“pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se
enojó mucho y su semblante se demudó” (Gen. 4:5, LBLA).
Por Josué I. Hernández
La Biblia nos informa que Caín y su ofrenda
fueron desechados por Dios, en cambio, Abel y su ofrenda fueron aceptados (Gen.
4:3-5). ¿Por qué uno fue aceptado y el otro no? Ambos hicieron una ofrenda al
mismo Dios, y con el mismo propósito. Caín, obviamente, quería agradar a Dios,
de lo contrario no se hubiese molestado al ser rechazado.
El Nuevo Testamento especifica la razón por
la cual Caín y su ofrenda fueron rechazados. Caín no actuó por la fe (Heb.
11:4). Hacer algo por la fe, es hacerlo de acuerdo a la palabra de Dios (Rom.
10:17). La fe siempre obra por el amor (Gal. 5:6) y el amor a Dios se demuestra
en la obediencia a sus mandamientos, los cuales no son gravosos (1 Jn. 5:3).
La explicación es sencilla. Abel hizo lo
que Dios dijo que se hiciera, a diferencia de Caín. Abel actuó por la fe. Caín
hizo lo que quería hacer, lo que provino de su propia voluntad, y esperó que a
Dios le agradara.
Mucha gente hace lo mismo que Caín. Oyen
parte de lo que Dios dice en su palabra, y luego lo adaptan a su propio gusto,
y esperan que a Dios le agrade. Un ejemplo de esto es el culto al estilo del
espectáculo. El Nuevo Testamento dice que debemos cantar (cf. Ef. 5:19; Col.
3:16). Sin embargo, muchos escuchan que Dios quiere una alabanza y acción de
gracias con el corazón como instrumento, pero no se contentan con esto,
y añaden instrumentos mecánicos en una divertida forma de adoración que nace de
su propia voluntad. Ellos ofrecen esto a Dios, y piensan que Dios debe quedar
satisfecho con tal cosa; después de todo, “suena bien”, dicen. Se emocionan y
entretienen y se convencen con testimonios personales que los recrean y
convencen de seguir así.
Ciertamente, tales arreglos musicales
pueden “sonar bien” al oído, pero Dios mira el corazón. Sin duda alguna, tales
espectáculos emocionan y entretienen, pero Dios no es hombre, sus caminos no
son nuestros caminos, ni sus pensamientos son nuestros pensamientos (Is.
55:8,9).
Caín fue desechado porque ofreció adoración
a su manera, y no a la manera de Dios. Todos los que siguen el camino de Caín
serán desechados también. No importa lo sinceros que seamos, y lo emocionante
que sean nuestros cultos, ni lo convincentes que sean nuestros testimonios
personales. Si la adoración no es a la manera de Dios, tal adoración será
pecaminosa, y Dios nos rechazará con ella.
Cristo dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos
me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y
entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”
(Mat. 7:21-23).