Por Josué I. Hernández
Conclusión
El pecado merece una paga,
un salario (Rom. 6:23). Esta
es la retribución (gr. “opsonion”) justa por lo que se ha hecho.
No
podemos ganarnos la salvación, la cual es por gracia (Ef. 2:8,9; Luc. 17:10).
Pero, si podemos ganar la muerte eterna (Rom. 6:23). Todo pecador es un esclavo
del pecado (cf. Jn. 8:34; Rom. 6:16). El amo paga al esclavo lo que merece el
esclavo por sus hechos.
Debemos
erradicar el pecado de nuestras vidas (cf. 1 Jn. 2:1), con el perdón y el amor
de Dios (Mat. 26:28; Jn. 3:16). El evangelio de Cristo nos dice cómo (Mar.
16:16; Luc. 24:47; Hech. 2:38,42).