La familia del Señor

 


Por Josué I. Hernández

 
Una maravillosa bendición en la vida es tener una familia que funciona según el diseño de Dios, donde el marido y la mujer se aman verdaderamente, donde los padres y los hijos viven en armonía. Estas familias son cada vez más raras por varias razones, por ejemplo, por la sexualidad fuera del matrimonio, el divorcio y la viudez, por niños que sufren bajo padres que no se aman y que no los aman, y por hijos desprecian a sus padres y no les obedecen.
 
La inestabilidad de la familia afecta a todos; especialmente a los hijos.
 
“las víctimas más vulnerables de la inestabilidad de la familia son los hijos que son demasiado pequeños para entender lo que les ha sucedido a sus padres. Ese trágico impacto en la próxima generación fue ilustrado gráficamente en una conversación reciente con una maestra de sexto grado en una ciudad pudiente de California. Ella estaba estupefacta al ver los resultados de una tarea de composición creativa que les dio a sus alumnos. Se les pidió completar una frase que empezaba con las palabras: “Quisiera.” La maestra esperaba que los jóvenes expresaran que deseaban bicicletas, perros, aparatos de televisión, y viajes a Hawái. Más bien, veinte de los treinta alumnos hicieron referencia en sus respuestas a sus propias familias que se desintegraban:
  • Quisiera que mis padres no pelearan, y quisiera que mi padre volviera.
  • Quisiera que mi madre no tuviera un amante.
  • Quisiera tener calificaciones sobresalientes para que mi papá me quiera.
  • Quisiera tener sólo una mama y un papá para que los chicos no se burlen de mí. Tengo tres mamás y tres papás, y ellos arruinan mi vida.
  • Quisiera tener una ametralladora M-1 para poder matar a los que se burlan de mí.”
James Dobson, Love Must Be Tough
 
 
A pesar del panorama desolador, hay una familia donde el amor y el apoyo están disponibles para todos sus integrantes, donde se encuentra el parentesco con Dios, donde la relación familiar es eterna. Esta es la familia de Jesucristo.
 
La identidad de la verdadera familia del Señor
 
La verdadera familia de Jesucristo no es su familia terrenal, la cual fue conformada por su madre, María, la madre de su cuerpo humano, por su padrastro o padre legal, José, y por sus hermanos Jacobo, José, Judas, Simón y sus hermanas (cf. Mar. 6:3). 
 
A la edad de doce años, Jesús señaló al verdadero Padre, “Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (cf. Luc. 2:48,49).
 
Lo anterior no significa que Jesús no valorara a su familia física, “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (cf. Jn. 19:26,27).
 
La verdadera familia de Jesucristo es una familia espiritual. Esta familia son sus discípulos, “Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre” (Mar. 3:34,35).
 
Estos familiares de Jesucristo son quienes hacen la voluntad del Padre que está en los cielos, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mat. 7:21-23).
 
Estos familiares de Jesucristo son verdaderamente bienaventurados, “Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Luc. 11:27,28).
 
Las bendiciones en la familia del Señor
 
Dios como Padre:
  • Escucha nuestras oraciones (Mat. 6:6).
  • Provee para nuestras necesidades (Mat. 6:11,30-33; 7:11).
  • Perdona nuestros pecados (Mat. 6:12)
  • Nos libra del maligno (Mat. 6:13).
 
Jesús como hermano:
  • Como hermano mayor que cuida y protege (Heb. 2:11,12).
  • Como nuestro sumo sacerdote (Heb. 2:17,18; 4:14-16).
  • Que vive para siempre para interceder a nuestro favor (Heb. 7:25; Rom. 8:34).
 
El Espíritu Santo como ayudador y fortalecedor:
  • Que intercede por nosotros (Rom. 8:26,27).
  • Que nos empodera y capacita (Rom. 8:12,13).
  • Que derrama en nosotros el amor de Dios (Rom. 5:5; 8:15; Gal. 4:6).
 
Mientras los lazos familiares se rompen al morir (Rom. 7:2; 1 Cor. 7:39; Mar. 12:24,25), a la familia del Señor le espera una herencia eterna (Rom. 8:16,17; Apoc. 21:1-7). Todo santo, vivo o muerto, es miembro de la familia del Señor.
 
Conclusión
 
La verdadera familia de Jesús es realmente grande. Es una familia bajo la sombra de la deidad (cf. Mat. 28:19,20), una familia eterna no afectada por el divorcio o la muerte.
 
El infinito privilegio de convertirse en un miembro aceptado por el Padre en esta familia es posible por el inmenso amor de Dios, “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Jn. 3:1).
 
La familia de Dios (Ef. 2:19) es el resultado del maravilloso plan de redención de Dios en Cristo (Ef. 1:3-14).
 
Todos pueden pertenecer a esta familia obedeciendo al evangelio (Jn. 1:12; Gal. 3:26,27), es decir, naciendo del agua y del Espíritu (Jn. 3:3-5; cf. Mar. 16:16).