El evangelio y el bautizador

 

Por Josué I. Hernández

 
La Biblia dice que todo obediente al evangelio es añadido a la iglesia (Hech. 2:47). Es decir, “todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gal. 3:27). Siempre que alguno es bautizado bíblicamente, es bautizado en un solo cuerpo, la iglesia de Cristo (1 Cor. 12:13,20; Col. 1:18). Esta relación divina es la esfera de la salvación, el ámbito y habitación de los redimidos (Ef. 2:11-22; 5:23).
 
Cuando alguno, ayudado por un guía que le muestra el camino, entra a la casa de Dios, el ingreso se ha producido, ya sea que el guía ingrese o se rehúse a entrar. La entrada a la familia de Dios no se ve anulada porque el que ayudó permanezca fuera de la casa por su infidelidad. El obediente a las instrucciones de ingreso, instrucciones que Dios ha revelado, no podría quedar fuera por la desobediencia de otro.
 
No es tan importante el que bautiza como predicar la verdad para que se bauticen (cf. 1 Cor. 1:17). El bautizador es incidental, de poca importancia, aunque sea como Diótrefes (3 Jn. 9,10). Simplemente, la obediencia al evangelio (Hech. 2:38; 22:16) no se anula por la infidelidad del que lo bautizó. El pecado no se transfiere del bautizador al bautizado.
 
El estado espiritual del que bautiza no cambia el carácter bíblico del bautismo en Cristo. Alguno podría dudar si quien le bautizó era un verdadero cristiano, otro podría descansar en el hecho de que le bautizó un verdadero cristiano, pero, ¿quién bautizó al que le bautizó a usted? ¿Cómo podría asegurarse de que los ancestros bautizadores eran verdaderos cristianos al momento de sumergir a los otros? ¿Puede ver lo absurdo de subordinar la eficacia del bautismo en Cristo al tipo de bautizador?
 
El apóstol Pablo habló de algunos que predicaban por envidia y contienda (Fil. 1:15-17). Los tales predicaban a Cristo por ambición egoísta más que por amor a las almas. Sin embargo, Pablo dijo que siempre estaban predicando a Cristo a pesar de sus motivaciones malvadas. El problema de estos predicadores no era el mensaje que predicaban, sino la razón por la cual lo hacían. Esperamos que sus conciencias los hayan inquietado lo suficiente como para que se arrepintieran. Me gusta pensar en eso.
 
Pablo entendía que el evangelio produce cristianos (cf. Rom. 1:16,17; Luc. 8:11), y se regocijaba al saber del fruto de la predicación de la verdad, a pesar de que era predicada por hombres malos. Debido a esto, Pablo escribió “¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún” (Fil. 1:18).  
 
Si los que siguieron las instrucciones bíblicas de los proclamadores contenciosos e insinceros se perderían, ¿por qué dijo Pablo “me gozo”?