Se afirma que siempre se debe llevar al pecador aparte para señalar su
pecado, aun cuando el pecado sea público y varios estén expuestos a la maldad
de su falsa doctrina y mal carácter. Fieles predicadores son tildados injustamente como “faltos
de amor y sabiduría” porque no siguieron el ejemplo de Priscila y Aquila
quienes llamaron aparte a Apolos (Hech. 18:26). Sin embargo, la corrección
privada de Apolos no es la única norma de corrección (cf. Rom. 16:17,18). La predicación de Apolos estuvo equivocada en la aplicación de las
profecías, pero él no era públicamente rebelde ni falso maestro
consumado. Simplemente, él no sabía que las profecías respecto a Cristo habían
sido cumplidas, porque “solamente conocía el bautismo de Juan” (Hech. 18:25). En
fin, el caso de corrección de Apolos no es el patrón para todo caso de corrección. Es importante reconocer que sabemos del caso de Apolos porque
Lucas lo escribió en un documento público, el cual conocemos como “Hechos”, este
detalle no lo debemos pasar por alto (cf. Gal. 2:11-21). La motivación para corregir ha de
ser el amor, y el ejercicio de tal amor ha de llenarnos de optimismo en el
proceso de la corrección. Debemos creer que es posible el arrepentimiento del
hermano caído y corregirle con esperanza (cf. Jn. 13:34-35; Rom. 15:14; 2 Tes.
3:15) aunque a veces se necesario reprender duramente (Tito 1:13) y arrebatar
del fuego (Jud. 1:23). Si el caso de Apolos es la única
forma de corregir, entonces el apóstol Pedro se equivocó al corregir a Simón
(Hech. 8:20-23) y el apóstol Pablo se equivocó al reprender a Elimas (Hech.
13:9-11). Sin embargo, ninguno de ellos se equivocó, la Biblia no se contradice. Evitar señalar y corregir pecados
públicos nos hace desobedientes del método de Dios para salvar almas que
necesitan nuestra ayuda.