El Papado


Por Josué I. Hernández


Millones de personas vieron con gran euforia y entusiasmo el proceso de elección de su nuevo Papa. Jorge Bergoglio, argentino, Jesuita y futbolero.  Este nuevo Papa será conocido como “Papa Francisco I” quien asume el cargo luego de la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI, quien argumentó por su renuncia un problema de salud.  

Por supuesto, quienes creemos en la autoridad de Cristo y de su palabra, tenemos una perspectiva diferente de lo que significa el “Papado”:
  • Rechazamos la idea errada de que la iglesia de Dios, el cuerpo de Cristo, necesite de una cabeza humana. El apóstol Pablo dijo Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador(Ef. 5:23). El apóstol Pedro, dijo que Cristo es el “Príncipe de los pastores” (1 Ped. 5:4) y que no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (Hech. 4:12). No hay autorización bíblica para tener líderes humanos sobre la iglesia universal. Cristo dijo Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra (Mat. 28:18), él jamás autorizó a algún vicario de su potestad, Cristo no necesita tal cosa.
  • La iglesia universal según el plan de Dios, no tiene organización universal. No puede existir ningún centro de gobierno terrenal, porque la iglesia en su sentido universal no tiene ninguna obra colectiva que hacer, por lo tanto la organización universal de la iglesia no es de Dios sino de los hombres. El único nivel de organización autorizado en el Nuevo Testamento, es la organización de cada iglesia local. Ancianos (también llamados “pastores” y “obispos”) debían ser nombrados en cada iglesia local (cf. Hech. 14:23; Tito 1:5). Por tanto, no es extraño ver a cada una de las iglesias de Judea con un cuerpo de ancianos que dirigía a cada una de manera independiente de las demás (cf. Hech. 11:30; Fil. 1:1). Por ejemplo, en la iglesia de Éfeso había un cuerpo de ancianos (presbiterio) que la presidía (Hech. 20:17, 28, 32) al igual que en Filipos (Fil. 1:1). No es extraño, entonces, que el apóstol Pedro se dirigió a los ancianos de las diversas iglesias en “Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” para darles instrucciones en su obispado (1 Ped. 1:1; 5:1-4). El Papado nunca se menciona en la Biblia. Ninguna jerarquía de liderazgo humano para la iglesia universal está autorizado por Dios.
  • Los católicos afirman que el apóstol Pedro fue su primer Papa. Sin embargo, Pedro no satisface la definición de la inventiva católica, él estaba casado (Mat. 8:8:14; 1 Cor. 9:5), y nunca repudió a su esposa (Mat. 19:6). Y, como ya señalamos, el apóstol Pedro enseñó a los “ancianos” (plural) el comportamiento acorde a su obispado en las congregaciones locales dentro de las cuales ellos tenían el cargo (la grey de Dios que está entre vosotros, 1 Ped. 5:2).  Pedro jamás autorizó el concepto de la supremacía papal sobre la iglesia universal. Incluso, él mismo dijo que Cristo es la única autoridad bajo el cielo dada a los hombres (Hech. 4:12) y la roca sobre la cual se construyó la iglesia (1 Ped. 2:4-8).
  • Jesús prohibió explícitamente el uso de los títulos religiosos, y dijo claramente: Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos (Mat. 23:9). Por supuesto, podemos llamar “padre” a nuestro propio “papá” (Ef. 6:2).  Obviamente, Jesús condenó el uso de los títulos religiosos en base a que éstos sirven para erigir distinciones religiosas donde no deben existir. Y es más, el uso de títulos religiosos jamás fue una marca del cristianismo primitivo, donde no había distinciones entre aquellos que tenían un Maestro en común y que participaban de una herencia común en los cielos.  El invento de “clero” y “laicos” es de la sabiduría humana, no de la Biblia.
  • Los católicos reconocen al Papa como su autoridad espiritual. Pero los apóstoles de Cristo nos han enseñado que en las Sagradas Escrituras está investida a autoridad de Cristo (2 Tim. 3:16-17; Jn. 12:48). Por lo tanto, toda fuente de autoridad ajena a la Biblia debe ser rechazada, esto incluye a los Papas y sus credos humanos (Gal. 1:8-9).


Ninguna autorización bíblica existe para el Papado, por lo que su práctica debe ser abandonada. Ningún hombre debe recibir la gloria que ahora mismo se le da al Papa. Incluso, el propio apóstol Pedro rehusó recibir la adoración que el equivocado Cornelio le daba, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre (Hech. 10:26). Como dijo el ángel a Juan: “…yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios (Apoc. 22:8-9).

Dios ha expresado su voluntad por medio de su palabra infalible y todo-suficiente. En cambio el Papado y sus decretos son falibles y no sirven para vida eterna (Mat. 15:14). Pongamos nuestra confianza en la perfecta ley, la de la libertad (Stgo. 1:25).

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