El adúltero debe dejar el adulterio

 

 
Por Josué I. Hernández
 
 
Jesús dijo, “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mat. 19:9). 

¿Qué sucede cuando un hombre hace lo que Cristo prohíbe en este pasaje y se casa con otra mujer? ¿Qué debe hacer este hombre para ser perdonado por Dios? ¿Puede continuar en el segundo matrimonio sin ser culpable de adulterio?

 
El adúltero, sea hombre o mujer, debe obedecer la ley del perdón del evangelio (Rom. 1:16,17; 2:8; 10:16; 2 Tes. 1:8). Si el adúltero es un pecador del mundo debe llegar a ser bautizado para el perdón de sus pecados en plena certidumbre de fe (cf. Mar. 16:16; Hech. 2:38; 8:37). Si es un hijo de Dios apartado, debe arrepentirse y confesar su pecado (cf. Hech. 8:22; 1 Jn. 1:9). En ambos casos la sangre de Cristo lava y limpia (cf. Hech. 22:16; Rom. 3:25; 5:9; Heb. 9:13; 1 Jn. 1:7; 2:2; Apoc. 1:5) y Dios perdona (cf. Hech. 10:43; 26:18; Rom. 4:6-8) al adúltero arrepentido (cf. Luc. 24:47; Hech. 17:30).
 
Cuando el pecador obedece la ley del perdón llega ser a lavado, santificado y justificado “en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Cor. 6:11; cf. Rom. 4:6-8).
 
Entonces, ¿puede este hombre volver a su casa y continuar con su segunda esposa, y disfrutar del perdón de Dios? Algunos dicen que sí, que puede continuar con la segunda esposa porque Dios perdonó su adulterio. Sin embargo, el Señor Jesucristo señaló como ilegítimo el que permanezca casado “con otra”, y dijo que el hombre mientras esté con esta segunda esposa “adultera”.
 
La Biblia enseña claramente que no solo es pecado el separarse, o repudiar, por cualquier causa (Mat. 19:3,6), también es pecado contraer nuevas nupcias estando ligado al cónyuge original (Rom. 7:2; 1 Cor. 7:39; cf. Mar. 10:11), y también es pecado el permanecer en tal matrimonio ilegítimo (cf. Mar. 6:18).
 
Considere lo siguiente. El verbo “adultera” (Mat. 19:9) está conjugado en tiempo presente, indicando una acción continua. Quiere decir “seguir cometiendo el adulterio”. Esta persona se encuentra en el estado, o condición, de adulterio. Sin lugar a duda, tiene que arrepentirse de lo que está cometiendo, y, por lo tanto, debe abandonar la relación adúltera. En otras palabras, ¡debe dejar de adulterar!
 
Así como el mentiroso debe dejar de mentir, y arrepentido decir la verdad; y el ladrón debe dejar de robar, y arrepentido devolver lo robado. El adúltero debe dejar de adulterar, y devolver al cónyuge que no le pertenece.
 
Según lo anterior, entendemos que todo aquel que no tenga derecho a las segundas nupcias estará adulterando cuando tenga intercambio sexual con quien no es su cónyuge legítimo, y las segundas nupcias que contraiga, si llegase a casarse nuevamente, serán adulterio (Mar. 10:11,12; Luc. 16:18; cf. Rom. 7:2,3).
 
Conclusión
 
Dios aborrece el repudio (Mal. 2:16). No es del plan de Dios que los cónyuges se separen, es decir, se divorcien, y se vuelvan a casar (1 Cor. 7:11), lo cual sucede tan a menudo en nuestra sociedad.
 
Los casados están ligados por el pacto matrimonial que hicieron (cf. 1 Cor. 7:39; Mal. 2:14; Prov. 2:17), y Cristo dijo que el que repudia a su cónyuge por cualquier causa peca (Mat. 19:3,6) y al volver a casarse estará adulterando (Mat. 19:9), a menos que haya repudiado a su cónyuge legítimo “por causa de fornicación” (Mat. 19:9). Es decir, si se separa, es decir, repudia a su cónyuge por causa de fornicación y contrae nuevas nupcias no adultera.
 
Jesucristo autoriza las segundas nupcias al que repudia “por causa de fornicación”, pero no otorga el mismo permiso al que fue repudiado (Mat. 19:9). En otras palabras, Dios junta en el matrimonio, y Dios desata del vínculo solamente al inocente que repudia por esta causa.