Se ha dicho que hay más gente que elogia la Biblia de la que lee la Biblia,
y más gente que lee la Biblia de la que cree en la Biblia, y más gente que cree
en la Biblia de la que entiende la Biblia, y más gente que entiende la Biblia
de la que obedece a la Biblia. Desafortunadamente, esto describe adecuadamente
lo que está pasando a muchos en cuanto a su actitud hacia la Biblia. Vivimos en un momento en el cual la palabra de Dios, la Biblia, está más
accesible que nunca para la mayoría de la población en el mundo. Sin embargo,
mucha gente no lee la Biblia, y entre quienes la leen pocos creen en ella, y entre
quienes creen en ella pocos la entienden, y entre quienes la entienden pocos la
obedecen. ¿En qué lugar estamos nosotros? Una de las razones principales por las cuales esto es tan lamentable es
el hecho de que Dios nos ha dado su palabra para salvarnos, y aquellos que no
obedecen la palabra de Dios no podrán ser salvos, “Por lo cual, desechando
toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra
implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Sant. 1:21). Tener una copia de la Biblia en algún lugar de la casa, incluso, exhibir
la Biblia en un lugar destacado del hogar, no traerá salvación a quienes pasen
cerca de ella. La Biblia no fue dada como un amuleto. La palabra de Dios debe
ser recibida por fe y abrazada con obediencia. Jesús dijo, “El que me
rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he
hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Jn. 12:48). ¡Rechazar la palabra de Jesús es rechazar a Jesús! Aunque muchos enseñen
que uno puede “creer en Cristo” y al mismo tiempo “desobedecer a Cristo”, eso
no funcionará. Lo que alguno desobedezca de la palabra de Jesucristo le
condenará en el día del juicio. Amigo, no sea como aquellos que no quieren leer la Biblia; ni como
aquellos que la leen, pero no creen en ella; ni como aquellos que creen en ella, pero
no la entienden; ni como aquellos que la entienden pero no la obedecen.