Por Josué I. Hernández
Algunos
dedican poco tiempo y energías a pensar y planificar para el futuro, viven
improvisando, actuando espontáneamente. ¿Por qué planificar si a Dios pertenecen “el reino, y el
poder, y la gloria” (Mat. 6:13)? ¿Por que planificar si Cristo
dijo “todas estas cosas os serán añadidas... no os afanéis por el día de
mañana” (Mat. 6:33-34)?
Jesucristo
enseñó la importancia de sentarse y sacar cuentas (Luc. 14:28,31). Es más,
todo lo que Cristo hizo estaba planificado (cf. Ef. 3:11; Heb. 10:7). Dios no
improvisa. Él es Dios de propósito (cf. Jn. 5:17; 8:28; Rom. 1:2).
En
el Sermón del Monte los discípulos son exhortados a planificar y perseverar
(cf. Mat. 7:24-27) dependiendo del Padre celestial (cf. Mat. 6:8,32; 7:11). No
es extraño, por lo tanto, que mientras ellos piden por “el pan nuestro de cada día”,
trabajen por conseguirlo (cf. Mat. 6:11; Ef. 4:28; 1 Tes. 4:11).
Sobrios
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Ped. 5:8).
Sumisos
Confiados