Mientras algunos afirman miles de millones de años de antigüedad para el
universo y la tierra, otros afirman que la Biblia guarda un completo silencio
sobre el tema. Entonces, si es cierto que la Biblia guarda silencio sobre este
tema, y no le da importancia, nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Pero,
¿realmente hace esto la Biblia? ¿Contienen las sagradas Escrituras datos cronológicos que permitan a los
estudiantes cuidadosos y reverentes llegar a una estimación relativamente
confiable de la antigüedad de la tierra? ¿Enseña la Biblia que la tierra y la
humanidad fueron creadas en la misma semana? Si estas preguntas pueden
responderse afirmativamente, y creemos que así es, debemos confiar en el
testimonio de Dios en su palabra y descartar las opiniones humanas que
contradicen la palabra de Dios (cf. 1 Tim. 6:20). Sin embargo, el tiempo es clave en el escenario evolutivo darwiniano. El
tiempo sería el héroe de su drama evolutivo. Entonces, con el tiempo suficiente
lo imposible se vuelve posible, y lo posible se vuelve probable, y lo probable
se vuelve virtualmente seguro. En otras palabras, el tiempo del escenario
evolucionista hace milagros. Pero, la antigüedad de la tierra, extendiéndose
unos 4.5 mil millones de años, es un supuesto. Sencillamente, no hay evidencia
de que la tierra tenga tal edad, como tampoco hay evidencia para la evolución
darwiniana.
Los métodos de datación
Las técnicas para datar la tierra son el resultado de suposiciones
uniformistas. El uniformismo es una suposición naturalista según la cual los
mismos procesos naturales que operan en la actualidad han operado en el pasado.
Dicho de otro modo, según el uniformismo, el presente es la clave del pasado. Los métodos radiométricos utilizados para datar las rocas terrestres se
basan en secuencias de desintegración que debieron ocurrir. Por ejemplo, el
uranio-238, el llamado “elemento padre”, a través de una serie de procesos de
descomposición, finalmente producirá plomo-206, llamado “elemento hijo”;
entonces, la proporción de los dos elementos se utilizará para estimar la edad
de la muestra. No obstante, para que este método sea válido se deben aceptar
ciertos supuestos. Por ejemplo, se debe suponer que no había plomo-206 en la
roca en formación. Una pregunta asalta nuestra mente: ¿Y si el plomo-206 fuera parte de la
creación original? Sin duda alguna, esto invalidaría la exactitud de la
estimación de la edad propuesta por la medición. Se debe suponer que ni el elemento padre, ni el elemento hijo, han sido
alterados desde el origen. Sin embargo, cada vez hay nuevas pruebas que indican
que tanto los elementos “padre” como los elementos “hijo” pueden migrar a otras
rocas, lo cual afecta radicalmente los resultados para la estimación de la
edad. Otra suposición guarda relación directa con la tasa de desintegración. Para
que la medición sea confiable las tasas de desintegración deben haber
permanecido constantes durante toda la existencia de la roca de muestra. Pero,
una vez más, nuevas investigaciones han demostrado que, si bien las tasas de
desintegración parecer permanecer constantes dentro de límites estrechos, en
circunstancias especiales pueden alterarse considerablemente. En otras
palabras, la ciencia moderna ha descubierto que las tasas de desintegración no
son constantes, ni inmunes, a influencias ambientales. En consideración de lo anterior, los llamados “relojes atómicos” parecen
reiniciarse durante algún evento geológico intenso, como, por ejemplo, el
diluvio universal.
Los métodos de datación evolutivos no son fiables
Numerosas pruebas revelan que los métodos de datación darwinianos no son
confiables. Es, por lo tanto, una locura fundamentar nuestra cosmovisión sobre
ellos. Por ejemplo, se han sometido a prueba rocas producidas en una erupción
reciente, y han llegado a ser datadas con una antigüedad que se extiende por
millones de años. Mediciones semejantes se han hecho en conchas de moluscos
vivos o en focas muertas recientemente, arrojando una antigüedad de miles de
años. Evidentemente, los relojes evolutivos necesitan una reparación urgente.
Están marcando mal, muy mal, el tiempo transcurrido.
Evidencia bíblica de una tierra relativamente
joven
Una serie de afirmaciones en la Biblia señalan que la tierra no es más
antigua que unos pocos miles de años. Por lo tanto, la historia del universo,
de la tierra, y del ser humano, debe medirse en términos de miles de años, y no
de millones de años. En fin, para el cristiano, que honra el testimonio de Dios
en su palabra inspirada, la Biblia, lo que Dios ha dicho sobre el asunto es la palabra
final. Las sagradas Escrituras indican que la tierra y la humanidad comienzan su
existencia en un lapso de seis días (Gen. 1). La tierra comienza su existencia
en el día primero, y la humanidad en el día sexto. Estos días fueron literales,
y consecutivos, como los días de hoy (Ex. 20:11). Isaías afirmó que la soberanía de Jehová Dios ha sido evidente para la
humanidad desde el principio, cuando la tierra inició su existencia (Is.
40:21). Esta, y otras varias afirmaciones, no podrían ser ni remotamente
precisas si el ser humano llegó a la existencia luego de millones de años
después de la creación de los cielos y la tierra. Jesucristo afirmó que los seres humanos, como varón y hembra, tal cual
nosotros somos, han existido desde el principio de la creación (Mar. 10:6).
Esta afirmación nunca podría armonizarse con la noción de que el hombre es un “recién
llegado” en este planeta. El apóstol Pablo argumentó que la incredulidad humana es imperdonable
porque la evidencia de la existencia del Dios invisible se ve claramente por
medio de la creación, un universo diseñado con orden. Esta elocuente evidencia
ha podido ser percibida por la humanidad desde la creación del mundo (Rom.
1:20). Cualquiera que tome en serio las declaraciones bíblicas no puede dejar de
ver la importancia y el significado de tales pasajes.
La breve historia humana
La Biblia afirma que la historia de la humanidad sobre la tierra ha sido
relativamente breve, extendiéndose por unos pocos miles de años. Lucas, un hombre inspirado (cf. 2 Ped. 1:21), enumeró la genealogía de
Jesús desde Adán. Debemos recordar que Adán es el primer hombre (1 Cor. 15:45).
Las veinte generaciones desde Adán hasta Abraham se caracterizaron por una longevidad
excepcional. Desde Abraham hasta Cristo hay unas cincuenta y cinco
generaciones. Ahora bien, si admitimos algunas posibles omisiones en la
narración genealógica (ej. Esd. 7:3,4; 1 Cron. 6:6-10) no hay razón bíblica
para suponer alguna estancia de la humanidad en la tierra como la descrita en
el escenario evolucionista. En fin, la Biblia no guarda silencio sobre la edad relativa de la tierra y
la humanidad en ella. Afirmar lo contrario demuestra incomprensión del sagrado
mensaje; pero, también podría demostrar un compromiso con el error, a pesar de
la sinceridad del exponente.
Conclusión
Los que temen a Dios no entrarán en “pánico” con cada pronunciamiento de la
comunidad científica, cuando esta realiza declaraciones categóricas sobre el
origen del universo, la tierra y la humanidad. Los que temen a Dios serán
sabios al entender los límites de la ciencia y no tratarán de ajustar la Biblia
armonizándola con alguna teoría de moda.