El Cuerpo Perdido de Jesús



Por Josué I. Hernández


Ninguna persona informada y racional, niega que Jesús fuera un hombre destacado en la historia de la humanidad.  Aunque todavía hay cierta cantidad de personas que sugieren que Jesús no existió, y que todo fue inventado de un grupo de gente piadosa. A continuación, usted encontrará mi respuesta a esta absurda conjetura.

El rechazo de muchas personas comienza usualmente cuando hablamos de los milagros de Jesús. Y el milagro mayormente rechazado es su resurrección. Tal ocurrencia está más allá de la comprensión de estos escépticos, así es que completamente lo niegan como una mentira.  Su obstáculo principal, al negar la resurrección de Cristo, es que el cuerpo de Jesús había desaparecido de la tumba, y desde ahí, muchas teorías han sido expuestas para explicar lo que sucedió con el cuerpo de Jesús. A continuación, usted encontrará la respuesta a las teorías que se han propuesto para explicar lo sucedido con el cuerpo “perdido” de Jesús.

¿Una Invención Exitosa?

¿Inventó la Iglesia Católica Romana el juicio, la muerte, y la resurrección de Jesús? La Iglesia Católica data oficialmente desde el año 606 D.C.  Antes de este año, el Nuevo Testamento ya estaba en existencia. Se han encontrado fragmentos del Evangelio de Juan que datan de alrededor del año 125 D.C.  Incluso, el Nuevo Testamento entero puede ser encontrado en la Vulgata Latina que data alrededor del año 380 D.C.  En fin, la existencia del Nuevo Testamento antes de la formación de la Iglesia Católica está bien atestiguada por la historia, y es irrazonable negarlo.

El evangelio fue proclamado en los días de los apóstoles, tal cual como es declarado en el libro de los Hechos, este hecho está plenamente confirmado por muchas fuentes seculares. 

Flavio Josefo, un historiador judío que mencionó la existencia de muchos personajes encontrados en la Biblia (Pilato, Herodes, Félix, Festo, Caifás, Ananías, y otros), con sus relatos provee una manera excelente de verificar la autenticidad histórica del Nuevo Testamento.  El carácter de cada figura histórica de la Biblia está en conformidad con el perfil presentado por Josefo. Podemos leer de las muertes de Juan el bautista y Jacobo. Por no hablar de los detalles que rodearon el matrimonio ilegal de Herodes, respecto a lo cual Juan le censuró. Josefo nos brinda detalles sobre la insurrección de aquel Judas mencionado por Gamaliel en Hechos 5. La hambruna mencionada en Hechos 11. Y la muerte de Herodes Agripa mencionada en Hechos 12. Josefo también habla de Jesús, y a pesar de que algunos dudan de la autenticidad de las declaraciones respecto a Jesús, no cabe ninguna duda de que Flavio Josefo lo mencionó.

Otra fuente de valiosa información es la que nos brinda Thallus el historiador, quien escribió en la segunda mitad del primer siglo D.C.  Mientras que ninguna de sus obras ha perdurado en su totalidad hasta hoy, tenemos referencias de su trabajo por posteriores escritores. Una referencia particular, en el tercer libro de sus historias, presenta el esfuerzo de él por explicar el oscurecimiento del sol como un eclipse natural en el momento en que Jesús murió (lo cual es imposible ya que la Pascua ocurrió en tiempo de luna llena).

Un historiador romano nombró a Tacitus (nacido el año 52 D.C.), quien escribió concerniente al gran fuego de Roma en el 64 D.C. Acerca del rumor de que Nerón inició el fuego, lo cual fue ampliamente generalizado, Tacitus escribió: “En consecuencia, para librarse de la acusación [de haber quemado Roma]. Nerón buscó rápidamente un culpable, e infringió las más exquisitas torturas sobre un grupo odiado por sus abominaciones, que el populacho llama cristianos. Cristo, de quien toman el nombre, sufrió la pena capital durante el principado de Tiberio de la mano de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y esta dañina superstición, de tal modo sofocada por el momento, resurgió no sólo en Judea, fuente primigenia del mal, sino también en Roma, donde todos los vicios y los males del mundo hallan su centro y se hacen populares” (Cornelius Tacitus, Anales, XV. 44).

Otro historiador, escribiendo alrededor del año 120 D.C., dijo: “El castigo fue infligido a los cristianos, una clase de hombres adictos a la novela y la superstición maliciosa” (Suetonius, Vida de Nerón, XVI. 2).

El meollo del asunto es éste: Jesús era, por lo menos, un personaje histórico destacado (no un mito), mereciendo nuestra atención para evaluar las reclamaciones históricas que le conciernen. Quienes no den una evaluación honesta a la evidencia, menos honesta será su aplicación de la lógica para juzgar el caso.

Teorías del cuerpo perdido

Ahora bien ¿qué hay acerca del reclamo de que Jesús resucitó al tercer día de entre los muertos? No hay razón para dudar de que alguien como Jesús sería condenado a muerte, considerando las circunstancias relatadas en los Evangelios. Pero, el problema de los escépticos no es la muerte de Jesús, sino su resurrección, lo cual crea un “dilema insuperable” en las mentes de ellos, al buscar una respuesta a lo sucedido con el cuerpo perdido de Jesús.

El cuerpo de Jesús no estaba en la tumba, ¿cree usted en esto? Porque la historia lo confirma. El hecho de que el cuerpo de Jesús no estaba en la tumba infundió la agitación creada por el cristianismo en el siglo primero. Para los más eminentes críticos de la Biblia la pregunta no es “¿estaba el cuerpo?” La pregunta de ellos es “¿Qué sucedió con el cuerpo?” Ellos reconocen que si el cuerpo de Jesús hubiese permanecido en la tumba, ninguna agitación habría resultado. Con esta opinión estamos totalmente de acuerdo. Entonces, ¿qué sucedió con el cuerpo de Jesús después de su crucifixión? 

#1 Las Autoridades Quitaron el Cuerpo

Algunos ha especulado acerca de esto, afirmando que tal vez los romanos o los líderes judíos tomaron el cuerpo de Jesús antes de que las mujeres llegasen en el primer día de la semana. Pero, ¿por qué tomarían los romanos el cuerpo de Jesús? No podría haber existido mayor cuidado de que esto no sucediera (Mat. 27:62-66). Y si los romanos hubiesen tomado el cuerpo, la guardia ubicada en la tumba, habrían alertado al Sumo Sacerdote que esto había ocurrido.  

Ya sea que los judíos o los romanos hubiesen robado el cuerpo, los líderes judíos lo habrían exhibido cuando Pedro el día de Pentecostés proclamó a Jesús como resucitado. Sin embargo, los líderes judíos nunca pudieron exponer el supuesto “engaño”. ¿Por qué? Porque el cuerpo de Jesús había desaparecido. La predicación del Cristo resucitado tiene mucho sentido cuando usted se da cuenta de que la tumba estaba a unos mil metros, de donde Pedro proclamó a Cristo como el Señor resucitado de entre los muertos.

#2 José De Arimatea

Otra teoría sugiere que José de Arimatea robó el cuerpo, y lo puso en otra tumba. La idea es que José puso el cuerpo de Jesús en un lugar temporal por el sábado (Jn. 19:31-42) y después de que el sábado terminó, él regresó y movió el cuerpo a una ubicación permanente.

Sin embargo, José obviamente habría necesitado a varios ayudantes para mover la piedra (que pesaba más de media tonelada) y llevarse el cuerpo sin que nadie lo notara. José también habría necesitado una orden del Sumo sacerdote para traspasar la guardia establecida (Mat. 27:62-66). Ahora usted tiene a José, sus ayudantes, los guardas y a los líderes judíos (una multitud conspiradora) y sin embargo ninguno de ellos pudo refutar el sermón registrado en Hechos 2 donde por primera vez Jesús fue proclamado como resucitado de entre los muertos. ¡Qué absurdo!  

El testimonio de los líderes judíos fue crucial en Hechos 4:15-18. ¡Ninguno de ellos dijo, “miren en ésta es la tumba donde movimos el cuerpo de Jesús, un lugar de descanso permanente”! No podían decirlo, porque no tenían el cadáver. ¡El cuerpo de Cristo había desaparecido!

#3 Las Mujeres Se equivocaron De Sepulcro

Otra teoría supone que las mujeres, que fueron al sepulcro el primer día de la semana (Jn. 20:1), llegaron a una tumba equivocada. Entonces al encontrarse con el sepulcro vacío, llegaron a la conclusión natural de que Jesús había cumplido su promesa resucitar de entre los muertos.

Pero, es imposible que las mujeres hubiesen llegado a un sepulcro equivocado cuando dos de ellas vieron el lugar donde el cuerpo de Jesús fue puesto (Mar. 15:47). Pero, aún más importante, es fijarnos de que el cuerpo todavía podría haber estado donde los líderes judíos lo custodiaban. Una vez que los discípulos empezaron a exponer las afirmaciones de la resurrección de Jesús, los principales de entre los judíos simplemente podrían haber indicado la tumba correcta y detener de raíz el cristianismo completamente. Pero ellos no lo pudieron hacer. ¡Porque el cuerpo había desaparecido!

#4 Jesús Realmente No Murió

La teoría más ampliamente aceptada es que Jesús realmente no murió en la cruz. Él simplemente se desmayó, quedando en un estado entre la vida y la muerte, de lo cual supuestamente se recuperó dentro del sepulcro.  Entonces, él despertó en la calma de la tumba, y luego salió evitando despertar a los guardias dormidos y apareció ante sus discípulos como un resucitado.  Aunque esta parece ser la más “plausible” de las teorías, cae en el ámbito de la imposibilidad cuando examinamos la evidencia.

¿Cómo podría un hombre que a duras penas podía cargar su propia cruz (Mat. 27:32) mover una piedra que pesaba más de media tonelada?  Recuérdese que sus manos, sus pies y su costado habían sido perforados entre el tiempo de la incapacidad para llevar la cruz y el momento cuando despertó en el sepulcro y movió la piedra.  Entonces, ¿cómo podríamos concluir que este hombre estaba en una mejor condición física ahora en el sepulcro que antes cuando fue clavado en la cruz?

Los sepulcros en el primer siglo eran construidos para mantener el hedor dentro (Jn. 11:39), y la única forma de hacer esto era evitar la entrada de aire al sepulcro. Si Jesús había estado vivo en la tumba, él no tuvo mucho aire con el que trabajar en su escape. Ahora bien, si Jesús logró lo imposible, y movió la piedra ¿cómo evitó a la guardia del sepulcro? Mover una roca maciza en una pendiente no es acto silencioso. Si toda la guardia estaba durmiendo (cosa difícil de suponer en la entrada de un sepulcro), Jesús los habría despertado a todos con el sonido de la fricción de la roca que sellaba la entrada.

¿Por qué no fueron ejecutados los guardas del sepulcro? Esa era la política estándar (Hech. 12:18-19). En lugar de eso estos soldados fueron sobornados para decir: “Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos” (Mat. 28:13). Esta versión es imposible de mantener. ¡El soldado que confesara algo semejante merecía la ejecución! Este punto también tiene relación con la argumentación menos plausible de todas. No hay manera de mover una piedra tan grande y robar un cadáver sin despertar a los guardias. ¡Y si esta versión hubiera sido cierta, los soldados hubieran sido ejecutados!

Finalmente, si Jesús huyó de la tumba ¿Por qué no comenzaron la búsqueda de aquel “hereje”? ¿Por qué no fue Jesús ejecutado nuevamente en la cruz conforme a su condena original? La respuesta es muy simple: ¡El cuerpo había desaparecido!

Conclusión

Por sorprendente que parezca, éstas son las mejores teorías que el hombre puede idear para explicar la resurrección. Son intentos fútiles de los hombres incrédulos para excusarse de su responsabilidad delante de Dios. Estos tienen motivaciones vanas para evitar que la resurrección sea cierta.

Pero, ¿qué motivos tuvieron los discípulos para inventar la historia de la resurrección de Cristo?  Si es que fueron las riquezas: ¿Cuál de los apóstoles se convirtió en un millonario? S fue el poder: ¿Cuál de los apóstoles se libró de la persecución y humillación pública? Si fue la gloria: ¿Cuál de los apóstoles alcanzó la “gloria” antes de su muerte?

Hay sólo una explicación razonable para entender “por qué” los apóstoles actuaron de semejante forma frente a la tumba vacía.  ¡El cuerpo de Cristo había desaparecido! Y no estaba en la tumba porque Jesús había resucitado.  Ellos sabían esto porque son testigos de su resurrección (Jn. 20:19-31), y convencieron a las multitudes de la resurrección de Cristo (porque la gente tenía también evidencia del poder de Jesús aún antes de que el Pentecostés llegase) y exhibieron el poder de Dios que confirmó su predicación con asombrosas señales milagrosas (Mar. 16:19-20).

En el análisis final, llegamos a la conclusión de que la resurrección de Jesucristo declara el poder y la gloria de Dios. Los registros bíblicos de este acontecimiento son una prueba convincente para nuestra fe.