El poder de la oración intercesora


Por Josué I. Hernández


La oración de intercesión es un deber cristiano que consiste en pedir a Dios una bendición para otros (1 Tim. 2:1). Samuel dijo que era pecado no orar por otros (1 Sam. 12:23).

La oración intercesora hace una gran diferencia, tiene un potente efecto (Sant. 5:16), por lo tanto es una gran obra (Col. 4:12). 

Algunas bendiciones Dios no serán concedidas a menos que intercedamos por otros en el ferviente ejercicio de la fe y el amor (Ex 32:10-14).


Ejemplos de oraciones intercesoras:

La cooperación en oración de los corintios por Pablo y sus compañeros al pedir por ellos para que fuesen salvos de la muerte (2 Cor. 1:8-11). Lo mismo vemos en la oración intercesora de Abraham por Lot para que éste fuese salvo de la destrucción de Sodoma y Gomorra (Gen 18:20-33; 19:29). Todos los días, en algún lugar del mundo, algún hermano en Cristo padece dificultades y enfrenta grandes peligros ¿oramos por ellos?

Jesús enseñó lo que él mismo estuvo dispuesto a hacer cuando oró por quienes le aborrecían (Luc. 6:22-28, 36; 23:34; Is. 53:12). Lo mismo lo vemos en el apóstol Pablo (2 Tim. 4:16-18) quien imitaba a Cristo (1 Cor. 11:1). Así también nosotros, dejando la venganza debemos usar de misericordia (Rom. 12:17-21) y orar aún por nuestros enemigos.

La oración por los fieles predicadores del evangelio para que tengan la oportunidad y la sabiduría para hablar como es debido y muchos sean salvos (Col. 4:3-4; 1 Tim. 2:1-4). Por ejemplo, el apóstol Pablo anhelaba la salvación de Israel y ése anhelo lo expresaba en la oración ferviente por ellos  (Rom. 10:1; 9:2-3).  Así también nosotros debemos orar para que los que ocupan un lugar en nuestro corazón sean salvos y nosotros instrumentos para la gloria de Dios, según el ejemplo aprobado aquí.

Pabló, aún sin conocer a los colosenses oraba fervientemente por ellos. Así también nosotros, debemos doblar nuestras rodillas orando por el crecimiento y maduración de nuestros hermanos en Cristo (Col. 1:9-11; 2:1-4). Epafras también es ejemplo para nosotros de esto; sus ruegos por la firmeza y perfección de los colosenses ha quedado registrado para amonestarnos a nosotros (Col. 4:12) ¿oramos así por nuestros hermanos en Cristo?

La oración ha de ser habitual en el cristiano. La oración es eficaz, imprescindible, necesaria ya sea en nuestra aflicción o en la aflicción de otro cuando oramos por él, ya sea por su mejoría física o por su restauración a la comunión con Dios (Sant. 5:13-16).  

Cristo oró por Pedro, para que su fe no faltara (Luc. 22:31-32). Cristo ora por nosotros delante del Padre celestial allá en los cielos (Heb. 7:25).


Conclusión

Grandes bendiciones del cielo han de ser derramadas sobre nuestro derredor, pero es necesario desbloquear el flujo de bendiciones mediante nuestra oración ferviente, misericordiosa y benevolente  


¿Tenemos el amor y la fe para orar así por los demás?




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