El juicio prohibido

 


Por Josué I. Hernández

 
Cuando Jesús dijo “No juzguéis” (Mat. 7:1), claramente no estaba prohibiendo todos los diferentes tipos de juicios que debemos hacer en el día a día. Nunca veremos a un apóstol de Jesucristo prohibiendo todos los juicios. Sencillamente, una lectura cuidadosa del contexto en que la prohibición se encuentra, nos permitirá entender el sentido de la prohibición a la cual Jesucristo hizo referencia.
 
“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mat. 7:1-5).
 
La forma en que juzgamos y el criterio con el cual lo hacemos son considerados aquí. Inequívocamente, Jesús hace referencia al juicio temerario, injusto e hipócrita, de los que condenan a otros, aunque tengan serios defectos en su propia vida que no quieren corregir (Mat. 7:3-5; cf. Rom. 2:17-24; 2 Cor. 13:5; Gal. 6:1).
 
El relato paralelo, Lucas 6:36,37, contrasta el ser misericordioso con el juzgar. En lugar de ser hipercríticos, la misericordia debe gobernar la manera en que emitimos nuestras evaluaciones, es decir, nuestros juicios. En lugar de ser llevados por la tendencia de encontrar fallas, debemos dar a los demás el beneficio de la duda. Cuando encontramos el error y la equivocación, debemos tratar de ayudar.
 
Si somos humildes, introspectivos y honestos, veremos nuestra necesidad de mejorar, crecer y madurar. Sin embargo, si comúnmente nos concentramos en las faltas de los demás, siempre pasaremos por alto nuestros propios errores, y así a nadie podremos ayudar.
 
Considere lo siguiente. Cuando alguno se molesta porque usted ha señalado su pecado y le acusa de juzgarlo, usted puede recordarle que al acusarlo de tal cosa él también lo está juzgado a usted.