“He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Sal. 51:5)



Por Josué I. Hernández
 

Introducción
 
Según el argumento calvinista David afirmó que fue concebido con pecado, naciendo con depravación de iniquidad, y siendo un pecador al tiempo de su nacimiento. Sin embargo, tal cosa no es verdad. Ningún punto del contexto siquiera implica que David nació pecador.
 
Hay un contexto que rodea la declaración “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Sal. 51:5). Este salmo es la expresión de arrepentimiento de un pecador que pide perdón a Jehová Dios por la maldad cometida personalmente. En este salmo, David ruega a Dios que perdone su pecado (no el pecado de su madre).
 
La madre de David, como todos los moralmente responsables, pecó contra Dios (Rom. 3:23), pero eso no quiere decir que David haya heredado alguna naturaleza pecaminosa de su mamá o algún otro antepasado.
 
La idea de depravación total hereditaria no se encuentra en este pasaje, ni en ningún otro lugar de las sagradas Escrituras.

Afirmaciones calvinistas oficiales
 
La confesión de fe de Westminster, en su capítulo VI, en los puntos III y IV, refiriéndose a Adán y Eva, afirma lo siguiente: “Ellos siendo la raíz de toda la humanidad, la culpa de este pecado les fue imputada, y la muerte misma en pecado y la naturaleza corrupta fue trasmitida a toda su posteridad, que desciende de ellos por la procreación ordinaria. De esta corrupción original proceden todas las transgresiones reales, porque ella nos hace completamente indispuestos, inhabilitados, y opuestos a todo lo bueno, e inclinados enteramente a todo mal”.

La confesión de fe de Filadelfia, hablando de Adán y Eva, dice lo siguiente: “Ellos siendo la raíz, y por nombramiento de Dios, colocados en el sitio, y en lugar de toda la humanidad, la culpa de su pecado fue imputada, y su naturaleza corrompida transferida, a toda su posteridad, descendiendo de ellos por la procreación ordinaria, ahora siendo concebidos en pecado, y por naturaleza hijos de ira, los siervos del pecado, los sujetos de muerte y todas las otras miserias, espirituales, temporales, y eternas, a menos que el Señor Jesús los liberte” (pág. 24).

Juan Wesley (1703-1791), dijo: “Estamos condenados antes de que hayamos hecho bien o mal, bajo maldición antes de que sepamos lo que es” (Sermons on Original Sin, pág. 340).
 
Lo que no dice el texto
 
David no dice “he sido formado con maldad en mí”. Tampoco dice “he sido formado heredando el pecado de mi madre”. Obviamente, tampoco dice “he sido formado heredando la culpa del pecado de Adán”. ¡Pongamos atención a lo que el pasaje no dice! En ninguna parte de este salmo David hace referencia a los conceptos de “herencia del pecado”, “naturaleza corrupta” o “pecado original”. ¡David no era calvinista!
 
El texto no dice que la culpa del pecado se hereda. Según la definición bíblica de “pecado”, sabemos que el pecado se comete, no se hereda: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (1 Jn. 3:4). No hay concordancia entre el concepto bíblico de “ser culpable de pecado” y el concepto calvinista de “heredar naturaleza corrupta culpable de pecado”. El pecado es algo que se comete, no algo que se hereda.
 
En ninguna parte de este salmo, David pide perdón por pecados heredados. No podría hacerlo, David nunca creyó que la mancha de los pecados era algo hereditario.

Lo que sí dice el texto
 
El versículo 1 dice “mis rebeliones”. Claramente, David se refería a sus propios pecados en general, a los pecados que él mismo había cometido.
 
En el versículo 2 David habló de su pecado, diciendo “mi pecado”, este era su pecado específico, que él había cometido, no heredado.
 
En el versículo 4 David agregó “Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos...”. Nuevamente, aquí tenemos una referencia específica a pecados cometidos y no heredados. Por lo tanto, el ruego de arrepentimiento ha de entenderse en el contexto bíblico de solicitar humildemente el perdón por el pecado del cual el propio David era culpable y responsable.
 
En el versículo 5 declaró “Y en pecado me concibió mi madre”, para indicar el entorno en el cual David (como todos nosotros) nació, es decir, en un mundo pecaminoso. Compárese la frase “en pecado” con la frase “nuestra lengua en la que hemos nacido” (Hech. 2:8). Todos nacemos en un mundo en el cual se habla cierta lengua (“en la que hemos nacido”), la cual no heredamos, sino que aprendemos. Así también, todos nacemos en un mundo en el que se practica el pecado (“en pecado me concibió mi madre”), el cual no heredamos, sino que aprendemos. Hay gran diferencia entre las frases “en pecado” y “con pecado”. ¡David no dijo “con pecado me concibió mi madre”! Una cosa es decir que un niño nació “en” el Hospital, otra muy diferente es decir que un niño nació “con” el Hospital.
 
El versículo 9 dice “Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades”. Nuevamente, vemos que los pecados de David no eran heredados sino cometidos por el mismo.

Conclusión
 
David exclamó “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Sal. 51:5). Pero, nunca él afirmó que era depravado por herencia de la corrupción de Adán, ni que heredó la culpa de los pecados de su madre. David no era calvinista.
 
La doctrina de la depravación total hereditaria es doctrina de demonios (cf. 1 Tim. 4:1). Una doctrina que responsabiliza a Dios por el pecado de la humanidad no puede provenir de otra fuente.
 
Según la Biblia el hombre nace completamente inocente y libre de pecado. El pecado es algo que se comete (1 Jn. 3:4) no algo que se hereda, la propia definición bíblica de “pecado” es inconsistente con la doctrina calvinista de depravación total heredada o pecado original.
 
Según la Escritura, el pecado no se hereda ni se transfiere (Ez. 18:20) ya que el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud (Gen. 8:20) los niños no son responsables moralmente (Deut. 1:39). Por estas razones el Señor Jesucristo nos manda ser como niños (Mat. 19:14) ellos son puros y sin pecado (1 Cor. 14:20).