Todos estaban llenos de gozo y bendición de Dios (Hech. 14:17).
Pero, la verdadera felicidad es muy diferente a la que muchos buscan, por ejemplo, aquel que llega a ser castigado por Dios es un hombre bienaventurado, es decir, “dichoso” (Job 5:17; cf. Heb. 12:11). Esto último punto nos invita a reflexionar sobre nuestra definición de felicidad”.

Dios quiere que evitemos el pecado, y hay razones en ello…
Como antes afirmamos, se suele apelar a lo que se considera “felicidad” como una forma de excusar el pecado. Por ejemplo, muchos homosexuales dicen “Dios quiere que yo sea feliz”, pero ¿qué dice la Biblia al respecto (Rom. 1:26-27; 1 Cor. 6:9-11; 1 Tim. 1:10)? Muchos adúlteros afirman “Dios quiere que yo sea feliz”, pero, ¿qué dice la Biblia sobre el adulterio (Mat. 19:4-6,9; Rom. 7:2-3)? Muchos bebedores dicen  “Dios quiere que yo sea feliz”, pero, ¿qué dice la Biblia sobre las bebidas embriagantes (Gal. 5:21; 1 Ped. 4:3)? 
Todo pecador puede apelar a lo que considera popularmente como “felicidad” para excusar su pecado. ¿Dónde trazamos la línea? ¿Qué más vamos a aceptar en honor de lo que se llama “felicidad”? ¿Poligamia? ¿Pedofilia? ¿Bestialismo?
Dios, en su gran amor, nos llama al arrepentimiento (Hech. 17:30). Por lo tanto, nuestra responsabilidad de vencer el pecado tiene una relación directa con la verdadera “felicidad” (1 Jn. 2:1). En cambio, el vivir en el pecado sólo provee la esclavitud (Rom. 6:12-13).

El pecado solo ofrece deleites temporales…
Las Escrituras no niegan que hay algo de PLACER en la práctica del pecado. Sin embargo, el gozo que provee el pecado siempre es temporal. El ejemplo de Moisés es elocuente en esto (Heb. 11:24-26; cf. 3:13). El hecho de que el pecado produce placerno significa que ofrece la verdadera felicidad.  El pecado, en última instancia, nos pagará con corrupción (Gal. 6:8) y ruina eterna (Rom. 6:23) además de las muchas consecuencias negativas en ésta vida (Prov. 13:15).

¿Cuál es la felicidad verdadera?
La verdadera felicidad y dicha perdurable la poseen los bienaventurados por Dios
  • Bienaventurados los que poseen el carácter aprobado por Cristo (Mat. 5:3-12).
  • Bienaventurados aquellos cuyos pecados son perdonados (Rom. 4:7).
  • Bienaventurados los que sufren por causa de la justicia (1 Ped. 3:14)
  • Bienaventurados los que mueren en el Señor (Apoc. 14:13)
  • Bienaventurados los que lavan sus ropas en la sangre de Cristo (Apoc. 1:5; 22:14).
  • Como dijo Jesús: “…regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos (Luc. 10:20).
Amigo mío, el corazón humano no fue creado para ser satisfecho con cosas y circunstancias terrenales. Nuestro corazón necesita de Cristo, él puede llenar el vacío de nuestra alma y darnos felicidad eterna.

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