El "intelectualismo"



Por Josué I. Hernández


El término “intelectualismo”, tal como lo usaré en el presente artículo, sustenta un significado particular que primeramente deseo clarificar. Utilizo este término de manera diferente a como usted probablemente lo entenderá, considerando la definición en el diccionario. Por supuesto, no le quito importancia a la educación secular en la presente exposición. Por el contrario, quiero aportar educación sobre el particular. 

Una buena educación es beneficiosa. Pero, el intelectualismo traspasa eso. El intelectualismo dice que a menos que usted tenga “títulos académicos”, usted no puede razonar correctamente, o al menos en el área que usted disiente con algún “intelectual” o “académico”. Por ejemplo, si un connotado “experto” hace una discusión completa de razonamiento defectuoso, se supone que usted no podrá discernir sus errores correctamente a menos que usted también sea un erudito en el área de estudio bajo consideración. Esto no es un problema aislado y poco frecuente, usted lo puede encontrar en muchas áreas de la vida. 

Otro ejemplo. Si expone un doctor en teología, es asumido por la mayoría que nadie podrá estar al nivel de su exposición religiosa a menos que haya estudiado por lo menos en un Seminario. Yo niego que algo semejante sea cierto porque Dios no reveló su bendita palabra a una cúpula de expertos, su palabra es para todo el mundo (Mat. 28:19; Mar. 16:15), y el pensar lógico no es una capacidad necesariamente dada por la educación secular. 

Algunos académicos no pueden escribir un párrafo sin transgredir el idioma, o simplemente, no saben razonar correctamente sobre asuntos cotidianos. Es más, pueden exhibirse como totalmente ineptos en el diario vivir. Es seguro que estos hombres tienen mucho conocimiento, y nos hemos beneficiado de su trabajo, pero no siempre saben qué hacer con este conocimiento. Sin embargo, muchas personas humildes, sin preparación académica, aquellos con los cuales usted se encuentra en el día a día, tienen una admirable aptitud para asociar ideas y discernir los errores evidentes en la lógica racionalista.

En los argumentos del naturalismo de los evolucionistas, encontramos una cantidad enorme de errores usando el razonamiento simple. Tome en cuenta, las técnicas radiactivas de datación que se han utilizado para fechar diversos especímenes en millones de años de antigüedad, a pesar de que no se puede garantizar que las suposiciones hechas para obtener el resultado final han permanecido constantes durante toda la vida del espécimen que se quiere “datar”. ¿Cómo sabe usted que determinada muestra bajo observación no estaba en una situación diferente 2,000 años atrás? ¡Usted no puede saber eso! Pero, los expertos suponen, y luego todos debiéramos creer en el resultado de sus experimentos porque no poseemos la misma preparación académica que ellos. Lo mismo podemos afirmar cuando expertos ponen en tela de juicio los principios cristianos sobre los cuales se construyó nuestra nación, o ponen en duda las afirmaciones bíblicas sobre el matrimonio y la crianza de los hijos.

La evolución general es un mito. Si la princesa besa un sapo, este no se convertirá en un príncipe. La materia inorgánica no puede, ni podrá, producir vida por sí misma y luego evolucionar bajo un mecanismo ciego dando a una diversidad natural como la que nos rodea.

Dios es el Creador del cosmos (Gen. 1:1; Hech. 17:24). Todos podemos reconocer este hecho (Rom. 1:20). La creencia universal en la existencia de un Ser Superior, los efectos que hoy percibimos como producto de una Causa primera, el diseño y orden del universo, la conciencia y la necesidad de una autoridad moral; todos son evidencia que nos lleva a aceptar la existencia de Dios. La revelación especial de Dios en las sagradas Escrituras (2 Tim. 3:16-17) y la evidencia que sustenta cada una de sus afirmaciones no pueden ser obra de la mente humana. ¡La Biblia es la palabra de Dios!

Aunque la educación secular es útil, ella no nos capacita necesariamente para razonar mejor que otros. Así también, la ciencia tiene límites y cuando traspasa sus límites no podrá dejar de equivocarse. 

Piénselo detenidamente. Muchas cosas que no pueden ser probadas por la ciencia, son aceptadas racionalmente por todos nosotros. Por ejemplo, las verdades lógicas y matemáticas no pueden ser probadas por la ciencia, la ciencia las presupone, y, por lo tanto, tratar de probar esto con ciencia siempre es razonar circularmente. La ciencia tampoco puede probar la realidad de la mente y del mundo externo, o la realidad del tiempo de vida pasado que cada cual percibe. ¿Se puede probar científicamente que las acciones de los terroristas son moralmente malas? ¿Necesitamos un título académico para hacer juicios estéticos o de moralidad?

En fin, son muchas las cosas que aceptamos sin ser académicos, y a pesar de ello seguimos siendo racionales usando nuestro intelecto.