El Simbolismo en las Sagradas Escrituras



Por Josué I. Hernández


Habitualmente utilizamos lenguaje literal y figurado, y somos capaces de diferenciarlos e interpretarlos fácilmente en el día a día.  Decimos que aquel hombre “se tomó dos vasos” o que  “lleva el futbol en la sangre”, etc, y tales expresiones las comprendemos sin problema.  Y para qué hablar del lenguaje literal, el cual comúnmente lo comprendemos con igual o mayor rapidez.

Para la mayoría, el dilema se presenta en la interpretación correcta de la Escritura.  Y es que muchos han creído lo simbólico como literal o literal lo que es simbólico.  Entonces, tenemos la siguiente pregunta, la cual responderemos a la luz de las Escrituras:

¿Cómo saber cuándo nos enfrentamos al simbolismo escritural?


1. Cuándo somos informados de esto. 

Podríamos pensar que cuando Dios nos informa que un pasaje es simbólico, entonces se arreglará el problema.  La realidad no es así, a muchos nos les importa la señal: “Precaución, simbolismo adelante”.  Y es que la porfía o ignorancia es tal, que siempre habrá quienes procurarán encontrar significado literal en el lenguaje simbólico, como por ejemplo los premilenaristas.

El libro de Apocalipsis es un excelente ejemplo de lo que estamos tratando, en él podemos encontrar un aviso previo de la simbología que abunda en el libro (Apoc. 1:1), con la precaución “cosas que deben suceder pronto” (1:1) y “el tiempo está cerca” (1:3).  Esta “revelación” de Jesucristo fue declarada por medio de símbolos o signos y enviada por medio de un ángel (1:1; 22:16).   

Apocalipsis es un ejemplo elocuente de como la Biblia es su propio intérprete (cf. Apoc. 1:20; 17:18; 19:8).  Sin duda alguna, en Apocalipsis encontramos mucho simbolismo. 

El problema no radica en el simbolismo de este libro sino en la interpretación y aplicación incorrecta de quienes han tomado lo simbólico de esta “revelación” de manera literal, interpretando los pasajes más claros (y literales) de la Escritura a la luz de los pasajes simbólicos del propio Apocalipsis.  

2. Cuando el significado literal sería imposible o crea una contradicción textual. 

Cuando decimos “imposible” no nos referimos a que sea algo que Dios no podría lograr porque nada hay imposible para Dios (Luc.1:37).  Aquí nos referimos a una imposibilidad textual (literaria) en donde es evidente el significado simbólico o figurado del pasaje bajo consideración. 

Un buen ejemplo de esto sería la visión del valle de los huesos secos (Ezequiel 37).  El significado del texto no es que Dios iba a revivir literalmente a los israelitas desde la ultratumba.  Los huesos secos eran una figura que representaba el estado de Israel en el cautiverio donde toda esperanza estaba marchita.  Si usted duda de esto, considere la explicación del texto mismo: Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos (Ezeq. 37:11).  ¿Consideró la explicación de Dios? “los huesos son la casa de Israel”; y la frase “ellos dicen…” clarifica el pasaje aún más.  Entonces, los huesos representaban a personas secas, sin esperanza.  El simbolismo es evidente.

Cuando Juan bautizaba salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán (Mat. 3:5), pero ¿salía literalmente la ciudad de Jerusalén o los habitantes de ella?  No conozco a nadie que afirme que literalmente la ciudad de Jerusalén (con todos sus edificios y calles) fue bautizada por Juan en el Jordán.

Así también, la aplicación literal se hace imposible cuando Cristo dijo Tomad, comed; esto es mi cuerpo(Mat. 26:26).  Aquel pan no era su cuerpo literal sino una representación o figura del cuerpo de Cristo.  De igual manera “la copa” mencionada (Mat. 26:27) es el contenido porque Cristo dijo Bebed de ella todos (Mat. 26:27), y las copas no se beben, pero el contenido sí.  También, al considerar el simbolismo, podemos entender que la copa represente la sangre del nuevo pacto… para remisión de los pecados” (Mat. 26:28).  El contenido de la copa, es decir el fruto de la vid (Mat. 26:29) representa la sangre que Cristo derramó para hacer posible el perdón de los pecados del mundo.

Cristo es descrito como “el Cordero de Dios” (Jn. 1:29), “la luz del mundo” (Jn. 8:12), “la puerta” (Jn. 10:9), pero ciertamente él no es un cordero literal, ni una luz literal, ni una puerta literal.  La aplicación literal de estos pasajes crearía una contradicción.  Cristo es una persona de la Trinidad.  Él murió por el hombre como un cordero, nos ilumina y ha hecho posible la entrada al rebaño de Dios.

Por lo tanto, cuando leemos “…Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra (Apoc. 5:6).  Y ya que sabemos que hay sólo un Espíritu de Dios (Ef. 4:4) y que Cristo no tiene “siete cuernos” o “siete ojos” literalmente, entonces, ¿qué debemos concluir respecto a este pasaje?  Que es un pasaje simbólico.

3. Cuando los símbolos son explicados o las profecías las vemos ya cumplidas.

Explicamos arriba que varios símbolos en el libro de Apocalipsis son explicados para nuestro beneficio.  Lo mismo sucede con Ezequiel 37 y todo pasaje simbólico, de las Sagradas Escrituras, que es explicado para el provecho de los lectores. 

De igual manera, en la propia Biblia, podemos observar la interpretación inspirada de varios pasajes antiguotestamentarios que son considerados difíciles.  Cristo mismo, sus apóstoles y otros hombres de Dios comentaron las profecías del antiguo testamento, y dichos comentarios inspirados (divinos) sirven para comprender los símbolos proféticos. 

Pablo dijo que la casa de Dios es la iglesia (1 Tim. 3:15), Pedro afirmó lo mismo (1 Ped. 4:17), Isaías había dicho que el reino es la casa de Dios (Is. 2:1-4; 11:9) y Cristo dijo que el reino sería establecido con poder en aquella generación (Mar. 9:1).  Sabemos que el poder vino en el primer Pentecostés luego de la ascensión de Cristo (Hech. 1:8) y que el reino era predicado como ya establecido luego de que fue establecida la iglesia (Hech. 8:12; 28:31; Col. 1:13; Apoc. 1:9).  Los cristianos primitivos nunca dudaron que Isaías 2, Daniel 2 y Joel 2, ya se habían cumplido en el Pentecostés de Hechos 2.

Por la lectura cuidadosa de Mateo 16:18-19 sabemos que la iglesia y el reino son la misma institución divina.  Jesús mencionó a esta asamblea de individuos salvos como la iglesia, pero como gobierno es el reino.  Está todo en el mismo contexto.  Por este motivo Cristo habla de las “llaves” pues son necesarias para entrar en el reino-iglesia.  Ahora bien, si la iglesia es un cuerpo espiritual, y el reino es otro distinto, entonces hay dos cuerpos espirituales de Cristo al mismo tiempo.  Esto contradice claramente a Pablo, que declara que hay un solo cuerpo (Efesios 4:4). 

Si un pasaje profético “oscuro” es considerado en base a su cumplimiento, usted logrará un conocimiento profundo de los detalles del plan de Dios para la redención del hombre en Cristo.  Isaías 2:1-4, bien ilustra esto. 

Isaías miró a la obra del Mesías, cuando volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Is. 2:4).  Pero ¿qué quiere decir esto?  Bueno, cuando consideramos el resto de la profecía, nos enteramos de que ésta se ha cumplido en el reino presente de Cristo (Col. 1:13).  

Isaías afirma que “de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová” (Is. 2:3).  Al leer el libro de los Hechos nos encontramos con la explicación de Cristo: “y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8), sabemos que esto ocurrió desde Hechos capítulo 2.  La iglesia es el reino de paz antes profetizado (Ef. 2:14-18).

Este mismo reino de paz, lo vemos profetizado en Isaías 11:1-9.  Lamentablemente, la opinión de varios se inclina a interpretar varios elementos de esta profecía como literales y por lo tanto, el pasaje parece no cumplido.  Sin embargo el pasaje, es una profecía simbólica de la iglesia de Cristo.  Todo comienza con “una vara del tronco de Isaí y un vástago”  el cual “retoñará de sus raíces” (Is. 11:1).  Luego vemos a Jesucristo, el Mesías, que “herirá la tierra con la vara de su boca” (Is. 11:4).  Además, vemos la vestidura simbólica del Mesías reinante: “Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura” (Is. 11:5)…  ¿Pueden ser literales tales cosas?  ¿Por qué lo serían entonces los animales descritos en el mismo pasaje (Is. 11:6-8)?

El cumplimiento de Isaías 11 podemos contemplarlo en las propias Escrituras novotestamentarias, a la vez que observamos lo mismo respecto a Isaías 2.  Cristo ya está sentado a la diestra de Dios reinando (Heb. 1:3; Apoc. 3:21; Hech. 2:32-36), el reino de Cristo no es futuro, ya fue establecido en el día de Pentecostés de Hechos 2.

La profecía de Joel 2:28-32 es simbólica.  En Hechos capítulo 2 tenemos el cumplimiento de esta profecía.  ¿Cómo podemos saber esto?  Pedro dijo: “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel” (Hech. 2:16) y luego describió dicha profecía.  Si usted le cree al inspirado apóstol Pedro, entonces notará el cumplimiento de la profecía de Joel, y las consecuencias de esto, en el Nuevo Testamento. 

La imagen en el sueño de Nabucodonosor fue simbólica de cuatro imperios o reinos (Dan. 2:31-45), esto lo sabemos por la explicación del mismo Daniel en su libro.  Así es como debemos buscar la interpretación inspirada que se encuentra en la propia Biblia y contentarnos con esto.

Todo lo anterior bien ilustra como la Biblia es su propio intérprete.  Los escritores inspirados, y el propio Señor Jesucristo, nunca se equivocaron cuando comentaron, aplicaron o explicaron los pasajes simbólicos del Antiguo Testamento.

Conclusión

El simbolismo es uno de los aspectos más complicados de la Escritura para la mayoría de los estudiantes de la Biblia, pero esto no es culpa de Dios.  Aún así, una cosa debe ser recordada, debemos leer e informarnos bien de las explicaciones que el Nuevo Testamento proporciona.  El Nuevo Testamento es el exegeta oficial del Antiguo Testamento.