Por Josué I. Hernández
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre
con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu
Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla
secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en
sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer,
porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo,
y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo
esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del
profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y
llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mat.
1:18-23).
El nacimiento virginal de Jesús es
un tema de diseño exquisito. Cuanto más amplio es el estudio de la obra de
Jesús, resulta más apropiado el nacimiento virginal. ¿Cómo podría el Cristo, de
una manera convincente, demostrar su parentesco con el hombre conservando a la
vez su naturaleza divina?
El teólogo liberal Robert Funk, fundador y
líder del “Seminario Jesús”, escribió estas palabras acerca del nacimiento
virginal: “El nacimiento virginal de Jesús es un insulto a la inteligencia
moderna y debería abandonarse. Además, es una doctrina perniciosa que denigra a
las mujeres”.
A su vez, John Shelby Spong, el
antiguo Obispo Episcopal de Newark, Nueva Jersey, dijo: “Con el tiempo, el
relato del nacimiento virginal se unirá a Adán y Eva… como elementos
mitológicos claramente reconocidos en nuestra tradición de fe cuyo propósito no
fue describir un evento literal, sino capturar las dimensiones trascendentes de
Dios en palabras y conceptos terrenales de los seres humanos del Siglo I”.
Son varios los que han rechazado el
nacimiento virginal como un “un insulto a la inteligencia moderna”. Sin
embargo, sólo hay dos opciones en cuanto a la naturaleza del universo:
- Es el producto de fuerzas impersonales, tiempo, y mucha, mucha suerte.
- Es el resultado de la acción de Dios.
Si
la primera es verdadera, la historia no tiene un objetivo determinado, el
hombre es sólo un peón biológico y la moral es relativa y especulativa, y por
lo tanto el pesimismo es un resultado natural.
La Biblia afirma la existencia
de un Dios personal, Creador de todo lo que existe y que está activo en la
historia del hombre. Numerosas evidencias arqueológicas han corroborado la
fiabilidad del Antiguo Testamento como históricamente válido. El mensaje del
Antiguo Testamento básicamente es que Dios enviaría al mundo a un Redentor (Is.
9:6). Dicho Redentor sería real e histórico, no una abstracción mística (Is.
53). Por lo tanto es razonable buscar la evidencia histórica del nacimiento de
Cristo.
El trabajo de Lucas
Lucas es el testigo prominente para
el nacimiento virginal de Cristo. Su declaración es pertinente porque poseía
las características de objetividad y honestidad necesarias para ser un
historiador competente. Sus escritos han pasado la prueba de la crítica dura y
cruel para levantarse como absolutamente confiables.
Lucas fue más que un
médico y un historiador, él fue uno de los más grandes hombres del mundo de las
letras. Escribió dos tratados bíblicos cuyo contenido es muy preciso,
convenciéndose primero él mismo del nacimiento virginal de Cristo su Señor. Sin
duda, los argumentos para el nacimiento virginal de Jesucristo fueron
suficientes para convencer al Dr. Lucas como una histórica verídica para la
esperanza del hombre.
En su primer tratado, que conocemos
como el relato del evangelio según Lucas, escribió, “Por cuanto muchos han tratado de compilar una historia de las cosas
que entre nosotros son muy ciertas, tal como nos las han transmitido los que
desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, también
a mí me ha parecido conveniente, después de haberlo investigado todo con
diligencia desde el principio, escribírtelas ordenadamente, excelentísimo
Teófilo, para que sepas la verdad precisa acerca de las cosas que te han sido
enseñadas” (Luc. 1:1-4,LBLA).
“Y
al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre que se llamaba José, de
los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el
ángel, le dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo; bendita eres tú
entre las mujeres. Pero ella se turbó mucho por estas palabras, y se preguntaba
qué clase de saludo sería éste. Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has
hallado gracia delante de Dios. Y he aquí, concebirás en tu seno y darás a luz
un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo
del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David; y reinará
sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María
dijo al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que soy virgen? Respondiendo el ángel,
le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso el santo Niño que nacerá será llamado Hijo de Dios. Y he
aquí, tu parienta Elisabet en su vejez también ha concebido un hijo; y este es
el sexto mes para ella, la que llamaban estéril. Porque ninguna cosa
será imposible para Dios.”
(Luc. 1:26-37, LBLA).
Sabemos que Lucas era un médico competente
producto de la escuela de medicina griega que floreció desde los tiempos de
Hipócrates. La escuela fundada por Hipócrates revolucionó la medicina de la
Antigua Grecia, estableciéndola como una disciplina separada de otros campos
con los cuales se la había asociado tradicionalmente, convirtiendo el ejercicio
de la medicina en una auténtica profesión impregnada de un verdadero espíritu
científico. El “diagnóstico” en esta escuela, significaba la deducción lógica a
partir de la observación cuidadosa (Gr. “diagnostikós”, del prefijo "día",
"a través", y "gnosis", “conocimiento”).
¿Una mitología?
Una objeción popular al nacimiento
virginal es comparar el relato bíblico con las mitologías paganas que contenían
varios relatos de nacimientos sobrenaturales. Esta objeción intenta
convencernos de que Lucas y Mateo tomaron prestado el concepto del nacimiento
virginal de la mitología de su tiempo. Pero esta teoría se encuentra con varias
dificultades.
Las mitologías del paganismo no son
paralelas al relato bíblico del nacimiento virginal de Cristo. No hay
absolutamente ningún precedente en toda la mitología pagana de un nacimiento
semejante al de Cristo. Por ejemplo, Zeus tuvo relaciones con Alcmene y nunca
hubo un nacimiento virginal involucrado. Así mismo, Perseo realmente no fue
concebido virginalmente, ya que fue concebido por relaciones sexuales entre Zeus y
Dánae. Zeus previamente se había convertido en una lluvia de oro para alcanzar
a la dama encarcelada. También, según la mitología, Zeus tuvo a Heracles de Alcmena
y Dionisio de Sémele.
Como el lector puede ver, eso de
“historias paralelas” es pura imaginación del escéptico moderno, los llamados
“paralelos” no son tales. Llegamos así a pensar en el carácter que el
nacimiento virginal de Cristo imprime en nuestras mentes, Jesús es más que un
hombre, él es el “Hijo de Dios”. Por lo tanto es sumamente apropiado que la
paternidad de José quede de lado para dar lugar a la paternidad de Dios.
Al inspeccionar las dimensiones de
la encarnación de Cristo se nos abre una gran puerta de esperanza. Hay un Dios
en los cielos que nos ama y que envió a Jesucristo a morir para salvarnos.