Por Josué I. Hernández
Antes de participar de la cena del Señor, los hermanos a menudo leerán
Isaías 53, y contemplarán el sufrimiento que nuestro Señor soportó en la cruz. A
este amado capítulo de Isaías a menudo se le llama el pasaje del Siervo sufriente.
Es el cuarto de “Los cánticos del Siervo” del libro Isaías, una serie de
pasajes que tratan del “Siervo del Señor”
- Primer canto (42:1–4).
- Segundo cando (49:1–7).
- Tercer canto (50:4–9).
- Cuarto canto (52:13– 53:12).
El Nuevo Testamento testifica que “Los cánticos del Siervo” se aplican a
la vida y obra de Jesús de Nazaret
“El NT basa su doctrina de la expiación en este concepto profético del Siervo
que sufre. Treinta y cuatro veces encontramos a varios escritores del Nuevo
Testamento refiriéndose a la proclamación de Isaías cumplida en Jesús (ej. Hech. 8:32-35; 1 Ped. 2:22-25)” (Ryken, Wilhoit, and Longman,
“Atonement,” Dictionary of Bible Imagery, 55)
Mientras Jesús sanaba a los enfermos en Capernaum, Mateo dice que “Él
mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” como profetizó
Isaías (Mat. 8:16-17; cf. Is. 53:4; 1 Ped. 2:24).
Cuando los fariseos conspiraron para matar a Jesús, Mateo, en su cita
más larga del Antiguo Testamento, mostró cómo el rechazo a Jesús era parte de
la profecía de Isaías acerca del Mesías (Mat. 12:14-21; cf. Is. 42:1-4).
Marcos nos recuerda que “está escrito” que el Hijo del Hombre “¿y cómo
está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada” (Mar.
9:12; cf. Is. 53:1-12).
Juan nos dice que las personas que rechazaron las señales que Jesús
realizó cumplieron la profecía de Isaías (Jn. 12:37–38; cf. Is.
53:1,4,5,6,7,9).
El rechazo judío de Jesús como Mesías fue predicho por las Escrituras y
sirvió para confirmar (en lugar de frustrar) el plan eterno de Dios.
“El cuarto evangelista cita Isaías 53:1 como evidencia de su afirmación
de que el rechazo judío de Jesús está respaldado por, y de hecho cumple, las
Escrituras en lugar de estar en conflicto con ellas. El axioma hermenéutico que
subyace a la apropiación de este pasaje por parte de Juan es la convicción de
que Jesús es el Mesías, quien a su vez se identifica con el Siervo del Señor,
que aparece en los Cantos de Isaías acerca del Siervo sufriente. La tipología
se extiende no solo al vínculo entre Isaías y su mensaje, por un lado, y Jesús
y su mensaje, por otro, sino también al rechazo del mensaje de Isaías por parte
de sus contemporáneos y al rechazo del mensaje y las señales de Jesús (“brazo
de Jehová”) por la misma clase de personas. Según el cuarto evangelista, el
rechazo judío de las palabras de Dios no es nada nuevo: así como la misión y el
mensaje de Isaías habían sido rechazados, también lo fueron Jesús y su
ministerio…” (Köstenberger, Commentary on the New Testament Use of
the Old Testament, 478–479).
En la noche de su traición, Jesús dijo que sería arrestado como un criminal,
en cumplimiento de la profecía de Isaías (Luc. 22:34-37; cf. Is. 53:12).
Pedro nos recuerda que el ejemplo sin pecado de Cristo fue el tema de la
antigua profecía de Isaías (1 Ped. 2:21-25; cf. Is. 53:9).
Cuando el eunuco etíope leyó Isaías 53,
estaba confundido acerca de la identidad del Siervo sufriente (Hech. 8:29–35;
cf. Is. 53:7–8). “Su confusión era comprensible, ya que el pensamiento judío
contemporáneo estaba dividido en la interpretación de este pasaje. Algunos
sostenían que el cordero sacrificado representaba a la nación, otros que Isaías
hablaba de sí mismo, y otros que se refería al Mesías. Sin embargo, no había
ninguna duda en la mente de Felipe sobre quién escribió Isaías” (J. F. MacArthur).
“De todos los pasajes del Antiguo Testamento
que el etíope podría haber estado leyendo, no hay un solo capítulo más
apropiado para explicar la obra de Cristo que Isaías 53. Aunque muchos judíos
pensaban que su propia experiencia cumplía gran parte del sufrimiento y los
temas del martirio del pasaje, Felipe declara que el pasaje encuentra su
cumplimiento decisivo en una persona: Jesús” (Arnold, ZIBBCNT-5, 2.287).
Antes de la historia del etíope, el libro de
los Hechos ya se había referido a Jesús como el Siervo de Dios (Hech. 3:13,26;
4:27,30).
En los pasajes del
Siervo sufriente de Isaías, se nos da una visión dramática de la vida de
nuestro Señor en los días de su carne, vemos su compasión, humildad, poder y la
salvación que él traería a todo el mundo (cf. Jn. 3:16; Rom. 5:6-8; 2 Cor. 5:14,15).
“Pocos elementos del estudio del Antiguo
Testamento han generado tanto interés como los llamados “Cánticos del Siervo”.
Ya en 1948 C.R. North podía enumerar más de 250 obras dedicadas a estos
pasajes; la tasa de publicación no ha disminuido desde entonces” (Dillard and
Longman, An Introduction to the Old Testament, 277).
“Otro pasaje importante del NT que utiliza
Isaías 53 es 1 Pedro 2:22-25, que, en forma midráshica, alude a Isaías
53:4,5,6,7,9 (cf. Rom. 4:25; 5:19; 1 Cor. 15:3; Gal. 1:4; 2:20; Fil. 2:7-9;
Heb. 9:28). Isaías 53 también jugó un papel importante en el debate
judío-cristiano en el período patrístico (1 Clem. 16, citando Isaías 53:1-12;
Justino Mártir, Dial. 13, citando Isaías 52:10–54:6; 1 Apol. 50-51, citando
Isaías 52:13-53:12)” (Köstenberger, Commentary on the New Testament Use of the
Old Testament, 479).
El profeta Isaías
comenzó su ministerio alrededor del 740 A.C., y terminó en el 680 A.C.
Dios, a través de Isaías, nos da una imagen
clara de lo que iba a suceder, no solo en el futuro inmediato de Israel, sino
de cómo Dios traería al Mesías, “El Siervo Sufriente”, al mundo. Aproximadamente
150 años antes de que sucediera, Isaías predijo que los judíos del reino del
sur serían llevados al cautiverio babilónico (Is. 6:11,12; 11:12). Miqueas
también predijo la cautividad en Babilonia (Miq. 4:10). Jeremías proclamó que
el cautiverio de los judíos duraría setenta años (Jer. 25:1,11,12).
El tema de Isaías en los capítulos 40-66 de
su libro fue el cautiverio babilónico, las razones de este, y, en última
instancia, la liberación de él. Sabemos que se llevó a cabo la primera
deportación de los judíos a Babilonia en el 597 A.C. (2 Rey. 24:12-16; Jer.
52:28), la destrucción del templo de Salomón y una segunda deportación de los
judíos tuvo lugar en el 586 A.C. (2 Rey. 25:8-21; Jer. 39:8-10; 40:7; 52:12-34),
por último, se llevó a cabo una tercera deportación en el 582 A.C. (Jer.
52:28-30). Sin embargo, el Dios de Israel usaría a Ciro, el rey de Persia, para
liberar a su pueblo del cautiverio babilónico, medio por el cual los judíos
podrían regresar a Jerusalén y reconstruir el templo (Esd. 1:1-4; 5:13-17). Dios
se refirió a Ciro como “mi pastor” y su “ungido” (Is. 44:28; 45:1).
“Ciro entró en Babilonia el 29 de octubre de
539 A.C., y se presentó en el papel de libertador del pueblo. Permitió que las
imágenes de los dioses fueran transportadas de regreso a sus ciudades
originales e instituyó una política amable de repatriación para los pueblos
cautivos. Sus políticas de moderación se extendieron naturalmente a los
hebreos, a quienes animó a regresar a Judea para reconstruir su templo” (2 Cron.
36:22,23; Esd. 1:1-6)” (Gates, “Cyrus,” NIBD).
“En su decreto a los judíos (Esdras 1), Ciro
se refirió a 'Jehová el Dios de los cielos' como el que le había dado 'todos
los reinos de la tierra' y que le había encargado 'que le edifique casa en
Jerusalén' (Esdras 1:2). ¿Cómo supo Ciro esto? Probablemente no a través de
sueños o visiones, sino más bien a través de la confrontación con las profecías
de Isaías escritas 150 años antes. Parece muy probable que Daniel, que vivió al
menos hasta el tercer año de Ciro (Dan. 10:1), y quien estaba muy preocupado
por el cumplimiento de la profecía de Jeremías del regreso de Israel a su
tierra después de setenta años (Dan. 9:2; cf. Jer. 25:11,12), fue quien
presentó un rollo de las profecías de Isaías al monarca persa. Josefo, quien
tuvo acceso a muchos registros históricos perdidos hace mucho tiempo, afirma
que "cuando Ciro leyó esto y admiró el poder
divino, un ferviente deseo y anhelo se apoderaron de él para cumplir lo que
estaba escrito" (Antiq. XI, i, 2)” (Whitcomb, “Cyrus,” ZPEB).
Sin embargo, en “Los cánticos
del Siervo”, Isaías habla de una liberación mayor que la de Babilonia y de
un libertador mayor que Ciro.
“En el Siervo sufriente se ve al Mesías
haciendo expiación vicaria a través de su pasión y muerte, lo cual tiene un
propósito positivo en el plan de Dios para la salvación de los hombres
pecadores. El Mesías como el Siervo sufriente resume todo el movimiento
profético y constituye un clímax en la profecía del Antiguo Testamento. El
progreso de la revelación profética en la historia conduce a la idea del inocente
y sufriente Siervo de Dios, que en el propósito redentor de su muerte,
reconcilia a los hombres con Dios. En el sacrificio del Mesías de sí mismo como
expiación por el pecado, su oficio sacerdotal se revela y se combina con su
trabajo como profeta y rey” (Schultz, “Messiah,” NIBD).
El Siervo sufriente se presenta mucho antes
del amado capítulo cincuenta y tres de Isaías y se menciona en cuatro secciones
separadas del libro.
Resumen de “Los cuatro
cánticos del Siervo sufriente” del libro Isaías.
En el primer Canto del Siervo, Isaías nos
presenta al Siervo del Señor como aquel que “traerá justicia a las naciones” (Isa
42:1).
En el segundo Canto del Siervo, aprendemos
que el Mesías sentiría el agotamiento, la fatiga, “Por demás he trabajado”, “he
consumido mis fuerzas” (Is. 49:1-7).
El sufrimiento se vuelve vital para la misión
del Siervo del Señor, porque, en el tercer Canto del Siervo, él testifica: “Di
mis espaldas a los que me herían, y mis mejillas a los que me arrancaban la
barba; no escondí mi rostro de injurias y esputos” (Is. 50:6, LBLA).
En los primeros tres cánticos del Siervo,
aprendemos que el Siervo sufrirá, pero se desconoce la razón de su sufrimiento
hasta que lleguemos al cuarto Canto del Siervo sufriente (Is. 53:4-6).
¿Recuerda cuál es la
razón del sufrimiento de Jesucristo?