Por Gene Tope
Por la lectura de las Escrituras sabemos que Cristo vino
para edificar su iglesia y que los salvos fueron añadidos a ella. También
aprendemos de la Biblia que Cristo solamente edificó UNA iglesia y que todo
Cristiano en el primer siglo era miembro de esa iglesia. ¡Hoy día esto es
diferente! Hay cientos y cientos de diferentes iglesias. ¿De dónde vinieron
todas ellas? ¿Le agradan a Dios? ¿Hay remedio para la división religiosa? Estas
y preguntas similares entran en la mente del estudiante a medida que lee la
Biblia. Es el propósito de esta lección demostrar que todos los creyentes
pueden y deben ser uno en Cristo Jesús.
¿Qué es el denominacionalismo?
El denominacionalismo es la división de los creyentes en
partidos religiosos. Cada uno tiene su propio nombre humano, credo,
organización, y términos de membresía. Cada uno permanece diferente a los otros
para sobrevivir. Cada uno se considera así mismo que es el correcto, no
importando cuán tolerante de los otros pudiera ser. En cambio, la iglesia que Cristo edificó es de
origen divino; por tanto, no es una denominación en ningún sentido de la
palabra. Las iglesias por los hombres son de origen humano y de sabiduría
humana. Son sectarias porque enseñan diferentemente de la iglesia original. Mediante
esta comparación uno puede identificar una denominación.
Dios no tiene la intención de que el hombre cambie su
palabra: “Mas si aun nosotros, o un ángel
del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado,
sea anatema” (Gal. 1:8). En el diagrama a continuación señalamos algunos de
los errores practicados por las denominaciones. Por favor, compare estos
errores con la verdad bíblica.
ERROR DENOMINACIONAL
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VERDAD BÍBLICA
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Títulos Humanos (Bautista, Luterano, Católico Romano,
Metodista, Adventista, etc.)
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Llevar el Nombre de Cristo — Hechos 11:26; Romanos
16:16; Colosenses 3:17.
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Bautismo de Bebés
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Bautismo de creyentes — Marcos 16:16; Romanos 6:4.
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Música instrumental, adoración divertida
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Cantar sin instrumentos — Efesios 5:19; Colosenses
3:16.
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Guardar el Sábado
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Adorar el Primer Día (el Domingo) —Hechos 20:7; 1
Corintios 16:1-2.
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División entre Clero y Laicos, Vestimenta, especial,
etc…
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Ningún Clero; Todos Cristianos así como Sacerdotes —
Mateo 23:5-12; 1 Pedro 2:5
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Diezmos mensual
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Ofrendando “según haya prosperado” los Domingos —1
Corintios 16:2.
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¿Por qué el denominacionalismo es incorrecto?
Cuando el hombre establece títulos y prácticas religiosas
de origen humano no hace algo bueno; esta sola razón es suficiente para
condenar el sectarismo. No obstante, deseamos continuar el tema para hacer
bastante claro a todo buscador sincero de la verdad que el denominacionalismo
no es el plan de Dios, sino del hombre. Simplemente, no es bíblico. Las denominaciones
son desconocidas en el Nuevo Testamento.
¿De qué denominación lee usted en la Biblia? En lugar de
muchas iglesias, solamente se habla de UNA. Jesús dijo: “edificaré mi iglesia” (nótese el uso singular del término
“iglesia”, Mat. 16:18).
Pablo hace esto claro cuando dice: “Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo” (1
Cor. 12:20).
A la iglesia en la ciudad de Efeso, Pablo hizo una
súplica conmovedora exhortándoles a “guardar
la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. El inspirado escritor
continuó para explicar: “un cuerpo, y un
Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra
vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es
sobre todos, y por todos, y en todos” (Ef. 4:3-6).
Es evidente para todo corazón honesto, que ninguna
denominación existía en el primer siglo. La iglesia de Cristo estaba bajo la
autoridad de Dios, y a través del mundo todos los cristianos practicaban las
mismas cosas, creían las mismas cosas, y adoraban en la misma forma.
Por estas razones, el denominacionalismo es anti-bíblico.
Cuando el hombre adopta su propio plan en preferencia a lo que Dios ha dicho,
siempre va contra la sabiduría divina incurriendo en la ira de Dios. Cristo murió
para que Sus discípulos pudieran todos estar unidos en la iglesia. Planeó que a
través de la unidad de ellos el mundo pudiera creer en El. Cristo oró para que
Sus discípulos: “sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste” (Jn. 17:21). ¿No cree usted que el hombre es
extremadamente descarado cuando no solamente ignora la oración de nuestro
Salvador, sino que procede a establecer denominaciones según sus deseos?
El apóstol Pablo reprendió a los discípulos en Corinto
cuando la división amenazaba. Siendo culpables de envidia, y divisiones, Pablo
les pregunta: “¿No sois carnales, y
andáis como hombres?” (1 Cor. 3:3). En el capítulo uno, el apóstol
inspirado dice: “Os ruego, pues,
hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una
misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis
perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Cor.
1:10).
El apóstol Pablo no pensó que las diferencias personales
necesitaban diferentes iglesias. Urgió más bien a que los cristianos no
solamente fueran de la “misma mente”
sino aún del “mismo parecer”.
El remedio al denominacionalismo
La iglesia del primer siglo fue la respuesta a la oración
de nuestro Señor por la unidad. Pablo pudo escribir en forma afirmativa a los
Efesios diciendo: “UN cuerpo”. A los
Corintios se les instruyó a “hablar todos una misma cosa”. ¿Cómo se llevó a
cabo esta sorprendente unidad? ¿Cómo pudieron miles en el primer siglo hablar
todos las mismas cosas; ser de una misma mente y parecer? La respuesta reposa
en el hecho de que todos ellos estaban siguiendo la misma enseñanza o doctrina.
Hechos 2:42 nos dice que los discípulos en Jerusalén “perseveraban en la doctrina de los
apóstoles”. Era la doctrina de los apóstoles la que estos primeros cristianos
seguían. Los apóstoles fueron guiados por el Espíritu Santo en esta enseñanza.
Cristo mismo prometió, “Pero cuando venga
el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad...” (Jn. 16:13).
Así también Pablo afirmó: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es
según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por
revelación de Jesucristo” (Gal. 1:11-12). Por tanto, seguir la enseñanza de
los apóstoles es seguir la enseñanza de Cristo. Si las personas hoy día siguen
únicamente la enseñanza de los apóstoles estarán unidos como lo estuvieron
aquellos primeros cristianos. Puesto que los hombres han seguido las enseñanzas
de los hombres, antes que la de los apóstoles, ha dado como resultado el
denominacionalismo. Por ejemplo: La Iglesia Luterana sigue las enseñanzas de
Martín Lutero, la Iglesia Metodista sigue a Juan Wesley, la Iglesia
Presbiteriana sigue a Juan Calvino.
Dejemos los nombres humanos y los credos humanos y
retornemos a la Biblia como nuestra única autoridad en todos los asuntos
religiosos. La Biblia no solamente nos da una base sólida para la unidad, sino
que nos asegura que estamos siguiendo la voluntad de Dios. Juan dice: “Pero si andamos en luz, como él está en
luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos
limpia de todo pecado” (1 Jn. 1:7).
¿Qué puede hacer usted? No es necesario esperar a que
todas las iglesias se unan (esto nunca sucederá). Hay una forma en que usted
puede derrotar el denominacionalismo en su vida — ¡por medio de convertirse
SIMPLEMENTE EN CRISTIANO¡ ¿Cómo es hecho esto? Primero que todo empiece por
estudiar lo que Jesús requiere de usted; ni más ni menos. Si usted cree en Cristo, se arrepiente de los pecados, confiesa
Su nombre, es sumergido en agua para
el perdón de los pecados, esto lo convertirá en cristiano. Usted no será
miembro de alguna denominación y no se unirá a alguna. En lugar de eso,
encuentre y asóciese usted mismo con otros discípulos que han obedecido al
evangelio en la misma forma que usted lo ha hecho.
El fin del denominacionalismo
En una ocasión cuando los Fariseos se estaban oponiendo a
la Palabra de Dios, Jesús dijo: “Toda planta
que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías
de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mat.
15:13,14). Y así será con las denominaciones. Dios no las plantó. La división
religiosa y el denominacionalismo es un invento del hombre, originado en la
mente del hombre antes que en la mente de Dios. Un invento que se opone a la
voluntad de Dios y de Cristo de que Sus discípulos sean uno. Sus doctrinas son
contrarias a la doctrina Bíblica. No enseñan el camino de Dios de la salvación.
Como Dios ha hecho con todos los sistemas erróneos, así hará con el
denominacionalismo: ¡será desarraigado!
Considere otra declaración de Cristo: “No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declarará: Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mat. 7:21-23). Ser religioso no es
suficiente. Debemos hacer la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos
si esperamos la salvación.