Por Josué Hernández
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”
La declaración de Jesús en Marcos 16:16 es tan clara, y sin embargo, tan polémica. Rara vez mencionada en una predicación por líderes denominacionales, y cuando un predicador del sectarismo menciona esta declaración de Jesús, toma su tiempo para dar una explicación que contradice la enseñanza de Jesús.
A veces, alguno usa de tecnicismo sofisticado argumentando contra los últimos versículos del relato inspirado de Marcos, y aunque este no es el punto del presente artículo, es importante que el lector sepa que los versículos 9-20 de Marcos 16, se hallan en casi todos los manuscritos mayúsculos y en los minúsculos, así como en las versiones siriaca, egipcia, bohárica, itala y vulgata. Estos versículos de Marcos 16 son citados por el Pastor (Sim. 9, 25), Justino (Apol. 1, 2), Ireneo (contra Haer, 3), Taciano (comentario de Efrem), en Actos de Pilato, Dídymo el ciego, Epifanio, Crisóstomo, Nestorio, Cirilo, Teofilacto en las liturgias, y Eusebio de Cesarea (Quoest. Ad Marinum). Igualmente Jerónimo lo cita, aunque era un conocedor de la variante (Diálog. Contra Pelagiano II, 13).
En el presente estudio indicaremos cuatro enfoques populares que contradicen la enseñanza de Jesús en Marcos 16:16, y luego, contrastaremos estos enfoques con la enseñanza de Jesús y sus apóstoles.
Primer enfoque: “El que creyere y fuere bautizado no será salvo”.
- Hay un Dios que ofrece salvación, “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:3,4).
- La salvación está en Jesucristo, “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1 Tim. 2:5,6; cf. Jn. 14:6; Hech. 4:12).
Segundo enfoque: “El que no creyere y no fuere bautizado será salvo”.
Un enfoque popular entre los universalistas, quienes creen que Dios salvará a todos eventualmente. Los tales tuercen pasajes tales como 1 Timoteo 2:6.
Los que aceptan la autoridad de Jesús y de sus apóstoles rechazan este enfoque. Hay razones poderosas para rechazarlo. Jesús dijo que serán pocos los que se salvarán (cf. Mat. 7:13,14; Luc. 13:23,24). Además, la enseñanza apostólica advierte acerca de la ira de Dios sobre los impenitentes (ej. Ef. 5:5,6; 2 Tes. 1:8,9). No hay salvación para el desobediente (cf. Rom. 2:8; Heb. 5:9).
Tercer enfoque: “El que no creyere y fuere bautizado será salvo”.
Este enfoque es aceptado por la mayoría de los que practican el “bautismo infantil”. Ellos “bautizan” (más bien “rocían”) a infantes que no pueden creer. Los católicos tradicionalmente afirman que la fe no es esencial para la salvación, mientras que los luteranos afirman que Dios imparte la fe salvadora al infante para que el bautismo logre la salvación.
Además de lo anterior, al “rociar” o “verter” agua en lugar de “sumergir en agua” los adherentes a este enfoque indican que Jesús no quiso decir lo que dijo cuando indicó el “bautismo” el cual es una inmersión. No son pocos los problemas de este enfoque.
Los que aceptan la autoridad de Jesús y de sus apóstoles rechazan este enfoque. Semejante rechazo no es un capricho, sino la expresión de la confianza en lo que Jesús enseñó. La fe es un requisito que Dios ha especificado tanto para ser bautizado (Hech. 8:35-37) como para ser salvo (Rom. 10:9,10). Además de todo esto, “rociar” o “derramar” no es “bautizar”:
- El verbo griego “baptizo” significa “sumergir, inmergir, hundir, zambullir”, cosa que todo buen estudiante de la Biblia debe admitir, aceptar.
- El bautismo se describe como una sepultura (cf. Rom. 6:3,4; Col. 2:12).
- El bautismo fue sustituido por la aspersión o vertido cientos de años después de la era apostólica.
- Manteniendo la tradición de los hombres respecto a esto fallamos en cumplir el mandamiento de Dios (cf. Mat. 15:3-9). El bautismo de infantes no tiene precedentes en las sagradas Escrituras. No hay mandamientos, ni ejemplos, de bautismo infantil en el Nuevo Testamento. Sencillamente, la fe y el arrepentimiento están más allá de la capacidad de un infante (cf. Hech. 2:38; 8:37).
Cuarto enfoque: “El que creyere y no fuere bautizado será salvo”.
Este enfoque es sostenido por aquellos que afirman la salvación por la fe sola (la mayoría de las denominaciones evangélicas). Tradicionalmente, los adherentes a este enfoque afirman que hay salvación antes del bautismo y que el bautismo no es esencial para la salvación.
Los que aceptan la autoridad de Jesús y de sus apóstoles rechazan este enfoque, y la razón no es un profundo misterio que escape a nuestra comprensión. La Biblia dice que la fe sola no puede salvar. Cristo mismo lo declaró (cf. Mat. 7:21; Luc. 6:46), así como también sus apóstoles lo enseñaron (cf. Rom. 6:17,18; Heb. 5:9; Sant. 2:14,17,20,24,26; 1 Ped. 1:22; 1 Jn. 2:3-5). El hombre es justificado por las obras de obediencia a la palabra de Dios “y no solamente por la fe” (Sant. 2:24).
De manera patente es señalado en el Nuevo Testamento que el bautismo es esencial para la salvación, tal como lo enseñó Jesús (cf. Mar. 16:16; Mat. 28:18-20; Jn. 3:3-5) y sus apóstoles (cf. Hech. 2:38; 22:16; Gal. 3:26,27; Col. 2:12,13; Tito 3:5; 1 Ped. 3:21).
Quinto enfoque: “El que creyere y fuere bautizado será salvo”.
Este enfoque toma las palabras de Jesús literalmente, tal cual como están registradas. Simplemente, no se necesitan mayores explicaciones. Jesús dice lo que quiere decir y quiere decir lo que dice. Es necesario creer (cf. Hech. 8:36,37) y es necesario ser bautizado para el perdón de los pecados (cf. Hech. 2:38; 22:16; 1 Ped. 3:21).
Conclusión
¿A cuál enfoque de Marcos 16:16 se aferra usted? Y, ¿con cual enfoque de Marcos 16:16 es consistente su vida? ¿No son buenas preguntas que debamos responder?
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo… Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hech. 2:37,38,41).