“Si alguno se cree
religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón,
la religión del tal es vana.
La religión pura y sin mácula delante de Dios el
Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y
guardarse sin mancha del mundo” (Sant. 1:26,27).
Por Josué I. Hernández
Nuestra religión
puede ser vana
Podemos autoengañarnos