"Acción De Gracias"



Por Josué I. Hernández


Sabemos que millones de estadounidenses celebran lo que llaman “El Día de Acción de Gracias”. Luego, y obviamente, “acción de gracias” es para muchos un día concreto en noviembre, aquel día tradicional para reunirse con la familia y disfrutar de una cena. En este día, los parientes y amigos tienen la oportunidad de visitarse. Los aficionados de los deportes disfrutan sus eventos preferidos. Otros tienen una perspectiva más histórica y dan una importancia nacional, e incluso religiosa, a este día. Para muchos amantes de la caza, este particular día implica la caza de conejo o ciervo, antes o después de la comida de acción de gracias. Así, el “día” de acción de gracias significa diferentes cosas para diferentes personas, dependiendo de la cultura y la tradición de cada cual.

Hay, sin embargo, una “acción de gracias” que no está ligada a ningún determinado día tradicional del año, en cuanto a las tradiciones seculares. Este tipo de “acción de gracias” es mucho más relevante y necesario que las comidas y tradiciones especiales, por muy conservadoras que estas sean. Nos referimos a la respuesta humana a los favores y bendiciones de Dios.

El creyente en la Biblia entiende la acción de gracias como algo que debe ser dirigido regularmente a Dios. El apóstol Pablo dijo: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Fil. 4:6). Lamentablemente, muchas personas sólo piensan en sus deseos egoístas cuando piensan en orar a Dios. No obstante, y respecto a la oración, el apóstol Pablo dijo: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Col. 4:2). Varios otros pasajes del Nuevo Testamento mencionan la continua acción de gracias que Dios merece y el hombre piadoso expresa a Dios. Consideremos algunas cosas por las cuales debemos estar siempre agradecidos: 
  • Debemos estar agradecidos por el alimento. El Señor Jesús daba gracias al Padre con regularidad por los alimentos (ej. Mar. 8:6; Jn. 6:11,23; Luc. 24:30). Justo antes del naufragio en Malta, el apóstol Pablo “tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer” (Hech. 27:35). Con razón se nos instruye con la siguiente verdad: “Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias” (1 Tim. 4:4). 
  • Debemos estar agradecidos por el plan de salvación de Dios. El inspirado apóstol Pablo dijo a los corintios: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Cor. 15:57). De acuerdo con los primeros versos de este mismo capítulo, este plan de salvación se revela por medio del evangelio (15:1-3). Entonces, debemos recibir el evangelio para ser salvos. Como argumenta Pablo en 1 Corintios 15:1, él había predicado anteriormente el evangelio a estos santos de Corinto, hablándoles al principio de cuatro grandes hechos respecto a Cristo (que murió, que fue sepultado, que resucitó y que apareció); esta ocasión se registra en el libro de los Hechos, y el pasaje nos declara la respuesta de fe que tuvieron los corintios a esa predicación: “y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados” (Hech. 18:8). 
  • Debemos estar agradecidos de que la palabra de Dios es comprensible. Como se ilustra en la historia anterior de las conversiones en Corinto, las instrucciones de Dios se pueden entender, y Dios nos manda que entendamos (Ef. 5:17). Pablo dijo a los santos de Colosas, “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (Col. 2:6,7). Pablo nos dice claramente que leyendo la palabra de Dios la podemos entender (Ef. 3:4), y debemos agradecer a Dios por su sabiduría y el conocimiento de su palabra, que sin la revelación especial en las Escrituras no tendríamos. 
  • Debemos estar agradecidos por los fieles hermanos que nos rodean. El apóstol Pablo a menudo daba gracias a Dios por otros cristianos (ej. Ef. 1:16; Col. 1:3; 1 Tes. 1:2). Tito, Timoteo y Epafrodito, entre otros varios, son especialmente reconocidos por su servicio a los santos (2 Cor. 8:16; Fil. 2:19-30). Debemos estar agradecidos por aquellos santos cristianos a causa de su amor, celo y coraje. 

No todas las personas son agradecidas. Pablo describió a muchos como ingratos y malos (2 Tim. 3:2; Rom. 1:21). Estos pasajes exhiben que la ingratitud es una actitud de los perdidos. En cambio, al dar gracias a Dios, el hombre reconoce la existencia y la providencia de Dios. Dios también es glorificado por la acción de gracias del hombre (2 Cor. 9:12), y así el hombre admite su propia dependencia de Dios.

Dar gracias a Dios es un acto de fe, y se nos instruye a hacerlo (Fil. 4: 6). Por lo tanto, al pensar en la “acción de gracias”, pensemos en algo más que un cierto día del año. Pensemos en Dios.