En “El sermón del monte”, primeramente,
Jesús describió el carácter y la bienaventuranza de los ciudadanos del reino de
los cielos (Mat. 5:3-9), y luego, advirtió sobre la actitud de los extranjeros
al reino (5:10-12). Entonces, señaló la influencia del reino sobre el mundo
como “sal” y como “luz”, lo cual resulta ser un cumplido, un desafío y una
misión. Lo cual, a su vez, da a conocer el valor y la importancia de los
cristianos. “En las bienaventuranzas el carácter
y bendición de los ciudadanos del reino fueron descritos. La bienaventuranza
final era de carácter transicional. Describía la actitud del mundo hacia los
creyentes en el Señor Jesucristo. Los dos “emblemas”, sal y luz, presentados
ahora, describen lo opuesto, esto es, la influencia del reino sobre el mundo,
la respuesta de los seguidores de Cristo hacia quienes los persiguen” (W.
Hendriksen).
Vosotros sois la
sal de la tierra (Mat. 5:13)
La sal tiene varias
características. Es condimento, conservante, fertilizante, y de uso extendido
(cf. Job 6:6; Luc. 14:34,35; Col. 4:6). “Jesús aparentemente está
pensando en la función de la sal como conservante, como enemigo de la
descomposición, y como saborizante de las comidas. Lo que es bueno en la
sociedad, sus seguidores mantienen sano. A lo que es corrupto se le oponen;
penetran en la sociedad para bien y actúan como una especie de antiséptico
moral. Y le dan un sabor a la vida como la sal a un plato de comida” (Leon
Morris). “La sal empleada en este país es un
compuesto químico, y si se perdiese su salinidad o perdiese su sabor, no
quedaría nada. Pero en los países orientales, la sal que se empleaba era
impura, mezclada con sustancias vegetales y térreas, de modo que podía perder
toda su salinidad y quedar una cantidad considerable de sal sin el sabor. Esto
no servía para nada, excepto un uso, como se menciona, de utilizarla en caminos
o senderos, como nosotros usamos grava” (Albert Barnes). “El discípulo tiene una gran
función, ser la sal de la tierra viviendo las condiciones del discipulado que
se relacionan en las Bienaventuranzas y en todo el resto del Sermón. Si deja de
exhibir esta realidad espiritual, los hombres pisotearán su testimonio. El
mundo menosprecia al creyente no consagrado” (W. MacDonald). Entonces, debido a la naturaleza
de la sal para hacer notoria su presencia mediante su influencia, Jesús ilustró
la influencia de los cristianos en el mundo, porque el mundo requiere sal (Mat.
5:3-12) para que Dios lo soporte (Ef. 5:12; Fil. 2:15; 2 Ped. 1:4), como en el
tiempo de Abraham (Gen. 18:23-33), como en el tiempo de Jeremías (Jer. 5:1), como
en el tiempo de Ezequiel (Ez. 22:30), y como en nuestro tiempo. El desafío es permanecer como
sal, es decir, permanecer útiles para Dios (cf. Mat. 5:13; 1 Cor. 15:33; Ef.
5:3-7).
Vosotros sois la luz
del mundo (Mat. 5:14-16)
“El cristiano es como una ciudad
asentada sobre un monte; está elevado por encima de sus alrededores y
resplandece en medio de las tinieblas. Aquella persona cuya vida exhibe los
rasgos de la enseñanza de Cristo no se puede esconder.” (W. Macdonald). En las Escrituras, la “luz” es a
menudo un símbolo de la verdad, la pureza y la justicia. Las “tinieblas”, en
contraste, son un símbolo de la ignorancia y el mal (Sal. 119:105; Jn. 1:4-9;
3:19-21; 2 Ped. 1:19; 1 Jn. 1:5-7). Por ejemplo, Israel debía ser luz para las
naciones (Is. 42:6; 49:6), sin embargo, a menudo fracasó en la misión. Jesucristo es la luz del mundo
(Jn. 8:12; 9:5), y sus discípulos deben serlo también (Fil. 2:14,15). En otras
palabras, los súbditos del reino de los cielos han de reflejar la luz de Cristo
al mundo (Ef. 5:8). Los ciudadanos del reino de los
cielos han de alumbrar el mundo, proclamando las virtudes de Dios (1 Ped. 2:9).
Por lo tanto, deben ser visibles (cf. Mat. 5:14-16; Jn. 13:35; 17:21), e
irradiar (1 Ped. 2:9,11,12; Tito 2:11-15; 3:1,2). “El atractivo de unas vidas en
las que vive Cristo habla más alto que la persuasión de las palabras” (W.
MacDonald).
Conclusión
Hay propósito. Porque el
propósito primordial de la sal es salar y evitar la corrupción, y el propósito
primordial de la luz es disipar las tinieblas. Hay meta, porque el plan de
Cristo es que “glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat. 5:16).
Entendiendo “vuestro Padre”, como una expresión de familiaridad y ternura; y, “que
está en los cielos”, como una expresión de reverencia. Hay disposición, porque “vuestro
Padre que está en los cielos” (Mat. 5:16) es “digno de ser complacido”, y “digno
de ser alabado”. La pregunta es, ¿soy realmente
ciudadano del reino de los cielos? ¿Estoy viviendo como “sal de la tierra” y
“luz del mundo”? ¿Es mi conducta para la gloria de Dios y la salvación de las
almas?