La obra de los ángeles



Por Josué I. Hernández


Cientos de libros se han escrito sobre la historia de la humanidad, sin embargo sólo la palabra de Dios nos menciona el papel de los ángeles en la historia humana.  Y nótese lo siguiente, no hay casi ningún acontecimiento en la historia sagrada que no implique la participación de los ángeles.  Si miramos al comienzo, cuando la tierra fue creada, la Biblia dice que los ángeles del cielo se regocijaron (Job 38:4-7). 

Los ángeles no son divinos, no son esencialmente eternos ni auto existentes, ellos fueron creados gracias a Cristo: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él(Col. 1:16).  Cristo es Dios (Jn. 1:1-3).

Los ángeles son seres morales creados con libre albedrío.  El apóstol Pedro dijo: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio (2 Ped. 2:4).

¿Cuántos ángeles?

No podemos determinar la cantidad de ángeles que Dios creó.  El escritor a los hebreos dijo: a la compañía de muchos millares de ángeles (Heb. 12:22).  Cuando Jehová Dios entregó la ley en el Sinaí Él vino de entre diez millares de santos (Deut. 33:2), de lo cual el salmista dijo: Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares; El Señor viene del Sinaí a su santuario (Sal. 68:17).   Mientras Daniel dormía, en la visión de su sueño él vio al “Anciano de días” (Dan. 7:9) y que delante de su presencia millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él (Dan. 7:9-10).  Sobre las llanuras que rodeaban Belén una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Luc. 2:13-14).  En el huerto de Getsemaní, nuestro Señor dijo ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? (Mat. 26:53).  En la visión del trono, Juan narra lo siguiente: Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones (Apoc. 5:11).

Sólo dos ángeles son mencionados por nombre en la Biblia, el arcángel Miguel (Jud. 1:9) y Gabriel (Luc. 1:19).  Es importante señalar que el término “arcángel” significa jefe o capitán de los ángeles.  En Daniel 10:13, Miguel es llamado uno de los principales príncipes.

Escritos apócrifos de los judíos, textos no inspirados, mencionan también a otros dos ángeles, Uriel y Rafael.  

Dos clases de ángeles

En una visión, el profeta Isaías vio a los serafines exclamar: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria(Is. 6:1-6, el único pasaje del Antiguo Testamento donde los serafines son mencionados). 

De los serafines dijo Isaías: cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban” (Is. 6:2).  Esta visión causó una profunda impresión en el profeta, y desde ahí su designación favorita de Jehová Dios fue “el Santo de Israel”, esta frase aparece más de veinte veces en Isaías.  

Ezequiel nos habla de los querubines que estaban presentes cuando la gloria de Dios salió del templo en Jerusalén (Ez. 10:1-21).  Él dijo: “Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla” (Ez. 10:5).  

Es muy interesante notar que el arca de la alianza, en el lugar santísimo, tenía sobre ella el propiciatorio de oro fino (Ex.25:17) y en cada extremo de él “los querubines extendían sus alas por encima, cubriendo con sus alas el propiciatorio; y sus rostros el uno enfrente del otro miraban hacia el propiciatorio” (Ex. 37:9) una escena que recuerda lo sucedido en Juan 20:12.

El propósito de los ángeles

El Espíritu Santo, por boca del escritor a los hebreos, resumió el propósito de los ángeles cuando dijo: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Heb. 1:14).  Aquí aprendemos que los ángeles están interesados en la salvación de los hombres. 

Así como los profetas se sintieron intrigados “escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos” (1 Ped. 1:11) los ángeles habrán estado expectantes del plan de Dios que se desarrollaba para la humanidad (cf. Ef. 3:10).  

En varias oportunidades los ángeles aparecieron a los hombres en forma humana.  Abraham, el amigo de Dios, mientras vivía en el valle de Mamre, fue visitado por tres ángeles (Gen. 18:1-5; 19:1-3).  Un ángel apareció a la esposa de Manoa mientras ella era estéril y le manifestó que tendría un hijo (Sansón). Las mujeres que fueron a la tumba de Jesús “vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron” (Mar. 16:5), Juan luego nos dice que aquel joven era un ángel (Jn. 20:12). El autor a los hebreos nos amonesta: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Heb. 13:2).

Los ángeles han sido enviados por Dios en varias ocasiones para dar ayuda a los mortales, como la alimentación de Elías en el desierto (1 Rey. 19:5-8), la protección de Daniel de los leones (Dan. 6:22), la respuesta a la oración de Ezequías sobre los asirios (Is. 37:36) o la liberación de Pedro de la cárcel (Hech. 12:7-11).

Pero, los ángeles no siempre han sido visibles cuando sirven a los propósitos de Dios aquí en la tierra.  Cuando el rey de Siria hizo guerra contra el rey de Israel, decidió asesinar al profeta Eliseo.  La Escritura dice: “Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán.  Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad” (2 Rey. 6:13-14).  A la mañana siguiente, el criado de Eliseo se espantó al ver la ciudad rodeada por gente de a caballo y carros.  Pero Eliseo le dijo: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos” (2 Rey. 6:16).  La Escritura luego nos narra: “Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 Rey. 6:17).

En cierta ocasión, nuestro Señor nos presentó un vistazo a lo que sucede a los justos luego de la muerte en la historia del rico y Lázaro.  Según Jesucristo, el rico murió y fue sepultado, pero de Lázaro Cristo dijo: “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham” (Luc. 16:22). 


Cuidado providencial

En el Nuevo Testamento podemos leer de la ayuda providencial de los ángeles para llevar a los hombres a Cristo.  Felipe, el evangelista, fue informado por un ángel del Señor que viajara “hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto” (Hech. 8:26) ahí Felipe se encontró con el eunuco etíope quien “volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías” (Hech. 8:28).  Claro está, que el etíope no sabía nada de la aparición del ángel a Felipe.

En la ciudad de Cesarea un ángel del Señor apareció a “un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre” (Hech. 10:1-2).  Si bien Cornelio se dedicaba a la oración, el ángel le dijo que enviase a llamar a un predicador del evangelio, en este caso el apóstol Pedro.  El ángel informó a Cornelio acerca de Pedro: “él te dirá lo que es necesario que hagas” (Hech. 10:6), lo necesario para Cornelio consistía en poner atención a lo que Pedro le diría porque “él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa” (Hech. 11:14). 

Los ángeles no salvaron ni al etíope ni al centurión.  Los ángeles no les predicaron el evangelio.  Los ángeles fueron enviados para que los predicadores del evangelio se encontrasen con los pecadores y les hablasen de la salvación en Cristo Jesús.  Todo esto, debido a que “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Cor. 1:21) y por lo tanto “hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Luc. 15:10).

Cristo y los ángeles

Los ángeles varias veces fueron los asistentes de Cristo durante su ministerio terrenal, y vinieron a él en momentos de angustia, peligro y necesidad.  Los ángeles incluso anunciaron su nacimiento (Luc. 1:26-38; 2:9-13) y le sirvieron después de las tentaciones en el desierto (Mat. 4:11).  Cuando Jesús se arrodilló para orar en el huerto de Getsemaní, un ángel del Señor vino a fortalecerle (Luc. 22:43), y cuando él murió los ángeles permanecieron atentos de lo que sucedería en torno a su tumba (Luc. 24:4) y luego, un domingo por la mañana, ellos anunciaron que él había resucitado (Luc. 24:6).

Cuando Cristo ascendió a los cielos y los apóstoles miraban como él subía a la presencia del Padre “he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas” Hech. 1:10).  Estos dos ángeles también les dijeron “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hech. 1:11).

¿Ángeles de la guarda?

Nuestro Señor dijo: “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 18:10).  ¿Significa esto que cada uno de los cristianos tenemos un ángel de la guarda? No lo creo.  Cristo aseguró que los ángeles trabajan a favor de los cristianos, pero él jamás dijo que cada cristiano tiene un ángel asignado

Sin embargo, los judíos tenían una creencia común de que todos los israelitas tenían un ángel guardián.  Debido a esto, cuando Pedro salió de la cárcel “llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando” (Hech. 12:12).  Y cuando Pedro tocó la puerta “salió a escuchar una muchacha llamada Rode, la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta.  Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!” (Hech. 12:13-15).

Considérese el siguiente comentario sobre Hechos 12:15: “¿Por qué dijeron eso? ¿Creían que Pedro ya se había muerto? ¿En qué se basa el concepto de que cada persona tenía su propio ángel de la guarda? Se debe distinguir entre lo que Jesús enseña (o lo que el Espíritu Santo reveló) y lo que la gente creía. Los judíos creían que cada persona tenía su "ángel guardián" (basándose, por ejemplo, en Gén. 48:16) y mucha gente lo cree ahora, pero los textos del Nuevo Testamento que hablan de ángeles no confirman esa creencia” (Notas Sobre Hechos de los Apóstoles, Wayne Partain).

En el juicio venidero

Los ángeles acompañarán al Señor cuando él regrese: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria” (Mat. 25:31).  Y en el juicio final, los ángeles ayudarán a que la separación de justos e injustos se realice: “y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad” (Mat. 13:41) “Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mat. 13:49-50)  “…cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tes. 1:7-8).

Conclusión

Si los ángeles se regocijaron cuando la tierra nació, y se regocijaron cuando Cristo vino al mundo: ¡Cuánto más se regocijarán cuando Cristo venga en gloria triunfal para ser vindicado públicamente!

Llegará aquel día, el día final, cuando Cristo venga “con sus santas decenas de millares” (Jud. 1:14).  ¿Está usted preparado para aquel día?