¿Cuál plan?


 
Por Josué I. Hernández

 
El plan de salvación revelado en el evangelio de Cristo comenzó a ser anunciado al mundo por los apóstoles, hombres inspirados por el Espíritu Santo, quienes instruyeron a los que oían y creían sobre lo que debían hacer para el perdón de sus pecados. Todo esto conforme al mandamiento del Señor Jesucristo (cf. Mat. 28:19,20; Mar. 16:15,16; Luc. 24:47; Hech. 1:8).
 
Lucas registra una pregunta que fue hecha a Pedro y los demás apóstoles en el día de Pentecostés, “Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hech. 2:37). A lo cual Pedro respondió, “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hech. 2:38).   
 
A diferencia del plan de salvación de Dios, el plan de salvación del hombre motiva a los pecadores del mundo a que hagan una oración para ser salvos. Esta oración no se encuentra en las sagradas Escrituras. Nunca leemos en la Biblia que los pecadores del mundo deban orar para alcanzar el perdón de los pecados. Saulo no alcanzó el perdón de los pecados por la oración (Hech. 9:11,18; 22:16). Cornelio no fue salvo por sus oraciones (Hech. 10:2,5,6; 11:14). La popular “oración del pecador”, no es de Dios, sino del hombre.  
 
No podríamos aceptar, ni obedecer, ni predicar, el plan de salvación del hombre, porque es un fraude, un plan que promete una salvación que no logra cumplir. Sin embargo, este estudiante de la Biblia cambiará de opinión cuando encuentre en el registro bíblico del Nuevo Testamento a pecadores del mundo orando y siendo salvos, es decir, orando y llegando a ser miembros de la familia de Dios.