El estudio sintético de la Biblia

 


Por Josué I. Hernández

 
Mientras estudiamos las sagradas Escrituras nos damos cuenta de que hay muchas cosas que no pueden ser determinadas por localizar un solo texto que mande explícitamente a hacer algo en particular. Sencillo fuera encontrar una declaración expresa, o un mandamiento directo, para todo. Sin embargo, la revelación de Dios no es así.
 
Por ejemplo, no hay un solo texto que indique explícitamente todas las condiciones de Dios para otorgarnos su perdón. Dicho de otra manera, no tenemos el plan de salvación del evangelio en un solo texto. A su vez, no hay un solo texto que instruya al cristiano sobre todos los detalles y la manera de pasar a la mesa del Señor. Simplemente, Dios ha querido que estudiemos, y que pensando profundamente saquemos conclusiones al reunir la información.
 
Podemos conocer todo el consejo de Dios (Hech. 20:27), la Biblia lo contiene, pero la comprensión plena de la voluntad de Dios no se logrará por un mandamiento aislado que abarque todos los detalles. Necesitamos estudiar las sagradas Escrituras usando, lo que algunos llaman, el método analítico sintético. Es decir, debemos analizar la sagrada Escritura, examinándola cuidadosamente, para “reunir” la información bíblica concerniente al tema, para luego sacar las conclusiones que la armonía de los diferentes elementos produce.
 
El fiel estudiante de la Biblia escudriñará diligentemente en ella buscando las “piedras preciosas” de la bendita revelación, ya sea una “declaración expresa” o un “mandamiento directo”, ya sea un “ejemplo aprobado” que ilustre la voluntad de Dios, o una “implicación divina” de la cual sacará una conclusión (inferencia) necesaria.