Por Sewell Hall
Cuando Dios entregó
su ley por medio de Moisés a la nación de Israel más de 1.000 años antes de
Cristo, no autorizó la división de su pueblo en sectas o denominaciones. Sin embargo, al llegar Jesús al mundo, el
pueblo de Dios estaba dividido en varios partidos y sectas tales como: Los
fariseos, los saduceos, los esenios y otros más... Se suponía, que todas las
personas que querían seguir a Dios seriamente tenían que hacerlo a través de la
tradición de alguna de las sectas de ese tiempo.
LA ACTITUD
DE JESÚS
¿Con cuál de las
sectas religiosas se juntó Jesús? ¿De cuál de ellas legó a ser miembro? ¡Jesús
no llegó a ser miembro de ninguna secta! Cristo guardaba una relación con Dios
independiente de las sectas y por eso todas ellas se le opusieron.
Jesús no autorizó
que sus seguidores fueran divididos en partidos religiosos, sino que deseo que
fueran unidos. Después de orar por sus apóstoles, Jesús también oró: “Mas no ruego solamente por éstos, sino
también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos
sean uno; como tú, oh Padre en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:20-21).
Hoy la situación
religiosa es semejante a la de los días de Jesús. A pesar de la oración de Jesús, ha habido
muchas divisiones entre los que afirman ser cristianos las cuales se han
perpetuado por escribir credos religiosos, formando organizaciones
eclesiásticas de invento humano. Por
consiguiente, vemos muchos cuerpos religiosos, muchos señores (autoridades
religiosas), muchos credos y muchos bautismos.
Hay una abismante
diferencia entre la división religiosa de hoy y la unidad que describe el Nuevo
Testamento: “Un cuerpo, y un Espíritu,
como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un
Señor, una fe, un bautismo” (Efesios 4:4-5).
¿CÓMO
SOLUCIONAR EL PROBLEMA?
Mucha gente lamenta
hoy en día la división entre los creyentes. Ellos quieren la unidad de todas
las denominaciones y trabajan diligentemente para llevarla a cabo. Pero estas personas asumen que hasta lograr
ésta clase de “unidad” todas las personas tienen que juntarse con una
denominación y mantener un espíritu tolerante hacia la tradición de las demás
sectas.
No hay nada en la
enseñanza de Cristo que sostenga tal actitud hacia la unidad. Jesús no procuró
convocar una conferencia ecuménica para llevar a cabo una fusión de los
fariseos, saduceos, esenios..., formando una gran secta.
Cristo requiere que
sus verdaderos discípulos estén “unidos” conforme a la unidad revelada por el
Espíritu Santo en el Nuevo Testamento (Efesios 4:3; Juan 8:31). La enseñanza de
Jesús fue diseñada para apartar a los individuos de las tradiciones de los
hombres, para que nosotros aceptemos la sencilla palabra de Dios. Por medio de
las enseñanzas de Jesucristo y su ejemplo, encontramos el camino para salir de
la confusión religiosa. Cristo es el camino para salir del error
denominacional.
LA IGLESIA
DEL SEÑOR JESÚS
Jesús prometió edificar su propia
iglesia: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo
16:18).
Prometió edificar solamente una
iglesia, es decir, una sola asamblea de creyentes, y ella iba a pertenecer a
Cristo. La roca en la cual Jesús iba a
erigir su iglesia no sería Pedro, sino la verdad que Pedro había confesado: “...Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente” (Mateo 16:16).
Pablo dijo: “Porque nadie puede poner otro fundamento
que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 de Corintios 3:11).
La palabra iglesia
significaba originalmente: los llamados
aparte. En el Nuevo Testamento
significa asamblea, congregación o grupo
de personas. Por medio de la predicación del evangelio, Pedro y los otros
apóstoles llamaron aparte del mundo a
aquellos que tuvieron la voluntad de seguir a Cristo. “al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los
otros apóstoles: Varones hermanos ¿Qué haremos? Pedro les dijo: arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:37-38). “Así que los que recibieron su palabra
fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hechos
2:41)
Aquel día se
estableció la iglesia, la asamblea de todos los salvos del mundo. Fue compuesta de todos aquellos que fueron
salvados por Jesús, es decir, los que se había arrepentido y bautizado para el
perdón de sus pecados. Crecía cada día: “...Y el Señor añadía cada día a la iglesia
los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47).
En el Nuevo
Testamento leemos de grupos de personas salvadas (o sea, miembros de la iglesia
universal) que se reunían para trabajar y adorar juntos. Estos grupos eran iglesias “locales” (es
decir congregaciones) y aunque eran unidas en Cristo, eran independientes e
iguales; no estaban sujetas a ninguna sede central en la tierra. Cristo las dirigía desde los cielos mediante
sus apóstoles inspirados, quienes les enseñaban como adorar y trabajar juntos.
EVITANDO LA
DIVISIÓN
Si obedecemos las
mismas instrucciones que Pedro dio en el día de Pentecostés, arrepintiéndonos
de nuestros pecados y siendo bautizados en el nombre de Jesucristo para perdón
de pecados, nosotros seremos salvos igual que los del primer siglo. Al ser
salvados, el Señor nos añade a su iglesia, como les añadió a ellos.
Así como ellos no
se juntaron con ninguna organización religiosa de invento humano, tampoco lo debemos
hacer nosotros. Como miembros de la asamblea del Señor, tenemos que estudiar
con cuidado el plan de Jesús para su cuerpo espiritual en el Nuevo Testamento,
especialmente en el libro de los Hechos y los libros siguientes.
Las iglesias
“locales” que seguían la enseñanza de los apóstoles eran exactamente los que
Dios quería que fueran. Si imitamos a
aquellos individuos consagrados y las iglesias del primer siglo, podemos así
agradar a Dios.
El imitar a Cristo
y seguir el plan de Jesús para su cuerpo espiritual no es tan difícil como
muchos piensan. Quizá le sea posible
reunirse con un grupo de cristianos que sigue el plan dado en el Nuevo
Testamento en su propia ciudad. Si no es
posible reunirse con tal grupo, usted puede hablar con sus amigos y vecinos
acerca de Cristo. Con un grupo de 2 ó 3
creyentes bautizados que tienen el mismo propósito, pueden reunirse para adorar
a Dios en una forma aceptable.
No es necesario
tener un gran edificio para adorar a Dios, los cristianos del Nuevo Testamento
se reunían en casas (Romanos 16:5; 1º Corintios 16:19). No es necesario ser un sacerdote especial,
porque todo cristianos es sacerdote según 1º Pedro 2:5. No es necesario recibir ningún certificado ni
permiso de ninguna sede central porque uno solamente tiene que tener una
relación con Jesús para adorar a Dios.
Siempre estaremos dispuestos a ayudarles.
¿POR QUÉ
HAY TANTAS SECTAS?
Los estudiantes de
la Biblia son unidos al decir que Dios en su palabra habla de una sola iglesia,
es decir una sola asamblea de creyentes. ¿Por qué tenemos centenares de
iglesias distintas hoy en día? Según
testimonio de la historia ocurrió una apostasía,
o sea, un desvío gradual del plan sencillo de Cristo:
1. El plan de
Cristo para su iglesia en el Nuevo Testamento, fue un plan que autorizó una
forma sencilla de organización, trabajo y adoración.
2. El
Espíritu Santo, por medio del apóstol Pablo predijo: “algunos apostatarán de la fe” (1º Timoteo 4:1)
3. Al fin del
segundo siglo (d.C), algunos cristianos cambiaron el sentido de la palabra
“obispo”. En el Nuevo Testamento, la
palabra se refería a hombres casados, mayores de edad, que gobernaban
juntamente con otros obispos las iglesias locales (vea 1º Timoteo 3:1-7; Hechos
14:23; Hechos 20:17,28). Sin embargo,
150-200 años después del nacimiento de Cristo, la palabra “obispo” fue cambiada
para referir a un solo hombre que gobernaba varias iglesias.
4. En el año 325 (d.C), representantes
de muchas congregaciones se reunieron en Nicea (Francia) para formular un
documento llamado “El credo de Nicea”.
El concilio exigió que todos los que quisieran ser considerados como
“fieles” aceptasen y siguiesen su documento en adición al Nuevo Testamento (vea
2º Juan 9; Apocalipsis 22:18-19)
5. En el año 606 Bonifacio III se
proclamó “obispo universal”, el “vicario de Dios en la tierra”.
6. Desde el año 606 al 1.300 abarca una
época que muchos historiadores describen como la “edad oscura” debido a la
ignorancia de la población en general.
La Biblia era un libro desconocido y los hombres eran guiados por la
tradición. Durante ésta época (edad
oscura) la organización, adoración y trabajo de la iglesia se volvieron
complicados, y la superstición prevaleció en vez de la sabiduría.
7. En el año 1.517, Martín Lutero,
comenzó lo que se llama “la reforma”. El
se esforzó por reformar los abusos de la iglesia tradicional pero, a pesar de
su sinceridad, formó una nueva denominación, la Iglesia Luterana. Sus seguidores aceptaron “La confesión de fe
de Augsburgo” como credo suyo.
8. Con los años aparecieron muchas
sectas. Cada una logró tener algunas
buenas cualidades pero ninguna se esforzó por seguir el plan sencillo dado por
Cristo a su pueblo en el Nuevo Testamento, pues todos, querían guardar sus propios
credos y tradiciones en adición al Nuevo Testamento. Algunas de estas iglesias
(y su fecha de fundación) son:
- La iglesia de Inglaterra (Episcopal) (1534).
- La iglesia Presbiteriana (1536).
- La iglesia Bautista (1607).
- La iglesia Metodista (1739).
- La iglesia de Jesucristo de los santos de los
últimos días, conocidos como “los mormones” (1830).
- La asamblea cristiana de los Testigos de Jehová, a
mediados del siglo 19.
- Y otras más...
Así tenemos un
sinnúmero de iglesias hoy en día, todas afirmando seguir a Cristo. La solución
del problema de la división es seguir a Cristo sin involucrarse con ninguna
secta.