Por Josué I. Hernández
La Biblia enseña
claramente que la actividad homosexual es pecado (Gen. 19:1-13; Lev. 18:22; Rom.
1:26-27; 1 Cor. 6:9), porque Dios creó un hombre y una mujer (Gen. 1:27). Por
lo tanto, sin lugar a dudas, no es de Dios, ni innato en una persona, el que ésta
manifieste la conducta homosexual. La actividad
homosexual es una elección, no es una cuestión genética o inherente, por
este motivo (y con total consecuencia) Dios condena el pecado de la
homosexualidad.
La Biblia declara que
el homosexual ha decidido serlo (Rom. 1:24-27). Por ejemplo, una persona podría haber nacido en
un entorno que promovía y toleraba la homosexualidad, al igual que otro podría
haber nacido en un ambiente que promovía y toleraba la violencia. No obstante, siempre
es la persona la que decide pecar. Sin embargo, en su
esfuerzo por dar a la homosexualidad la apariencia de normalidad, el movimiento
homosexual se ha vuelto hacia la ciencia,
intentando probar que: 1) La homosexualidad es genética o innata. 2) La
homosexualidad es irreversible. 3) Una vez que se tiene vida sexual con otro
del mismo sexo, esto llega a ser natural.
Los medios
liberales han demostrado una entusiasta disposición a anticipar el veredicto de
la comunidad científica y difundir la
falsa impresión de que la evidencia empírica valida la homosexualidad. Sin
embargo, la evidencia no podía ser más contraria.
El argumento es
bastante simple. Si una persona “nació” de determinada manera ¿quiénes somos
nosotros para juzgar su comportamiento? Una persona negra, es negra debido a
sus genes. Sin embargo, no hay un comportamiento derivado de la herencia
genética en cuanto al color de la piel. Simple y llanamente, el color de piel y
el tipo de cabello, son rasgos genéticos que no determinan el comportamiento
del individuo.
Es muy popular la
afirmación de que “la homosexualidad es
una condición genética”. Entonces, según
ésta afirmación, el ADN de una persona determinaría su atracción e identidad
sexual a pesar de que sus órganos sexuales no concuerden con la dirección de su
deseo y comportamiento.
Ahora bien, uno
podría pensar que la “normalidad sexual” coincidiría con la “reproducción
sexual”, sin embargo tal cosa no es verdad si “la homosexualidad es una condición genética”. Además, y obviamente,
la homosexualidad detiene la transferencia genética a las futuras generaciones,
siendo en la práctica algo anormal y dañino, desde el punto de vista genético.
El
Estudio del Dr. Simon LeVay
La investigación
del Dr. LeVay sobre el cerebro enfocó una agrupación de células en el
hipotálamo conocidas como INAH-3. Él alegó haber encontrado “sutiles, pero significativas diferencias”
entre las estructuras cerebrales de hombres homosexuales y normales. Concluyó
el resumen de su estudio diciendo: “Este
encuentro… sugiere que la orientación sexual tiene un substrato biológico.”
Fue tanta y tan
descabellada la especulación que siguió a la publicación de su estudio en
Science Magazine que el Dr. LeVay se sintió impelido a enmendarlo, y en 1993,
escribió:
“Para muchas personas, encontrar una diferencia en la
estructura cerebral entre hombres homosexuales y normales equivale a probar que
los homosexuales son “nacidos de esa forma”. Una y otra vez he sido definido
como alguien que “probó que la homosexualidad es genética,” o algo como eso. No
lo hice. Mis observaciones fueron hechas sólo en adultos que fueron sexualmente
activos por un período considerable de tiempo. No es posible, sólo con base en
mis observaciones, decir si las diferencias estructurales estaban presentes al
nacer, y más tarde influenciaron a los hombres a hacerse homosexuales o
normales; o si surgieron en la vida adulta, quizá como resultado de su conducta
sexual”
La insistencia del
Dr. LeVay en observaciones más amplias fue el punto capital de todo. Explicando
la investigación hecha por un profesor de neurología en la Universidad de
California en Berkeley, Dr. A. Dean Byrd dijo:
“[El Profesor] Breedlove concluyó que el cerebro no es
un órgano estático. Cambia y se ajusta al comportamiento, y, en el caso de este
estudio, específicamente a la conducta sexual. Así, cuando alguien realiza un
acto particular repetidamente, ciertos circuitos nerviosos en el cerebro son
fortalecidos. Como el cerebro es un órgano físico, cuando estos circuitos
nerviosos son fortalecidos, se reflejan en la química del cerebro. Alguien que
repetidamente juega basketball tendrá un cerebro diferente de alguien que
estudia ciencia de cohetes. Asimismo, el comportamiento de una persona
homosexual produce probablemente una estructura cerebral diferente. Estudios
como el de LeVay, aunque sean concluyentes, sólo muestran lo que la ciencia ya
sabe sobre el cerebro”.
La
homosexualidad es una elección
El argumento de que
los homosexuales “nacieron así” o de que “está en sus genes” impulsó a varios científicos
a buscar el “gen homosexual”. En el intertanto, varios proyectos de investigación
han sido comúnmente mal interpretados para apoyar la homosexualidad, en
especial las de Simon LeVay, J. Michael Bailey, Richard C. Pillard y Dean
Hamer.
Los medios de
comunicación han promovido la idea de que un “gen gay” ya ha sido descubierto.
Pero, a pesar de varios intentos, ninguno de los muy publicitados estudios ha
sido científicamente demostrado. Varios autores han revisado cuidadosamente
estos estudios y encontrado que, no sólo éstos no prueban la base genética para
la atracción por el mismo sexo, sino que ni siquiera contienen tales
declaraciones.
Para probar ciertas
hipótesis como la descrita arriba, todo científico sabe que necesitará sujetos
de prueba similares, por éste motivo los estudios en gemelos han sido
frecuentemente utilizados para probar teorías genéticas. Pues bien, los últimos
estudios en gemelos, respecto a la homosexualidad, están dando más evidencia empírica
para creer que la homosexualidad no es determinada por el ADN.
Ocho grandes
estudios de gemelos idénticos en
Australia, Estados Unidos y los países escandinavos, durante las últimas dos décadas,
llegan a la misma conclusión: Los homosexuales no nacieron así. Por ejemplo, una
proyección de 25.000 sujetos de estudio se encuentra en Australia y 600.000 en
Europa.
Si la atracción por
el mismo sexo estuviera “genéticamente determinada” entonces uno esperaría que
gemelos idénticos sean idénticos en sus atracciones sexuales. Hay, sin embargo,
numerosos informes de gemelos idénticos que no son “idénticos en sus
atracciones sexuales”.
El estudio de
Bailey y Pillard se centró en gemelos, porque si la homosexualidad es genética,
gemelos idénticos (que comparten el mismo código genético) deberían tener
actitudes idénticas hacia la homosexualidad. Sin embargo, los Dres. Bailey y
Pillard no pudieron establecer esto. Su estudio probó que, cuando un mellizo
era homosexual, había aproximadamente una probabilidad 50/50 de que el otro
mellizo fuese también homosexual. No obstante, esta probabilidad 50/50 es más
bien atribuible a la influencia de la cultura circundante. Como el Dr. Byrd
señala: “El único punto esencial que
emerge de la investigación de Bailey y Pillard realmente probó que las
influencias ambientales juegan un fuerte papel en el desarrollo de la
homosexualidad.”
El Dr. Whitehead (PhD
en bioquímica y estadísticas) cree que la atracción hacia el mismo sexo es
causada por factores no compartidos entre los gemelos. Por ejemplo, uno de los
gemelos puede sufrir la exposición a la pornografía, o padecer un abuso sexual.
Así también, uno de los gemelos puede interpretar y responder a su entorno social
de una manera diferente. Estas respuestas individuales e idiosincrásicas a
eventos aleatorios, siempre corresponden con la elección del individuo.
Los “gemelos
idénticos” comparten el mismo ADN, así como compartieron las mismas condiciones
prenatales. No obstante, si la homosexualidad es causada por la genética (o las
condiciones prenatales) si uno de los gemelos es homosexual, el otro también
debiera serlo. Pero, tal cosa no es así en el mundo real.
Debido a que los “gemelos
idénticos” siempre son genéticamente
idénticos, la homosexualidad no puede ser dictada genéticamente, si sólo
uno de ellos llega a ser gay. Esto es una contundente evidencia para afirmar
que nadie nace gay. Las circunstancias que llevan a la homosexualidad son
factores post-parto, y no genéticos.
El
estudio de Dr. Dean H. Hamer
Mucha gente
equivocadamente cree que Dr. Dean H. Hamer descubrió el “gen gay”. Su
investigación genética enfocó un pequeño trecho del cromosoma X en la posición
Xq28. Después de analizar esta secuencia genética en cuarenta pares de hermanos
homosexuales, concluyó que los mismos marcadores genéticos existían en el 83%
de ellos. Sus hallazgos fueron mal interpretados como prueba que la
homosexualidad es genética y hereditaria. Sin embargo, el mismo Dr. Hamer
afirmó: “El linaje no produjo lo que
originalmente esperábamos encontrar: simple herencia Mendeliana. De hecho,
nunca encontramos una sola familia en la cual la homosexualidad estuviese
distribuida en el obvio modelo que Mendel observó en sus plantas de guisantes”.
El Dr. George Rice
repitió la investigación del Dr. Hamer, pero con diferentes resultados. Esto
llevó al Dr. Rice a concluir: “Nuestros
datos no apoyan la presencia de un gen de amplio efecto que influencie la
orientación sexual en la posición Xq28”.
“Si
animales lo hacen, entonces debe ser natural”
Enterados de la
debilidad científica de sus dos primeras premisas, los activistas homosexuales
a menudo usan la tercera premisa basada, en el comportamiento animal. El
raciocinio que existe detrás de esta tercera premisa científica homosexual
podría ser formulado así: “El
comportamiento homosexual se observa en animales. Los animales siguen sus
instintos de acuerdo con su naturaleza. Por tanto, la homosexualidad está de
acuerdo con la naturaleza animal. Una vez que el hombre es también animal,
entonces la homosexualidad debe también estar de acuerdo con la naturaleza
humana”.
Esta línea de
razonamiento homosexual es insostenible. Aquellos que observan los actos
aparentemente homosexuales entre animales deben aceptar también que otras
formas de comportamiento animal tales como que los padres maten a sus
descendientes, o que algunas especies se devoren entre sí, están también de
acuerdo con la naturaleza animal.
Aplicando este
raciocinio al hombre forzaría a aceptar la conclusión absurda de que el
infanticidio y el canibalismo están de acuerdo con la naturaleza humana.
Cualquiera que se
ocupe de la más elemental observación animal es forzado a concluir que la
“homosexualidad” animal, el infanticidio y el canibalismo son excepciones del
comportamiento “normal” de los animales. En consecuencia, no se puede hablar de
ellos como instintos en la naturaleza animal. Estas formas observables y
excepcionales de comportamiento animal resultan de otros factores más allá de
los instintos normales.
Conclusión
El origen o linaje, es decir, la raza (una cuestión genética), no tiene
nada que ver con el comportamiento (una
cuestión de elección). Si una persona es blanca o negra, sus decisiones no son
el resultado inevitable de su herencia genética.
El comportamiento individual
se determina por factores que no son genéticos, pero que influyen en la
decisión y responsabilidad de la propia persona. Entonces, un hispano no está
más propenso que un asiático para comportarse de una cierta manera simplemente
a causa de su composición genética. Por ejemplo, el hispano no está más
propenso a preferir un aguacate que los que tienen una composición genética asiática.
La preferencia, así como la elección, tiene causas diferentes a las fuentes
genéticas de cada cual.
Los apetitos y/o
preferencias sexuales no tienen nada que ver con la composición genética del
individuo. En cambio, son el resultado de la decisión de la persona
influenciada por el ambiente, la experiencia, la cultura y otros factores que
sin duda le confundieron. Por lo tanto,
las inclinaciones y tendencias sexuales que el homosexual dice que son
inherentes en su ser, no son diferentes a los sentimientos e inclinaciones que
un pedófilo advierte por los niños. Ni tampoco son diferentes a los
sentimientos que un asesino experimenta por sus tendencias violentas. Estas inclinaciones,
son gustos adquiridos muy poderosos y reales; pero es un error asignar a tales deseos
desordenados una causa genética. No es aceptable, bíblicamente y moralmente,
que un individuo actúe basado en tales apetitos excusándose en su herencia
genética.
Aquí está la
diferencia entre lo que es resultado de la genética y la decisión de ser
homosexual. Por ejemplo, un latino impenitente no puede alterar su genética,
pero sí puede alterar su comportamiento al obedecer el evangelio (“Dios… manda a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan”, Hech. 17:30), así
como los homosexuales también pueden hacerlo, y Dios espera que lo hagan.