Por Josué I. Hernández
Sin duda, Juan
Calvino hizo algunas cosas buenas en su vida, como la mayoría de los mortales,
y entendió algunas cosas de una manera bíblicamente exacta, como la mayoría de
los estudiantes de la Biblia. Sin embargo, estoy completamente seguro que su
teología estaba totalmente errada, y por lo tanto, yo rechazo de la manera más
tajante su errada exégesis de las Escrituras. He aquí siete razones por las
cuales no soy un calvinista.
1. Porque
yo soy un cristiano.
La primera razón
por la que no soy un calvinista es que Juan Calvino era un hombre como yo, un
mortal sujeto a equivocarse, y a la luz de las Escrituras la teología reformada
de Calvino es doctrina de demonios (cf. 1 Tim. 4:1-3). Por esta simple razón, y
porque no sigo a ningún hombre, no puedo ser un calvinista. He sido llamado a
seguir a Cristo, y quiero ser un cristiano, cristiano solamente. Este es el
nombre con el que Dios señaló a los discípulos de Cristo: “a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hech. 11:26). Desde ése entonces, éste es el nombre
con que los discípulos de Cristo se han identificado, tanto así que Agripa dijo
a Pablo: “Por poco me persuades a ser cristiano” (Hech. 26:28). El apóstol Pedro mandó por el Espíritu
que los discípulos de Cristo sufran como cristianos: “pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino
glorifique a Dios por ello” (1 Ped. 4:16).
El inspirado apóstol
Pablo amonestó a la iglesia de Corinto por su adhesión sectaria: “Quiero decir, que cada uno de vosotros
dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso
está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis
bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Cor. 1:12-13). “Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy
de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Cor. 3:4).
Recuérdese que el
sufijo “ista” (de “calvinista”) señala a un “partidario de” o “inclinado a”, en
este caso la teología de un hombre, Calvino. Por lo tanto, calvinista es aquel
que profesa la doctrina de Juan Calvino.
De una manera
similar a las interrogantes que Pablo presentó a los corintios, preguntamos a
los calvinistas: “¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Juan Calvino
por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Calvino?”
2. Porque
el ser humano no nace totalmente depravado.
La teología de
Calvino tiene su fundamento en la llamada “depravación total del hombre”. La
idea de que el hombre nace total y completamente pecaminoso, incapaz de entender
y obedecer el evangelio, totalmente impotente de hacer lo bueno. Esta filosofía
pagana conocida también como “pecado original”, es totalmente desconocida en
las Escrituras. En cambio, la Biblia enseña que el pecado es el resultado de la
deliberada desobediencia a Dios. El pecado no se hereda, el pecado se comete: “Porque si pecáremos voluntariamente…” (Heb. 10:26). “Todo aquel que comete
pecado…” (1 Jn. 3:4). “Toda injusticia es pecado” (1 Jn. 5:17). “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es
pecado” (Sant. 4:17).
Con el calvinismo una
persona puede decir, “no es culpa mía, yo nací así y no puedo cambiar, es mi
naturaleza pecaminosa”. Entonces, el calvinismo predica a un Dios que hace
acepción de personas y que en definitiva es responsable de la salvación o la perdición
de los individuos pecadores, ya que si alguno se pierde eternamente será porque
Dios no lo llamó para salvarlo con lo que el calvinismo llama “la gracia
irresistible”. Sin embargo, la Biblia dice que el pecado es una responsabilidad
personal. Ejemplos: “Levántate y bautízate, y
lava tus pecados, invocando su nombre” (Hech. 22:16). “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais
muertos en vuestros delitos y pecados” (Ef. 2:1).
3. Porque
la predestinación en Cristo es grupal, no individual.
La filosofía
calvinista habla de individuos predestinados arbitraria e incondicionalmente, y
desde antes de la fundación del mundo, ya sea para salvación como para
condenación. En esta imaginaria elección, el hombre no tiene parte. El ser
humano caído y depravado no puede obrar para la recepción de esta supuesta
salvación, la cual es un don otorgado incondicionalmente según la predestinación
individual de cada quien. Sin embargo, las sagradas Escrituras no enseñan tales
cosas.
En el primer
capítulo de la epístola a los Efesios y el octavo capítulo de la epístola a los
Romanos, el apóstol Pablo expuso la predestinación bíblica. Así, pues, el
concepto de “predestinación” es bíblico, salvo que es muy diferente de la
predestinación del calvinismo. Juan Calvino
se confundió con la naturaleza del pecado y la naturaleza de la salvación, y
por lo tanto, esto lo cegó para entender lo que es la predestinación de la cual
la Biblia habla.
El apóstol Pablo dijo:
“según nos escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad” (Ef. 1:4-5). Este
pasaje no habla de individuos depravados que aunque heredaron el pecado han
sido predestinados incondicionalmente, sino de un grupo de gente obediente al
evangelio, santa y sin mancha, la iglesia. La predestinación bíblica no es
individual, sino grupal. Entonces, Pablo junto a todos los cristianos, podían
decir “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el
designio de su voluntad” (Ef. 1:11).
Recuérdese que el mismo apóstol dijo que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de
la verdad” (1 Tim. 2:4). Esto
está en total armonía con lo dicho por el apóstol Pedro: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza,
sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino
que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9).
La salvación en
Cristo (Ef. 1:3) está disponible para todas las personas, y es conferida a
todos los obedientes que entrando en el reino son del grupo predestinado (la
iglesia) para salvación eterna (Jn. 3:1-7; Hech. 2:38; 1 Ped. 3:21).
4.
Porque Jesús murió por todos.
El
punto más difícil de concebir, en la doctrina de Calvino, es el de la
“expiación limitada”, según el cual Cristo vino a morir solamente por los
elegidos, los predestinados. El calvinismo niega que Cristo muriera por todos.
El pseudo evangelio de Calvino enseña que Cristo no murió por los predestinados
a la condenación. No obstante, las sagradas Escrituras enseñan algo totalmente
diferente: Cristo murió por todos y para salvar a todos.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). “Porque la gracia de Dios
se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11). “Y él es la propiciación
por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de
todo el mundo” (1 Jn. 2:2).
5. Porque
la gracia no es irresistible.
El calvinista
enseña que la gracia es un poder irresistible. El calvinismo insiste en afirmar
que si Dios predestina a una persona, entonces Dios lo salvará, no hay nada que
la persona puede hacer para resistir a la gracia de Dios. Sin embargo,
numerosos pasajes bíblicos refutan esta falsa doctrina.
En primer lugar, es
fácil ver que muchas personas, como el rey Agripa, resistieron a la gracia de
Dios. A pesar de que estaban expuestos a una buena predicación, no permitieron
que el mensaje de salvación los convenciera para volverse a Cristo (Hech.
26:27-29).
En segundo lugar,
si la gracia es “irresistible”, la evangelización es un trabajo totalmente innecesario.
¿Por qué esforzarse por anunciar con denuedo el evangelio por todo el mundo (cf.
Mat. 28:19-20; Mar. 16:15-16), si Dios irresistible y milagrosamente atraerá
solamente a los predestinados? ¿Por qué diría Pablo, “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me
he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Cor. 9:22)? Si la predicación de la palabra de Dios
y el sacrificio generoso de Pablo no tenían nada que ver con la conversión de
las almas ¡alguien debería haber dicho a Pablo que dejara de hacer esto!
En tercer lugar, la
gracia no es un poder independiente de la predicación del evangelio. La gracia
de Dios es conferida precisamente a través del evangelio: “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Cor. 1:21). “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios” (Rom. 10:17). “Pero sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb. 11:6). Pablo dijo: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11) y luego especificó que la gracia es la
bondad, el amor y la misericordia de Dios (Tito 3:4-5). Esta gracia maravillosa
es conferida, concedida y otorgada por el “evangelio de la gracia de
Dios” (Hech. 20:24; cf. 20:32). ¡El
evangelio y la gracia son inseparables!
6. Porque
los cristianos pueden caer de la gracia.
Los calvinistas tradicionalmente
han enseñado la doctrina de que “una vez salvo, siempre salvo”, que si alguien
se convierte en un verdadero cristiano es imposible que caiga de la gracia. Es
más, si le preguntamos a un calvinista si el cristiano podría caer de la gracia
y perder la salvación, el respondería con un rotundo ¡no! Sin embargo,
nuevamente el calvinismo está errado, las Escrituras enseñan algo totalmente
diferente.
Pablo, un hombre
inspirado, dijo a los gálatas: “De Cristo os desligasteis,
los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gal. 5:4). ¿Acaso Pablo no distinguió que los gálatas
eran elegidos para condenación cuando se esforzaba tanto en predicarles? ¿No
será más bien que ellos podían caer luego de haber sido verdaderos cristianos? Este
es un buen ejemplo para ver que el calvinismo no estaba en la mente de los
apóstoles y primeros cristianos. Ellos bien entendían la naturaleza de la
salvación en Cristo: “Porque es imposible
que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron
hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra
de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados
para arrepentimiento” (Heb. 6:4-6). Un cristiano puede llegar a ser un
pecador acabado. ¡Un verdadero cristiano puede caer de la gracia!
El Señor Jesucristo
enseñó claramente que sus discípulos pueden perder la salvación. Él dijo: “El que en mí no permanece, será echado fuera como
pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Jn. 15:6).
7.
Porque la Biblia es mi estándar
Creo en un
evangelio de “sencillez y pureza de la
devoción a Cristo” (2 Cor. 11:3, LBLA). Creo que Dios, a través de su palabra, nos ha revelado
todo lo que necesitamos para ser salvos (2 Tim. 3:16-17). La salvación no es misterio
intelectual que sólo los grandes teólogos pueden descifrar. La salvación es
fácil de comprender y aplicar, y está al alcance de todos a través de
Jesucristo. Cristo Jesús dijo a sus apóstoles: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”
(Mar. 16:15-16). Las palabras de Jesús, su evangelio del Nuevo Testamento, no
podría estar más lejos de calvinismo. Por lo tanto, yo no quiero ser un
calvinista, ni tener relación con el calvinismo.