Por Josué I. Hernández
La voluntad de Dios revelada en la Biblia es suficiente para responder a la pregunta que nos convoca. Respecto al matrimonio, y el
control de Dios sobre éste, la Biblia se expresa con total claridad. Pero, la dificultad radica en la tradición,
según la cual el matrimonio está íntimamente ligado a la acción civil del
gobierno, dependiendo de éste, y de alguna ceremonia denominacional del sectarismo moderno.
Origen del
matrimonio
El matrimonio es anterior a la iglesia que
Cristo estableció (Mat. 16:18), y a las denominaciones que luego surgieron (1 Tim.
4:1-3; 2 Tim 3:1) entre ellas la Iglesia Católica (2 Tes. 2:3-11).
El matrimonio no tuvo su origen ni con la
iglesia ni con los gobiernos. Por lo
tanto, el matrimonio es independiente de la iglesia y
el gobierno civil.
El origen del matrimonio se remonta al Edén
(Gen. 2:22-25) ahí Dios lo instituyó para el beneficio de la humanidad (Mar.
12:25; Ecles. 9:9). Esta institución
divina es tan sublime que es comparable a la relación de Cristo con su iglesia
(Ef. 5:22-32).
El matrimonio tuvo su origen en el principio de la creación (Mar. 10:6) debido a la soledad del hombre, cuando Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gen. 2:18). El hombre tenía un problema, la soledad. La mujer es la solución al problema del hombre.
Luego, ya creada la mujer, dijo Dios: "dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Gen. 2:24). Aquí vemos que el varón deja una familia (padre y madre), y a su vez, vemos que la mujer es tomada para unirse a su marido (ej. Rut 4:13).
¿Qué es el matrimonio?
El matrimonio es un pacto solemne, entre un hombre y una mujer y Dios. Considérese Proverbios 2:17, donde se condena el proceder de la mujer casada que “abandona al compañero de
su juventud” para luego olvidarse “del pacto de su Dios” (Prov. 2:17). El matrimonio es una relación de compañerismo
y un pacto entre un hombre y una mujer y
Dios. Por esta razón, Malaquías condenó el
pecado de los varones judíos de su tiempo que eran desleales con su compañera,
la mujer de su pacto (Mal. 2:14).
Ciertamente,
el matrimonio no es un arreglo eterno (Luc. 20:34,36), pero sí ha de durar toda
la vida (Ecles. 9:9; Mat. 19:6), como bien se ha dicho “hasta que la muerte nos
separe” y no como hoy se cree “hasta que nos divorciemos”. Dios aborrece el repudio (Mal. 2:16).
¿Cómo se forma un matrimonio?
Básicamente, hay tres requisitos especificados en la ley de Cristo (Mat. 19:4-6), y estos son, el consentimiento de los novios, la confirmación del pacto al que ingresan y la convivencia como marido y mujer.
CONSENTIMIENTO. Un hombre y una mujer, que están libres para
casarse, consienten en ser esposos. Se
comprometen el uno al otro y hacen votos el uno al otro, hacen pacto entre sí y
con Dios (Prov. 2:17; Mal. 2:14).
Lo anterior, no quiere decir que
ambos son temerosos de Dios, ni que aprueban su voluntad. Sino que ambos actúan en base a los
requisitos que Dios estableció para la existencia del matrimonio. Dichos requisitos básicos involucran
primeramente la intención de unirse en matrimonio entre un hombre y una mujer. Por ejemplo, Acab y Jezabel contrajeron
nupcias sin ser temerosos de la voluntad de Jehová (1 Rey. 16:31).
Cuando afirmamos que el matrimonio
involucra a un hombre y a una mujer que están libres para contraer nupcias, nos
referimos a un hombre y una mujer que son libres
para casarse y formar así un matrimonio aceptable, es decir no adúltero
(compárese “santificado” es decir “acepto”, 1 Cor. 7:14). Dos personas pueden casarse y vivir en adulterio
(Mat. 5:32; 19:9). El caso de Herodes y Herodías explica lo que es un matrimonio adúltero (Mar. 6:17).
Los que son libres para casarse, son los
solteros (1 Cor. 7:8-9), las viudas (1 Cor. 7:39) y los que han repudiado a su
cónyuge culpable de fornicación (Mat. 19:9).
CONFIRMACIÓN. El hombre y la mujer hacen público su
acuerdo de unirse en matrimonio de manera que sean conocidos como marido y
mujer (cónyuges). Hay varios ejemplos de
esto en la Biblia, tenemos el caso de Adán y Eva (Gen. 1-2), Isaac y Rebeca
(Gen. 24), José y María (Mat. 1).
CONVIVENCIA. Luego, el hombre
y la mujer, viven
juntos como esposos. Esto es lo que observamos en la Biblia.
¿El matrimonio depende del gobierno civil?
El gobierno registra el matrimonio, pero no
une en matrimonio; la ley civil no es imprescindible para la existencia del
matrimonio. Es Dios quien casa (Mar.
10:7-9). Dios junta en matrimonio a los
que cumplan con los requisitos básicos (el compromiso o pacto entre ellos delante
de Dios; dar evidencia pública de que ahora serán esposos; y vivir juntos como
marido y mujer).
Cuando un hombre y una mujer (libres para
casarse) cumplen con los requisitos básicos del matrimonio, y no cumplen con
requisitos legales de registro no viven en fornicación o concubinato, como
algunos equivocadamente afirman.
El caso de Isaac y Rebeca está escrito para instruirnos (Gen.
24; Rom. 15:4). Su matrimonio fue completamente público
aunque no por medio del procedimiento de algún gobierno civil, ni por alguna
boda formal como las de hoy.
¿Qué es consumar?
Esta pregunta no exige información total
sobre la naturaleza del matrimonio. Se
pregunta sobre la finalización, o conclusión, de un proceso.
Debemos enfatizar, que consumar el matrimonio no consiste
tan sólo en un intercambio sexual. Repetimos, la Biblia no afirma que el matrimonio consiste solamente en
un acto sexual.
Consumar, según Larousse, es “Llevar a cabo
totalmente una cosa”. En este caso, y luego
de cumplir con los requisitos básicos descritos anteriormente (consentimiento, confirmación, convivencia), el matrimonio sería
consumado en la relación íntima de los novios (“antes que se juntasen”, Mat.
1:18), éste intercambio sexual sería la consumación del matrimonio.
El caso de
María y José
María, ya comprometida con José (“antes que se juntaran” Mat. 1:18)
concibió del Espíritu Santo. En este
momento José y María eran llamados “marido”
y “mujer” (Mat. 1:19, 20) aún cuando estaban
comprometidos (desposados) y no habían consumado su matrimonio.
Los arreglos para el matrimonio judío,
como es el caso de José y María, estaban basados en la ley del Antiguo Pacto. Dichas costumbres eran acordes a los términos
involucrados y explicitados por Dios para el Israel antiguotestamentario (Teocracia), todo esto unido a las costumbre propias de la época.
El desposorio (promesa mutua de contraer
nupcias) entre los judíos, como María y José, era un acuerdo de ligamiento,
considerado como una parte del matrimonio.
El desposorio consistía en el establecimiento de los términos del
matrimonio en la presencia de testigos. El
matrimonio podría tomar lugar algunos meses o aún años después del desposorio. La infidelidad de una pareja desposada era
considerada adulterio (Deut. 22:23; cf. Mat. 1:19).
El caso de Isaac y
Rebeca
El caso de Isaac y Rebeca es significativo
(Gen. 24:34-60), las sagradas Escrituras dan a conocer que ambos cumplieron con
los requisitos básicos del matrimonio, pues luego Isaac tomó a Rebeca por mujer
(Gen. 24:67) y por supuesto ella llegó a ser su legítima esposa (Gen. 25:20-21;
Rom. 9:10).
Hubo matrimonio aceptable a Dios, y esto
aún cuando ambos no recurrieron a la acción del gobierno para registrar su
unión y ni siquiera se celebró alguna cena de bodas con el novio y la novia, el pastel y los invitados; sin embargo, la Escritura llama a la unión de Isaac y Rebeca “matrimonio”.