Por Josué I. Hernández
Podemos saber muchas cosas, disfrutamos del acceso a información
como nunca antes en la historia humana, y esto es lógico ¡vivimos en un mundo moderno, un mundo
informado! Nosotros tenemos demasiada ventaja frente al hombre de la antigüedad
¿verdad?
En aquellos días, con los avances
tecnológicos de aquellos tiempos, el hombre antiguo usó de una observación muy aguda, y
aún así, los conocimientos que hoy damos por sentados eran para el hombre antiguo un
misterio. No obstante, a pesar de nuestro evidente cúmulo de conocimientos
adquiridos, varias cosas que hoy damos por sentado fueron afirmadas por
la Biblia antes que la ciencia moderna lo descubriese.
La forma de la tierra
“La Tierra es plana”, fue la opinión de la
filósofos y científicos antes que esto fuese reconsiderado más tarde. Antiguamente, se temía navegar directamente al borde de la tierra y caer a un
precipicio. Podemos reírnos de semejantes miedos del hombre antiguo, pero en
verdad la forma de la tierra desafiaba a la ciencia general.
Para maravilla de varios lectores, mucho antes
de la época moderna, unos 2.000 años antes de Colón, el profeta Isaías escribió
lo siguiente: “El es el que está sentado
sobre la redondez de la tierra” (Is. 40:22, LBLA).
La palabra traducida “redondez” (LBLA) o “circulo”
(RV 1960), indica un objeto en forma de esfera, como una pelota.
¿Cómo supo Isaías semejante
información? El no vio alguna fotografía de la Tierra vista desde el espacio exterior… Quizás, Isaías resolvió el misterio de una manera semejante a como Pitágoras lo hizo, quien
vivió en la misma época. Sin embargo, considérese que los judíos no se caracterizaron
por ser científicos ni filósofos, además la sagrada Escritura nunca se prestó para
registrar las opiniones especulativas que evolucionaban.
Si es que el profeta Isaías registró su opinión de la redondez de la Tierra, y a la vez arriesgó la integridad
de las sagradas Escrituras, tenemos aquí un hecho inconcebible. Pero, Isaías afirma por revelación la redondez de la
Tierra como un hecho, una realidad atestiguada por Dios, mucho tiempo antes de que la ciencia
descubriera que semejante información es una realidad.
Pero,
¿qué la sostiene?
El hombre antiguo se caracterizó por creer
que la tierra tenía algún tipo de soporte, mientras los demás cuerpos celestes
se movían entorno a ella. Usted, a menudo, habrá escuchado del sistema
ptolemaico…, pero ¿Qué dice la Biblia acerca del soporte de la tierra? Bueno,
la Biblia dice “…Cuelga la tierra sobre
nada” (Job 26:7).
El
cántico de las estrellas
Usualmente no pensamos que las estrellas
cantan, aunque hace tiempo se sabe que cada estrella emite un sonido el cual se
puede oír por radiotelescopios. ¿Quién habría pensado que estos diminutos
puntos de luz, tan “silenciosos y lejanos”, en realidad emiten un sonido? Pero
el Señor dijo a Job “Cuando alababan
todas las estrellas del alba” (Job 38:7).
Ahora bien, podríamos pensar que Jehová en
Job 38:7 utiliza solamente una figura de dicción, personificando a las estrellas en su alabanza a Dios, pero hay varios otros pasajes que deberían ser
considerados también, por ejemplo: “Los
cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un día emite palabra a otro día…” (Sal. 19:1-2). La palabra “emite” (Sal. 19:2) y “alababan” (Job 38:7) se refiere a un
sonido como de fricción, como el sonido molesto de una puerta de hierro con
bisagras oxidadas.
Personalmente, si yo hubiese escrito estos
pasajes no hubiera escogido esta palabra para describir el sonido de las
estrellas. No obstante, el salmista y Job, siendo inspirados, describieron en tiempos
pre-científicos el sonido de las estrellas que la ciencia moderna recién ha descubierto.
En fin, la Biblia supo primero que las estrellas “cantan”.
La
refracción de la luz
Sabemos que la luz experimenta un cambio de
dirección al pasar de un medio material a otro. No obstante, esto solo se produce si la
onda incide oblicuamente sobre la superficie de separación de los dos medios, y
si estos tienen índices de refracción distintos. La refracción se origina en el
cambio de velocidad de propagación de la onda. Entonces, piense en estas dos
declaraciones: “¿Por dónde va el camino a
la habitación de la luz… ¿Por qué camino se reparte la luz…” (Job 38:19,
24).
El cambio descrito, sólo posible por la
refracción, hoy en día ocupa a toda una rama de la ciencia moderna (la
espectroscopia). Nuevamente, el Señor dijo esto a Job mucho antes de que el
género humano lo descubriese.
Los
caminos en el mar
Una de las cosas enseñadas en la palabra de
Dios acerca de la naturaleza adquiere especial importancia con lo sucedido a
Matthew Fontaine Maury. Cuando su hija le leía la Biblia, llegaron a éste
pasaje: “… Todo cuanto pasa por los
senderos del mar” (Sal. 8:8). El pasaje atrapó la atención de Maury de por
vida. Se dice que él dijo a su hija “es suficiente con que la Palabra de Dios
lo diga, si hay caminos en el mar yo voy a encontrarlos…”
Luego de algunos años, Maury había descubierto
varias corrientes y pasadizos marítimos. Los estudios realizados por Matthew
Fontaine Maury permitieron una clasificación de las travesías y el conocimiento
de las rutas más favorables, entre las efectuadas, para trasladarse desde un
punto a otro. Por ejemplo, la travesía desde Nueva York a California que tenía
una duración media de ciento ochenta días, con el asesoramiento de Maury fue
reducida hasta cien días.
Maury es el responsable de la Annapolis
Academy (La Academia Naval de los Estados Unidos). Una estatua en su honor,
presenta a Maury sosteniendo en una mano varias cartas de navegación; y en su costado, al pie de la estatua, una Biblia. La inscripción dice lo siguiente: “Matthew Fontaine Maury, explorador de los mares, el genio que primero arrebató de los océanos y la atmósfera el secreto de sus leyes. Su inspiración, la sagrada Escritura, Salmo 8:8; Eclesiastés 1:6”.
Conclusión
Podríamos pensar que varios descubrimientos
“modernos” provienen de los estudios de los chinos, egipcios, griegos, etc. Sin embargo, la Biblia habló de estas cosas antes de que la “observación científica”
las descubriese. Y esto, aun cuando la Biblia no fue escrita por científicos.
La Biblia no procura atraer a la comunidad intelectual con descubrimientos científicos,
pero siempre que habla de ciencia la Biblia dice la verdad.
¿Cómo es posible que tales hombres de la antigüedad
supieran los datos anteriormente descritos sin la ayuda de los instrumentos
modernos? Quizá el Creador les habló dándoles conocimiento de primera mano… Yo
creo que sí.