Sal y luz

 


Por Josué Hernández

 
En “El sermón del monte”, primeramente, Jesús describió el carácter y la bienaventuranza de los ciudadanos del reino de los cielos (Mat. 5:3-9), y luego, advirtió sobre la actitud de los extranjeros al reino (5:10-12). Entonces, señaló la influencia del reino sobre el mundo como “sal” y como “luz”, lo cual resulta ser un cumplido, un desafío y una misión. Lo cual, a su vez, da a conocer el valor y la importancia de los cristianos.
 
“En las bienaventuranzas el carácter y bendición de los ciudadanos del reino fueron descritos. La bienaventuranza final era de carácter transicional. Describía la actitud del mundo hacia los creyentes en el Señor Jesucristo. Los dos “emblemas”, sal y luz, presentados ahora, describen lo opuesto, esto es, la influencia del reino sobre el mundo, la respuesta de los seguidores de Cristo hacia quienes los persiguen” (W. Hendriksen).
 
Vosotros sois la sal de la tierra (Mat. 5:13)
 
La sal tiene varias características. Es condimento, conservante, fertilizante, y de uso extendido (cf. Job 6:6; Luc. 14:34,35; Col. 4:6).
 
“Jesús aparentemente está pensando en la función de la sal como conservante, como enemigo de la descomposición, y como saborizante de las comidas. Lo que es bueno en la sociedad, sus seguidores mantienen sano. A lo que es corrupto se le oponen; penetran en la sociedad para bien y actúan como una especie de antiséptico moral. Y le dan un sabor a la vida como la sal a un plato de comida” (Leon Morris).
 
“La sal empleada en este país es un compuesto químico, y si se perdiese su salinidad o perdiese su sabor, no quedaría nada. Pero en los países orientales, la sal que se empleaba era impura, mezclada con sustancias vegetales y térreas, de modo que podía perder toda su salinidad y quedar una cantidad considerable de sal sin el sabor. Esto no servía para nada, excepto un uso, como se menciona, de utilizarla en caminos o senderos, como nosotros usamos grava” (Albert Barnes).
 
“El discípulo tiene una gran función, ser la sal de la tierra viviendo las condiciones del discipulado que se relacionan en las Bienaventuranzas y en todo el resto del Sermón. Si deja de exhibir esta realidad espiritual, los hombres pisotearán su testimonio. El mundo menosprecia al creyente no consagrado” (W. MacDonald).
 
Entonces, debido a la naturaleza de la sal para hacer notoria su presencia mediante su influencia, Jesús ilustró la influencia de los cristianos en el mundo, porque el mundo requiere sal (Mat. 5:3-12) para que Dios lo soporte (Ef. 5:12; Fil. 2:15; 2 Ped. 1:4), como en el tiempo de Abraham (Gen. 18:23-33), como en el tiempo de Jeremías (Jer. 5:1), como en el tiempo de Ezequiel (Ez. 22:30), y como en nuestro tiempo.
 
El desafío es permanecer como sal, es decir, permanecer útiles para Dios (cf. Mat. 5:13; 1 Cor. 15:33; Ef. 5:3-7).
 
Vosotros sois la luz del mundo (Mat. 5:14-16)
 
“El cristiano es como una ciudad asentada sobre un monte; está elevado por encima de sus alrededores y resplandece en medio de las tinieblas. Aquella persona cuya vida exhibe los rasgos de la enseñanza de Cristo no se puede esconder.” (W. Macdonald).
 
En las Escrituras, la “luz” es a menudo un símbolo de la verdad, la pureza y la justicia. Las “tinieblas”, en contraste, son un símbolo de la ignorancia y el mal (Sal. 119:105; Jn. 1:4-9; 3:19-21; 2 Ped. 1:19; 1 Jn. 1:5-7). Por ejemplo, Israel debía ser luz para las naciones (Is. 42:6; 49:6), sin embargo, a menudo fracasó en la misión.  
 
Jesucristo es la luz del mundo (Jn. 8:12; 9:5), y sus discípulos deben serlo también (Fil. 2:14,15). En otras palabras, los súbditos del reino de los cielos han de reflejar la luz de Cristo al mundo (Ef. 5:8).
 
Los ciudadanos del reino de los cielos han de alumbrar el mundo, proclamando las virtudes de Dios (1 Ped. 2:9). Por lo tanto, deben ser visibles (cf. Mat. 5:14-16; Jn. 13:35; 17:21), e irradiar (1 Ped. 2:9,11,12; Tito 2:11-15; 3:1,2).
 
“El atractivo de unas vidas en las que vive Cristo habla más alto que la persuasión de las palabras” (W. MacDonald).
 
Conclusión
 
Hay propósito. Porque el propósito primordial de la sal es salar y evitar la corrupción, y el propósito primordial de la luz es disipar las tinieblas.
 
Hay meta, porque el plan de Cristo es que “glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat. 5:16). Entendiendo “vuestro Padre”, como una expresión de familiaridad y ternura; y, “que está en los cielos”, como una expresión de reverencia.
 
Hay disposición, porque “vuestro Padre que está en los cielos” (Mat. 5:16) es “digno de ser complacido”, y “digno de ser alabado”.
 
La pregunta es, ¿soy realmente ciudadano del reino de los cielos? ¿Estoy viviendo como “sal de la tierra” y “luz del mundo”? ¿Es mi conducta para la gloria de Dios y la salvación de las almas?