Dinosaurios

 


Por Josué I. Hernández

 
La historia de los dinosaurios fascina a prácticamente todo el mundo, especialmente a los niños. El auditorio queda expectante cuando los mencionamos y exponemos la evidencia bíblica y las lecciones prácticas que extraemos de lo que Dios revela al respecto.
 
Definición
 
El término “dinosaurio” deriva de una expresión griega que significa “lagarto terrible”. Richard Owen, un paleontólogo británico, acuñó la palabra en 1841, aplicándola a una clase de fósiles de animales que alguna vez habitaron la tierra y que parecían lagartijas gigantes.
 
Los fósiles de dinosaurios se encuentran en todos los continentes del mundo. Algunos eran tan pequeños como un pollo, y otros tan grandes que pesaban unas 50 toneladas.
 
Una costumbre de los evolucionistas es afirmar que los dinosaurios y los seres humanos nunca fueron contemporáneos. Supuestamente, estas grandes criaturas se extinguieron hace más de 60 millones de años, antes de que alguna criatura parecida a un simio evolucionara para ser considerado un humano. Esta visión, por supuesto, está totalmente reñida con la palabra de Dios.
 
Evidencia bíblica
 
El testimonio de Dios en la Biblia nos informa que “en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay” (Ex. 20:11). Entonces, los dinosaurios y el hombre fueron creados en la misma semana; es más, los dinosaurios terrestres fueron creados el mismo día en que llegó a ser creado “el primer hombre Adán” (1 Cor. 15:45).
 
El quinto día de la semana inicial, Dios creó “los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género” (Gen. 1:21). Al siguiente día, el día sexto, Dios creo “bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie” (Gen. 1:24,25).
 
Debido a que la palabra “dinosaurio” es moderna, y aún no cumple 200 años de uso, no esperaríamos encontrarla en el vocabulario de la Biblia. Sin embargo, en Génesis 1:21 y 24, leemos de “monstruos marinos” y “bestias”, términos que hacen referencia a los animales más grandes y salvajes.
 
Jesús enseñó que la humanidad comenzó su existencia en la tierra “al principio de la creación” (Mar. 10:6), y Pablo argumentó que los atributos de Dios han sido evidentes para la humanidad “desde la creación del mundo” (Rom. 1:20). No hay forma en que estos pasajes, y muchos otros similares, puedan armonizarse con la panorámica darwinista, en la cual la humanidad aparece en la tierra millones de años después de los dinosaurios. 
 
El patriarca Job fue contemporáneo de ciertos animales gigantescos, bestias impresionantes, muy poderosas, que debemos tomar en consideración. Uno de estos animales era terrestre (Job 40:15-24) y el otro marino (Job 41:1-34; cf. Is. 27:1; Sal. 104:26). Ninguna de estas criaturas quedaba dentro del control general del hombre. Las características de ambos animales fácilmente traen a nuestra mente la idea de dinosaurios.
 
Evidencia extrabíblica
 
No son pocos los que niegan la existencia de alguna evidencia secular-histórica, que compruebe la coexistencia del hombre y los dinosaurios. No obstante, la literatura de la antigüedad, de diferentes naciones y épocas, ha declarado la existencia de animales enormes y aterradores. Por ejemplo, en China y en Europa se conservan historias de “dragones”, lo mismo sucede en naciones antiguas donde se registraron tales encuentros intimidantes. Hombres tales como Heródoto y Josefo escribieron sobre serpientes voladoras.
 
Además de la evidencia literaria, las representaciones artísticas no son pocas, y se conservan en muchos lugares del mundo, ya sea en pictogramas, en tallas, en arcilla, o en escudos de nobles medievales.
 
En diferentes lugares del mundo, tales como, Arizona o Texas, Nuevo México o Rusia, se han descubierto huellas petrificadas de dinosaurios y humanos en el mismo estrato rocoso. Las huellas en Glen Rose, Texas, en el lecho del río Paluxy, son de las más conocidas.
 
¿Dinosaurios en el arca?
 
Algunos, en un necio esfuerzo por desacreditar la palabra de Dios, se han burlado imaginando a gigantescos y feroces dinosaurios dentro del arca y a Noé tratando de contenerlos. No obstante, la lógica sugiere que dinosaurios subieron al arca que construyó Noé.
 
Dios ordenó a Noé que llevara un macho y una hembra de “cada especie” terrestre (Gen. 6:19,20; 7:15,16), salvo los animales limpios (Gen. 7:2). Por lo tanto, los géneros principales podrían ser preservados en el arca. Luego, no es necesario imaginar animales adultos, es decir, plenamente desarrollados, los de poca edad servirían al propósito de Dios.
 
Aunque algunos tipos de dinosaurios eran extremadamente grandes en su etapa adulta, no eran así al comienzo de su vida. Además, la mayoría de los dinosaurios no eran más grandes que un caballo en su pleno desarrollo.
 
¿Qué sucedió con los dinosaurios?
 
Hasta donde sabemos, los dinosaurios se han extinguido. La pregunta, entonces, es la siguiente: ¿Por qué se extinguieron?
 
Los evolucionistas fijan la extinción de los dinosaurios hace más de 60 millones de años. Algunas de sus teorías parecen más serias, otras son alocadas, y algunas parecen una broma. El dilema que tienen es que muchos animales marinos y terrestres han sobrevivido. Entonces, ¿qué fue lo que sucedió para que algunos animales sobrevivieran y felizmente continuaran reproduciéndose, y otros no? Simplemente, los evolucionistas no tienen la respuesta, porque han decidido ignorar la verdad (2 Ped. 3:5,6).
 
Hemos oído del enorme asteroide que cayó sobre la tierra, levantando toneladas de escombros y polvo a la atmósfera. Supuestamente, la nube de polvo cubrió la atmósfera durante años. En este “apagón” la mayoría de las plantas murieron, y los dinosaurios también, por falta de alimento. El dilema con esta teoría fantástica es la supervivencia de tantos animales más pequeños y menos resistentes.
 
¿Habrá otra explicación de la muerte repentina de millones de animales y la supervivencia de otros? Hay una explicación, y es la única explicación. Dios dice que ocurrió un diluvio global (Gen. 6-10). Este diluvio explica el registro fósil en el cual reconocemos la muerte de millones de animales de manera abrupta. El registro fósil también da cuenta de un clima templado en zonas del mundo que ahora son de las más frías, donde crecieron plantas tropicales. Los desiertos más áridos de hoy contenían una vegetación maravillosa.
 
Los dinosaurios no son los únicos animales que se extinguieron. Un inmenso número de plantas y animales se han extinguido, y este proceso de extinción todavía está en curso. Se calcula en miles la extinción anual de plantas y animales.
 
Existen numerosas tradiciones antiguas, en todos los continentes, y en casi todos los pueblos, sobre un diluvio global. Así también la misma tierra contiene evidencia abundante de un cataclismo global.
 
Conclusión
 
Es un hecho reconocido que muchos estudiantes de la Biblia que se identifican como miembros de la cristiandad han aceptado la propaganda evolucionista de una distancia de millones de años entre los dinosaurios y la aparición del ser humano en la tierra.
 
Esto es un síntoma de un problema mayor: Comprometer la integridad de la Biblia para complacer a esa religión denominada “cientificismo”.