La justicia de los escribas y fariseos

 


Por Josué Hernández

 
Cuando Jesús en “El sermón del monte” comienza a contrastar la justicia del reino con la interpretación y aplicación tradicionales, él advirtió fuertemente a sus discípulos: “Porque yo os digo, que si vuestra justicia no excediere a la justicia de los escribas y fariseos, de ninguna manera entraréis en el reino de los cielos” (Mat. 5:20, VM).
 
“La religión de los fariseos, de ahí su rectitud, consistía en actos externos, ceremoniales, rituales, liturgias y formalidades de muchas clases, con poca o ninguna atención prestada a la condición del corazón” (J. B. Coffman).
 
“El fariseísmo tendía a ablandar las demandas de la ley al hacer énfasis solamente en la obediencia externa” (J. MacArthur).
 
“dicen y no hacen”
 
“Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas” (Mat. 23:1-4).
 
Los escribas y fariseos a menudo enseñaban la verdad, pero no practicaban lo que predicaban (cf. Rom. 2:17-24), como algunos padres parecen decir a sus hijos: “haz lo que digo, no lo que hago”.
 
“hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres”
 
“Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mat. 23:5-12).
 
Los escribas y fariseos disfrutaban el placer de usar atuendos religiosos que los separaban de los demás, y estaban encantados con establecerse en lugares de honor y usar títulos religiosos. Ciertamente, entendieron al revés el concepto de grandeza. ¿Lo hemos entendido correctamente nosotros?
 
Usaban de obediencia selectiva
 
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!” de Dios (Mat. 23:23,24).
 
Los escribas y fariseos usaban de obediencia selectiva. En su caso, enfatizando aspectos más visibles y menos importantes, en desmedro de lo más importante y que concierne al corazón. Como alguno ilustró, “se especializaron en partidos de barrio, y no en el campeonato nacional”.
 
Eran avaros
 
“Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Luc. 16:13-15).
 
Los escribas y fariseos no admitirían su avaricia, y procurarían justificarse ante los hombres. Su amor al dinero los había cegado (Luc. 16:16-31).
 
La justicia del reino de los cielos definida
 
Aprendemos en “El sermón del monte” que Jesucristo prohíbe la conducta pecaminosa de los escribas y fariseos. Por lo tanto, está prohibido a los ciudadanos del reino de los cielos: 
  • El “decir y no hacer” (Mat. 7:21). 
  • El practicar la justicia del reino para ser vistos por los hombres (Mat. 6:1). 
  • El quebrantar la ley de Dios (Mat. 5:19), enfatizando una interpretación superficial (Mat. 5:21,27,33) sin condenar la raíz del pecado (Mat. 5:22,23,28,34-36) torciendo el sentido de la palabra de Dios (Mat. 5:31,38,43). 
  • La avaricia (Mat. 6:19-24).
El ciudadano del reino de los cielos no debe
  • Creer y no hacer (Sant. 2:14-17; 1 Jn. 2:4-6; 3:18). 
  • Vivir privadamente de una manera discordante con su vida pública (cf. Mar. 4:22). 
  • Ser negligente con lo que el Señor le ordenó (cf. Mat. 28:20; Jn. 8:21,32; 2 Jn. 9). 
  • Amar al dinero (1 Tim. 6:9-10; 1 Jn. 2:15-17).
Conclusión
 
Nuestra justicia, como ciudadanos del reino de los cielos, debe exceder a la justicia de los escribas y fariseos. Si hemos fallado, la gracia de Dios proporciona el perdón (1 Jn. 1:9). El Señor nos dará la fuerza si queremos servirle (Ef. 1:19; 3:16; 6:10; Fil. 4:13).
 
Debemos trabajar para nuestra salvación: “Sed salvos de esta perversa generación” (Hech. 2:40). “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Fil. 2:12).