Por Sewell Hall
Si uno quiere
seguir a Jesús, el camino, es necesario que se instruya en la Biblia porque
ella es la única fuente de información acerca de Jesús revelada por Dios
mismo. Mucha gente con quien hablamos
acerca de Jesús no ha estudiado la
Biblia. Aun muchos
maestros religiosos sólo han investigado superficialmente lo que la Biblia dice
acerca de Jesús. Para colmo de
desgracias, muchas veces estos educadores y sus discípulos mezclan tanto lo que
la Biblia dice
con sus propias opiniones y filosofías que apenas podemos ver lo que es bíblico
y lo que es invención humana. La verdad
es que hay tantas filosofías y teorías acerca de Jesús que todas no pueden ser
correctas. Han oscurecido el
conocimiento del Jesús verdadero. Si
usted quiere conocer verdaderamente a Jesús, es preciso que investigue la
fuente original de verdad acerca de Él, o sea, la Biblia.
JESÚS EN
EL ANTIGUO TESTAMENTO
La Biblia está
dividida en dos partes: 1. Antiguo Testamento, y 2. Nuevo Testamento. Se acabó
de escribir el Antiguo Testamento casi 400 años antes del nacimiento de Jesús,
pero contiene mucha información acerca de Él.
Por ejemplo, nos da características de Jesús antes de su venida al
mundo.
Cuando Dios quiso
hacer al hombre, dijo a otro ser Divino: “Hagamos
al hombre a nuestra imagen...” (Génesis 1:26). Este ser divino es Jesucristo,
se llama el Verbo en Juan 1:1. “En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él
nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:1-3).
El Antiguo
Testamento predijo el nacimiento de Jesús por una virgen: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí la virgen concebirá,
y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14).
El nombre Emanuel significa: Dios con nosotros. El Antiguo Testamento aun predijo que Jesucristo
iba a nacer en Belén (Miqueas 5:2).
JESÚS EN LOS EVANGELIOS
El Nuevo Testamento
(Nuevo Pacto), registra el cumplimiento de estas profecías, Juan dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó
entre nosotros...” (Juan 1:14).
Cuatro escritores
en el Nuevo Testamento dan la historia de su vida. Estas historias se llaman muchas veces Los cuatro relatos del evangelio, ya que
la palabra evangelio significa buenas noticias o buenas nuevas. Los cuatro son: Mateo, Marcos, Lucas
y Juan.
En cada uno se destaca un aspecto
diferente de Jesús:
- Mateo: Señala su enseñanza, especialmente sobre el reino de los cielos, destacando el cumplimiento de las profecías mesiánicas que habían sido dichas acerca de Él.
- Marcos: Ofrece como tema principal los milagros de Jesús, mostrando su poder.
- Lucas: Hace hincapié en la perfecta humanidad de Jesús, sin descartar su perfecta divinidad (es decir que Jesús era y es Dios).
- Juan: Destaca la perfecta divinidad de Jesús, sin descartar su humanidad (es decir que Jesús era hombre).
Aunque son
distintos, los evangelios dan una descripción perfecta y armoniosa de Jesús, el
Hombre más importante de la historia del mundo.
Nadie puede conocer
a Jesús, El Camino, si no ha leído con cuidado estas historias. Al leer con
cuidado estos relatos (los evangelios), nos llama la atención la diferencia
entre el Jesús verdadero (bíblico) y el Jesús imaginario creado por la mente
colapsada de la filosofía modernista imperante hoy.
JESÚS, EN
HECHOS Y LAS CARTAS DEL APÓSTOL
PABLO
La enseñanza de
Jesús no sería completa sin los demás libros del Nuevo Testamento. Los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan, informan solamente acerca de su enseñanza mientras estaba en el mundo, la
cual fue limitada a lo que pudieron comprender sus apóstoles en el corto
período de tiempo que estuvo con ellos.
Antes de salir del
mundo, Jesús les prometió a sus
apóstoles que iba a seguir hablándoles aun después de su partida a través del
Espíritu Santo. Les dijo: “Aun tengo
muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, el
os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que
hablará todo lo que oyere, y os hará saber todas las cosas que habrán de
venir. El me glorificará; porque tomará
de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:12-14).
Luego de que Jesús
ascendiera a los cielos, El Espíritu Santo vino sobre los apóstoles (en la
fiesta del Pentecostés de Hechos 2): “Y
fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas,
según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4).
Esto significa que
la predicación y las Escrituras de los apóstoles inspirados que se hallan en el
resto del Nuevo Testamento, también
constituyen la enseñanza del Señor Jesús. El apóstol Pablo escribió: “Si alguno se cree profeta, o espiritual,
reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor” (1 de Corintios
14:37).
NO HAY
OTRA REVELACIÓN
La revelación de
Jesús y su enseñanza en el Nuevo Testamento son completas. Él prometió a los apóstoles que iban a
recibir TODA LA VERDAD en el primer siglo (Juan 16:13) y
cumplió su promesa. Por lo tanto, no ha
revelado ninguna otra verdad después de otorgar
toda la verdad a los
apóstoles. Las Escrituras apostólicas
pueden hacer al hombre: “...perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:17).
Los escritores
bíblicos nos avisan: “Mas si aun
nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que
os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8). Anatema quiere decir maldito.
¿ANTIGUO O
NUEVO TESTAMENTO?
Aunque hay muchas
predicciones acerca de Jesús en el Antiguo Testamento, es por el Nuevo
Testamento que Dios nos habla hoy acerca de Cristo. “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo
a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el
Hijos...” (Hebreos 1:1-2). Esto quiere decir que no debemos sujetarnos a la
ley del Antiguo Testamento para aprender cómo seguir a Cristo. Para seguir a Cristo debemos volver al Nuevo
Testamento.
“De
manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que
fuésemos justificados por la fe. Pero
venida la fe, ya no estamos bajo ayo...” (Gálatas 3:24-25).
No obstante, aunque
el Antiguo Testamento no está en vigor como ley, podemos aprender mucho de él. “Porque las cosas que se escribieron antes,
para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la
consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15:4).
Si quiere
profundizar un poco...
El Nuevo Testamento
fue escrito por los apóstoles y profetas del primer siglo en la lengua
griega. La Biblias que tenemos en
castellano son traducciones del texto griego. Unos pocos han tratado de poner
en duda la credibilidad del Nuevo Testamento diciendo que se ha corrompido a
través de los años. Por contraste, los
eruditos que han estudiado el texto
griego piensan que nada de las enseñanzas esenciales han sido cambiadas.
Millar Burrows ha
dicho de los textos novotestamentarios: “Han
sido transmitidos con notable fidelidad de tal modo que no es necesario dudar
en lo absoluto en lo referente a la enseñanza comunicada por ellos”.
¿Cómo es que el
señor Burrows y tantos otros eruditos tienen tanta confianza? “Es un hecho bien conocido, que muchos que
dudan de la inspiración y preservación de la bendita Palabra de Dios, tienen
como principal tropiezo, ante la revelación divina, una resistencia moral”
EVIDENCIAS QUE
NOS DAN CONFIANZA
- Tenemos muchas copias antiguas del texto
bíblico. Las más antiguas y más importantes
copiadas solamente 250-300 años después de la muerte del apóstol Juan (Estas
tres copias son: El Códice Sinaítico (350 d.C) que se encuentra en el
Museo Británico. El Códice Vaticano (325-350 d.C) que se guarda en la
Biblioteca Vaticano y el Códice Alejandrino (400 d.C) guardado en el Museo
Británico). No podían haber grandes
cambios en el texto en este corto período de tiempo.
- Tenemos fragmentos del Nuevo Testamento que datan
de 130 años d.C. (Unos fragmentos importantes son: El Manuscrito Juan
Rylan (130 d.C) que tiene parte del libro de Juan. El Papiro Chester Beatty (200 d.C) que
se guarda en la Biblioteca Vaticano.
Y el Papiro Bodmer II (150-200 d.C) que contiene la mayor parte del
libro de Juan). Ninguno de los fragmentos indica que haya cambios
importantes en el texto del Nuevo Testamento.
- Otra evidencia incluye copias traducidas del griego a otras lenguas. Algunas de estas traducciones fueron producidas solamente unos centenares de que se terminara la revelación del Nuevo Testamento. Estas fuentes confiables desmienten la teoría de que el Nuevo Testamento se ha corrompido.
Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35).