Por Josué I. Hernández
Algunos hermanos afirman que es pecado casarse con un pecador del mundo. Luego, si es pecado, ¿no se debe disciplinar al pecador que ha incurrido en una falta pública semejante?
Aunque no recomendamos, ni animamos, al
pueblo de Dios a que se case con los incrédulos, no podemos señalar como “pecado” tal matrimonio llegando a disciplinar a los hermanos que entren en tal pacto matrimonial (2 Tim. 2:15; cf. 2 Ped. 3:16).
Consecuencias de esta doctrina
Los
hermanos que insisten en designar como pecaminoso el matrimonio con una persona del mundo, disciplinando a quienes se casen con un inconverso, deben torcer el sentido de varios pasajes bíblicos y
proceder sin autorización divina legislando donde Dios ha guardado silencio.
Pensar y hablar más de lo que está escrito. Afirmar que es pecado y digno de disciplina el casarse con persona del mundo es pensar y hablar más de lo que está escrito (cf. 1 Cor. 4:6; 1 Ped.
4:11).
Sencillamente, no
hay autorización bíblica para disciplinar a un cristiano que se casó con una persona del mundo, ni designar como pecaminosa su unión
y demandar algún tipo de arrepentimiento ante la iglesia.
Dios se muestra condenando lo que él mismo juntó. Según esta doctrina Dios ha obrado un absurdo; primero, uniendo en matrimonio, y, luego, condenando lo que él mismo juntó (Mat. 19:6). Dios condena el pecado (cf. 1 Jn. 3:4; Rom. 3:23), pero, ¿cómo es posible que Dios condene
lo que él mismo juntó?
Algunos podrán
decir que fueron las personas quienes se casaron entrando libremente en el
pacto del matrimonio, pero no pueden escapar de la fuerza de las palabras de
Cristo quien dijo: “lo que Dios juntó no
lo separe el hombre” (Mat. 19:6). Todos sabemos que el pacto matrimonial
involucra a Dios (cf. Prov. 4:17; Mal. 2:16; Mat. 19:6).
Condenar solamente una
clase de "matrimonio mixto". Si un matrimonio no es pecado porque al momento de la boda ambos eran mundanos, y luego
uno de ellos llegó a Cristo, resulta
en secuencia lógica dos clases de “matrimonios mixtos”, un matrimonio mixto aprobado y otro
reprobado, aunque en ambos casos el cristiano está casado con un pecador del mundo.
Deben separarse todos los cristianos unidos a cónyuge incrédulo. Si todo
matrimonio con un incrédulo es pecado, y el pecado
debe ser abandonado, y debemos dar frutos de arrepentimiento, ¿no deben los cristianos dejar a sus cónyuges inconversos de una vez, como en el tiempo
de Esdras y Nehemías (Esd. 9:1-10:44; Neh. 13:23-29; cf. Deut. 7:1-4;
Ex. 34:15,16)?
¿Cómo ocurre el arrepentimiento del cristiano que se casó con una persona del mundo? ¿Cómo dará fruto digno de arrepentimiento continuando a la
vez en un pacto pecaminoso? ¿Puede un pacto pecaminoso e ilícito transformarse en bueno y lícito
solamente confesando algún pecado pero continuando en ése pacto?
Observar dos clases de noviazgo, y condenar solamente uno. Según esta doctrina, un joven cristiano debe ser disciplinado aunque no sea
lascivo, inmundo o fornicario, por la razón de estar en noviazgo con una persona del mundo. No así con los noviazgos entre cristianos.
División. Es imposible
que la división no suceda cuando los proponentes de este error insistan en
aplicar su escrúpulo a la hermandad. Todo error es de las tinieblas (1 Jn. 1:5) y no de
Dios (1 Ped. 1:16) las consecuencias de insistir en tal escrúpulo
ocasionarán mucho daño a la obra del Señor.
Conclusión
Si
el cristiano se casa con una persona del mundo no quedará sin consecuencias, busca
problemas, y los hallará. El efecto de tal decisión puede durar toda la vida, a
menos que el cónyuge sea ganado para Cristo.
No
recomendamos el matrimonio con un inconverso, y advertimos a los cristianos de
todo lo que la Biblia implica que sucederá.
Los
hermanos escrupulosos que están forzando una división por predicar que “es
pecado casarse con un incrédulo y que deben ser disciplinados tales pecadores”, no tienen Biblia para lo que creen, dicen y
hacen.