Grandes multitudes siguieron a Jesús y a sus discípulos
(Mar. 3:7-9). Fueron atraídos por su habilidad para sanar a los enfermos y
echar fuera demonios (Mar. 3:10-12). Aquí observamos tres clases de individuos
que reaccionan ante Jesús: 1) Los comprometidos (Mar. 3:7,9), 2) los
espectadores (v.7-10), 3) los condenados (v.11,12).
Los comprometidos
Los comprometidos eran hombres como Pedro, Andrés,
Santiago, Juan y Leví, quienes respondieron positivamente al llamado a seguir a
Jesús (Mar. 1:16-20; 2:14), y servían a Jesús subordinados a su voluntad (cf.
Mar. 3:9; 3:13,14; 3:34,35; 4:34). Los comprometidos de hoy son aquellos que forman la
iglesia del Señor, quienes han respondido positivamente al llamado a ser
discípulos (Mat. 28:18-20), y ofrecen su capacidad y recursos para la difusión
del reino de Cristo (cf. Mat. 6:33). El compromiso de los tales los mueve a
desarrollar un carácter y servicio semejantes al de Cristo (2 Ped. 1:5-11; 1
Ped. 4:10,11).
Los espectadores
Los espectadores eran personas como aquellos que buscaban
ser sanados, o simplemente ver un milagro. Seguían
a Jesús de un lugar a otro, pero sin comprometerse como verdaderos discípulos. La Biblia nos informa que Jesús no se complacía de
aquellos que sólo buscaban alguna satisfacción personal, por ejemplo, cuando le
siguieron después de ser alimentados milagrosamente (Jn. 6:24-27). En un giro de absoluta franqueza, el Señor indicó lo que
involucra ser sus verdaderos discípulos (Jn. 8:30-32), y el costo por el
verdadero discipulado (cf. Mar. 8:34-38; 10:29-31; Luc. 14:25-27). Los espectadores de hoy miran a Cristo de lejos, otros de
cerca, pero sólo son espectadores, es decir, no se comprometen con Cristo, no
quieren pagar el precio (Luc. 9:23,24). Los tales buscan cualquier otra cosa,
por ejemplo, la satisfacción emocional o social. De este grupo son aquellos que
no obedecen al evangelio (Mar. 16:15,16; Hech. 2:42; 2 Tes. 2:15; 3:6) posponiendo el gran compromiso
(Hech. 17:32; 24:24-27).
Los condenados
Los espíritus inmundos estaban condenados. Estos demonios
al servicio de Satanás (cf. Mat. 12:25-28; 25:41) sabían la identidad de Jesús (cf.
Mar. 1:24,34; 3:11) y sabían el tormento que les esperaba (Mat. 8:29). La Biblia
nos informa que “los demonios creen y tiemblan” (Sant. 2:19), pero esta clase
de fe no produce salvación (Sant. 2:24), es una fe cadáver (Sant. 2:20,26). Los condenados de hoy son aquellos que persisten en el
pecado y se niegan a arrepentirse. Simplemente, resisten a Dios y se divierten
en el pecado (Rom. 1:30; 2 Tim. 3:4; cf. 1 Ped. 4:3,4). En esta condición, los
tales no tienen jamás perdón (Rom. 2:5; Heb. 10:26; 1 Jn. 1:9; 5:16,17) y responderán
ante el tribunal de Cristo (1 Ped. 4:5; Fil. 2:9-11).
Conclusión
¿En qué grupo estamos nosotros? ¿Somos discípulos
comprometidos? ¿Somos espectadores interesados o curiosos? ¿Somos de los
condenados decididos a resistir a Dios? ¿Qué será de nosotros en el día final?