“Hermanos, el deseo de mi corazón
y mi oración a Dios por ellos es para su salvación.
Porque yo testifico a su favor de
que tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno conocimiento. Pues
desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se
sometieron a la justicia de Dios” (Rom. 10:1-3, LBLA).
Por Josué I. Hernández