Por Josué I. Hernández
“Juan rociaba también en Enón, junto a
Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran rociados…” (Jn. 3:23).
“Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al
agua, Felipe y el eunuco, y le roció” (Hech. 8:38).
“¿O no sabéis que todos los que hemos sido rociados
en Cristo Jesús, hemos sido rociados en su muerte? Porque somos
sepultados juntamente con él para muerte por el rociamiento…” (Rom. 6:3,4).
“sepultados con él en el rociamiento, en el
cual fuisteis también resucitados con él…” (Col. 2:12).