Por Josué I. Hernández
La respuesta a la anterior pregunta, en
consideración de la voluntad de Dios revelada en la Biblia, es fácil de
responder. Respecto al matrimonio, y el
control de Dios sobre éste, la Biblia se expresa con total claridad. Pero, la dificultad radica en la tradición,
según la cual el matrimonio está íntimamente ligado a la acción civil del
Estado y a alguna ceremonia de la Iglesia Católica Apostólica y Romana u otra
denominación del sectarismo moderno. Luego
el problema se acrecienta debido al temor de violar la tradición o parecer como
contradiciendo lo que siempre se ha dicho o creído. Nada más lejos de la verdad. Veamos lo que dice la Biblia.
¿Qué es el
matrimonio?
A pesar de lo aceptado por la mayoría,
quienes han sido criados a los pies del catolicismo, la Biblia niega que el
matrimonio sea un sacramento. Un
sacramento es, según Larousse, un acto
religioso destinado a la santificación de aquel que lo recibe. La Iglesia Católica afirma que el matrimonio
es uno de los siete sacramentos administrados por su clero.
Cristo jamás habló del matrimonio como un sacramento
administrado por el clero. Sus apóstoles
y otros hombres inspirados jamás hablaron del matrimonio como “El
sacramento que debe recibirse en estado de gracia y con previa confesión” (como afirma un portal
católico). Tales conceptos son
totalmente ajenos a la Escritura, desconocidos en el Nuevo Testamento de Cristo
y fruto de la apostasía.
El matrimonio es anterior a la iglesia que
Cristo estableció (Mat. 16:18) y las denominaciones que luego surgieron (1 Tim.
4:1-3; 2 Tim 3:1) entre ellas la Iglesia Católica (2 Tes. 2:3-11).
El matrimonio no tuvo su origen ni con la
iglesia ni con el gobierno civil. Por lo
tanto, el matrimonio puede existir aún cuando los integrantes de él no sean
fieles en la iglesia o el Estado. El matrimonio es independiente de la iglesia y
el Gobierno civil.
El origen del matrimonio se remonta al Edén
(Gen. 2:22-25) ahí Dios lo instituyó para el beneficio de la humanidad (Mar.
12:25; Ecles. 9:9). Esta institución
divina es tan sublime que es comparable a la relación de Cristo con su iglesia
(Ef. 5:22-32).
A
la luz de las Escrituras, el matrimonio es un pacto solemne, entre dos personas
(un hombre y una mujer) y Dios. Esta es
la simple y llana verdad. Por ejemplo,
en Proverbios 2:17 se condena el proceder de la mujer casada que “abandona al compañero de
su juventud” para luego olvidarse “del pacto de su Dios” (Prov. 2:17). En esto texto vemos claramente que el
matrimonio es una relación de compañerismo
y un pacto entre dos personas y
Dios. Por esta razón, Malaquías condenó el
pecado de los varones judíos de su tiempo que eran desleales con su compañera,
la mujer de su pacto (Mal. 2:14).
El
matrimonio tuvo su origen en el principio de la creación (Mar. 10:6) debido a
la soledad del hombre, cuando Dios dijo: “No es bueno que el hombre
esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gen. 2:18). El hombre tenía un problema, la soledad. La mujer es la solución al problema del
hombre.
Luego,
ya creada la mujer, dijo Dios: "dejará
el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola
carne" (Gen. 2:24). Aquí vemos
que el varón deja una familia (padre y madre) para formar la suya propia, y a
su vez, vemos luego que la mujer es tomada
para unirse a su marido (ej. Rut 4:13).
Ciertamente,
el matrimonio no es un arreglo eterno (Luc. 20:34,36), pero sí ha de durar toda
la vida (Ecles. 9:9; Mat. 19:6), como bien se ha dicho “hasta que la muerte nos
separe” y no como hoy se cree “hasta que nos divorciemos”. Dios aborrece el repudio (Mal. 2:16).
¿Cómo se forma un matrimonio?
Cuando llegamos a este punto la
confusión se generaliza. La mayoría está
equivocada frente a la verdad de Cristo (Jn. 8:32; 17:17) y el tema del
matrimonio no está exento de confusión y polémica.
Básicamente, son tres cosas que han de suceder para que
exista el matrimonio:
CONSENTIMIENTO. Un hombre y una mujer, que están libres para
casarse, consienten en ser esposos. Se
comprometen el uno al otro y hacen votos el uno al otro, hacen pacto entre sí y
con Dios (Prov. 2:17; Mal. 2:14).
Lo anterior, no quiere decir que
ambos son temerosos de Dios, ni que aprueban su voluntad. Sino que ambos actúan en base a los
requisitos que Dios estableció para la existencia del matrimonio. Dichos requisitos básicos involucran
primeramente la intención de unirse en matrimonio entre un hombre y una mujer. Por ejemplo, Acab y Jezabel contrajeron
nupcias sin ser temerosos de la voluntad de Jehová (1 Rey. 16:31), nadie duda
que ellos se casaron.
Además, cuando afirmamos que el matrimonio
involucra a un hombre y a una mujer que están libres para contraer nupcias, nos
referimos a un hombre y una mujer que son libres
para casarse y formar así un matrimonio aceptable, es decir no adúltero
(compárese “santificado” es decir “acepto”, 1 Cor. 7:14). Dos personas pueden casarse y vivir en adulterio
(Mat. 5:32; 19:9), nosotros no queremos esto, Dios tampoco. El caso de Herodes y Herodías ilustra el caso
de un matrimonio adúltero (Mar. 6:17).
Los que son libres para casarse, son los
solteros (1 Cor. 7:8-9), las viudas (1 Cor. 7:39) y los que han repudiado a su
cónyuge culpable de fornicación (Mat. 19:9).
CONFIRMACIÓN. El hombre y la mujer hacen público su
acuerdo de unirse en matrimonio de manera que sean conocidos como marido y
mujer (cónyuges). Hay varios ejemplos de
esto en la Biblia, tenemos el caso de Adán y Eva (Gen. 1-2), Isaac y Rebeca
(Gen. 24), José y María (Mat. 1), entre muchos otros.
CONVIVENCIA. Luego, el hombre
y la mujer, viven
juntos como esposos. Esto es lo que observamos en la Biblia.
¿El matrimonio depende del gobierno civil?
El gobierno registra el matrimonio, pero no
une en matrimonio; la ley civil no es imprescindible para la existencia del
matrimonio. Es Dios quien casa (Marcos
10:7-9). Dios junta en matrimonio a los
que cumplan con los requisitos básicos (el compromiso o pacto entre ellos delante
de Dios; dar evidencia pública de que ahora serán esposos; y vivir juntos como
marido y mujer).
Cuando un hombre y una mujer (libres para
casarse) cumplen con los requisitos básicos del matrimonio, y no cumplen con
requisitos legales de registro no viven en fornicación o concubinato, como
algunos equivocadamente afirman.
El caso de Isaac y Rebeca está escrito (Gen.
24; Rom. 15:4) para instruirnos. Su matrimonio fue completamente público
aunque no por medio del procedimiento de algún gobierno civil, ni por alguna
boda formal como las de hoy.
¿Qué es consumar?
Esta pregunta no exige información total
sobre en qué consiste el matrimonio. Se
pregunta solamente sobre el término final de un proceso (descrito arriba).
Si alguno preguntara: ¿Cuándo comienza el
matrimonio? y yo contestara: Cuando un hombre y una mujer se presentan con el
interés de formar un hogar, ¿sería justo acusarme de creer que el matrimonio
consiste solamente en mostrar cierto interés de matrimonio? Así mismo, consumar el matrimonio no consiste
tan sólo en un intercambio sexual.
Repetimos, la Biblia no afirma que el matrimonio consiste solamente en
un acto sexual.
Consumar, según Larousse, es “Llevar a cabo
totalmente una cosa”. En este caso, y luego
de cumplir con los requisitos básicos descritos arriba, el matrimonio sería
consumado en la relación íntima de los novios (“antes que se juntasen”, Mat.
1:18), éste intercambio sexual sería la consumación del matrimonio.
El caso de
María y José
María, ya comprometida con José (“antes que se juntaran” Mat. 1:18)
concibió del Espíritu Santo. En este
momento José y María eran llamados “marido”
y “mujer” (Mat. 1:19, 20) aún cuando estaban
comprometidos (desposados) y no habían consumado su matrimonio.
Las costumbres para el matrimonio judío,
como es el caso de José y María, estaban basadas en la ley del Antiguo Pacto. Dichas costumbres eran acordes a los términos
involucrados y explicitados por Dios para el Israel antiguotestamentario (Teocracia),
donde Jehová Dios involucró responsabilidades (Ex. 21:8; 22:16; Deut. 20:7; 22:28-29;
24:5; 28:30; comp. Is. 62:5; Os. 2:19-20) y castigos (Deut. 22:23-30).
El desposorio (promesa mutua de contraer
nupcias) entre los judíos, como María y José, era un acuerdo de ligamiento,
considerado como una parte del matrimonio.
El desposorio consistía en el establecimiento de los términos del
matrimonio en la presencia de testigos. El
matrimonio podría tomar lugar algunos meses o aún años después del desposorio. La infidelidad de una pareja desposada era
considerada adulterio (Deut. 22:23; comp. Mat. 1:19).
El caso de Isaac y
Rebeca
El caso de Isaac y Rebeca es significativo
(Gen. 24:34-60), las sagradas Escrituras dan a conocer que ambos cumplieron con
los requisitos básicos del matrimonio, pues luego Isaac tomó a Rebeca por mujer
(Gen. 24:67) y por supuesto ella llegó a ser su legítima esposa (Gen. 25:20-21;
Rom. 9:10).
Hubo matrimonio aceptable a Dios, y esto
aún cuando ambos no recurrieron a la acción del gobierno para registrar su
unión y ni siquiera se celebró alguna cena de bodas como las que acostumbramos
ver hoy en día, sin embargo la Escritura llama a la unión de Isaac y Rebeca “matrimonio”.