La Biblia dice que todo obediente
al evangelio es añadido a la iglesia (Hech. 2:47). Es decir, “todos los que
habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gal. 3:27).
Siempre que alguno es bautizado bíblicamente, es bautizado en un solo
cuerpo, la iglesia de Cristo (1 Cor. 12:13,20; Col. 1:18). Esta relación divina
es la esfera de la salvación, el ámbito y habitación de los redimidos (Ef.
2:11-22; 5:23). Cuando alguno, ayudado por un
guía que le muestra el camino, entra a la casa de Dios, el ingreso se ha
producido, ya sea que el guía ingrese o se rehúse a entrar. La entrada a la familia
de Dios no se ve anulada porque el que ayudó permanezca fuera de la casa por su
infidelidad. El obediente a las instrucciones de ingreso, instrucciones que Dios
ha revelado, no podría quedar fuera por la desobediencia de otro. No es tan importante el que
bautiza como predicar la verdad para que se bauticen (cf. 1 Cor. 1:17).
El bautizador es incidental, de poca importancia, aunque sea como Diótrefes (3
Jn. 9,10). Simplemente, la obediencia al evangelio (Hech. 2:38; 22:16) no se anula
por la infidelidad del que lo bautizó. El pecado no se transfiere del
bautizador al bautizado. El estado espiritual del que bautiza
no cambia el carácter bíblico del bautismo en Cristo. Alguno podría dudar si
quien le bautizó era un verdadero cristiano, otro podría descansar en el hecho
de que le bautizó un verdadero cristiano, pero, ¿quién bautizó al que le
bautizó a usted? ¿Cómo podría asegurarse de que los ancestros bautizadores eran
verdaderos cristianos al momento de sumergir a los otros? ¿Puede ver lo absurdo
de subordinar la eficacia del bautismo en Cristo al tipo de bautizador? El apóstol Pablo habló de algunos
que predicaban por envidia y contienda (Fil. 1:15-17). Los tales predicaban a
Cristo por ambición egoísta más que por amor a las almas. Sin embargo, Pablo
dijo que siempre estaban predicando a Cristo a pesar de sus motivaciones
malvadas. El problema de estos predicadores no era el mensaje que predicaban,
sino la razón por la cual lo hacían. Esperamos que sus conciencias los
hayan inquietado lo suficiente como para que se arrepintieran. Me gusta pensar
en eso. Pablo entendía que el evangelio
produce cristianos (cf. Rom. 1:16,17; Luc. 8:11), y se regocijaba al saber del
fruto de la predicación de la verdad, a pesar de que era predicada por hombres
malos. Debido a esto, Pablo escribió “¿Qué, pues? Que no obstante, de todas
maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y
me gozaré aún” (Fil. 1:18). Si los que siguieron las
instrucciones bíblicas de los proclamadores contenciosos e insinceros se
perderían, ¿por qué dijo Pablo “me gozo”?