A menudo los bandos opuestos acusan hipocresía en sus adversarios, por
ejemplo, en la política. No debemos buscar demasiado para encontrar ejemplos de
esto. También la acusación de hipocresía es afirmada por los enemigos de la fe,
quienes han encontrado, supuestamente, “hipócritas en la iglesia”. Sin embargo,
¿qué es un hipócrita? ¿Qué es la hipocresía? ¿Será hipocresía toda inconsistencia
o debilidad? Luego, ¿será el pecado de
unos la esperanza de otros?
Definición
La palabra hipócrita (gr. “hupokrites”) hacía referencia a un “actor bajo
un carácter asumido (actor en escenario)” (Strong). “Era costumbre entre los
actores griegos y romanos hablar en grandes máscaras con dispositivos mecánicos
para aumentar la potencia de la voz; de ahí este término vino a usarse para
denotar a un engañador, un hipócrita” (Vine). Por lo tanto, el término se usaba
para indicar a “un actor, artista de escenario” (Thayer), y, por extensión, a “un
simulador, fingidor, hipócrita” (Ibíd.). Entonces, el término “hipócrita”, que originalmente era un sustantivo, un
actor, llegó a usarse como un adjetivo, para “denotar un engañador, uno que
pretende lo que no es, o que oculta sus verdaderos pensamientos, actitudes e
intenciones bajo una máscara de falsas apariencias” (NDBI, Vila-Escuain). Sin
duda alguna, esta es “Una de las palabras más despreciables y uno de los peores
epítetos” (Diccionario Teológico Beacon).
Uso
En el Nuevo Testamento aprendemos que Jesucristo señaló la hipocresía
varias veces. La cuestión, entonces, es la siguiente: ¿Qué dijo Jesús al
respecto? ¿Quién es un hipócrita según la doctrina (enseñanza) de Jesús? El que practica la justicia “para ser alabados
por los hombres… para ser vistos de los hombres… para mostrar a los hombres”
(Mat. 6:2,5,16). El
problema no es el hecho de ser visto. El Señor quiere que sus discípulos sean
vistos por los hombres (Mat. 5:16). El problema es la motivación. El hipócrita está
motivado por el aplauso que los hombres darán a su desempeño actoral. El que aplica la ley de Dios a otros, sin aplicarla
a sí mismo primero,“¡Hipócrita!
saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja
del ojo de tu hermano” (Mat. 7:5). Cada consejo o amonestación del
hipócrita es para alguien más. Aunque parece muy preocupado por la verdad de
Dios y las almas de los hombres, esto es solo una farsa. El que profesa seguir la ley de Dios, mientras
exalta las reglas y tradiciones de los hombres por sobre la palabra de Dios,“Hipócritas… en vano me honran, enseñando
como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mat. 15:7-9). Para el hipócrita
los mandamientos del Señor son descartables, y el deber se vuelve opcional al
igual que lo prohibido. Jesús dijo, “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no
hacéis lo que yo digo?” (Luc. 6:46; cf. Mat. 7:21-23; Heb. 5:9). El que dice una cosa queriendo decir otra,“Pero Jesús, conociendo la malicia de
ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?” (Mat. 22:18). Quienes
interrogaban a Jesús a menudo fingían un sincero deseo por aprender, cuando
realmente querían atraparlo en alguna palabra. En su hipocresía consideraban
que decir la verdad dependía de las circunstancias, no les importaba ofender a
Dios ni manipular a su prójimo (cf. Mat. 23:16-23). El que no observa una conducta diaria piadosa,“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis
largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación” (Mat. 23:14). Como
dijo Santiago, “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su
lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana” (Sant.
1:26). El que obedece selectivamente la ley del Señor. Es
decir, elige qué obedecer,“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta
y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la
misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”
(Mat. 23:23). Somos llamados a volvernos hacedores de la ley de Dios, no jueces
de ella (Sant. 4:11). El que parece muy estricto y meticuloso en el
aspecto más visible (externo) de la religión, pero que mantiene un corazón
impuro,“¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso
y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo
ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de
fuera sea limpio. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque
sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se
muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda
inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis
justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad”
(Mat. 23:25-28). Por ejemplo, un hipócrita hará todas aquellas cosas visibles
que son distintivas de los cristianos, a la vez que alberga inmundicia en su
corazón. El que critica a otro por las mismas cosas que él
hace,“¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de
los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si
hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus
cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra
vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas”
(Mat. 23:29-31). Por ejemplo, aquellos que rescatarían a un animal el sábado
criticaron con vehemencia a Jesús por rescatar a personas el mismo día (cf.
Luc. 13:10-17).
Conclusión
La manera en que Jesús usó el término “hipócrita” demuestra cuán
desagradable es para Dios este pecado. Jesús dijo que la hipocresía es como levadura que se esparce y corrompe (Luc.
12:1). No debe extrañarnos que Pedro, apóstol de Jesucristo, escribiera: “Desechando,
pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las
detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no
adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis
gustado la benignidad del Señor” (1 Ped. 2:1-3). En cuanto a los enemigos de la fe que han encontrado hipocresía en la
iglesia, piense en lo siguiente: ¿Hay mayor hipócrita que aquel que encuentra
en los errores de los demás una excusa para no arrepentirse? Si es que “hay hipócritas
en la iglesia”, los tales no heredarán la vida eterna, así como cualquier otro
que rehúse arrepentirse.