Sea un buen ejemplo

 


Por Josué I. Hernández

 
Tenemos tres cartas escritas por el apóstol Pablo a dos predicadores jóvenes. Dos de ellas fueron escritas a Timoteo, y una de ellas fue escrita a Tito. Estas tres epístolas forman, por decirlo de algún modo, el manual sobre la predicación del evangelio. Un punto de énfasis en estas epístolas es la importancia de ser un buen ejemplo.
 
Los ancianos deben ser buenos ejemplos. La primera calificación es “irreprensible” (1 Tim. 3:2; Tito 1:6). Pablo agregó, “También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo” (1 Tim. 3:7). El apóstol Pedro enseñó que los pastores deben predicar con el ejemplo (1 Ped. 5:1-4).
 
Los diáconos deben ser buenos ejemplos. Ellos también deben ser “irreprensibles” (1 Tim. 3:10). Los diáconos en Jerusalén fueron “varones de buen testimonio” (Hech. 6:3).
 
Los predicadores deben ser buenos ejemplos. Pablo le dijo a Tito, “presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros” (Tito 2:7,8).
 
Los cristianos ancianos deben ser buenos ejemplos. “Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien” (Tito 2:2,3).
 
Los cristianos más jóvenes deben ser buenos ejemplos. “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Tim. 4:12).
 
Los esclavos debían ser buenos ejemplos. “Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito 2:9,10).
 
Cada cristiano debe reflexionar sobre la clase de ejemplo que da. ¿He puesto mi esperanza en Dios (1 Tim. 6:17)? ¿Mis actitudes demuestran que he sido renovado por el Espíritu Santo (Tito 3:5)? ¿Mi apariencia demuestra piedad (1 Tim. 3:10)? ¿Hablo como un santo de Dios (1 Tim. 3:10)? ¿Soy celoso de buenas obras (Tito 2:14)? ¿Demuestro mansedumbre para con todos los hombres (Tito 3:2)?