Por Mack
Kercheville
Hay mucha evidencia bíblica de que milagros
semejantes a los de la Biblia no existen hoy en el mundo. En este artículo
vamos a presentar brevemente estas evidencias. Pero, primeramente, queremos
afirmar nuestra confianza en los milagros de la Biblia. No queremos dejar ni
por un momento la impresión de que negamos los milagros de la Biblia. Tampoco
queremos dejar la impresión de que no creemos que Dios tenga el poder de hacer
milagros ahora. Creemos que Dios tiene tanto poder como siempre y si quisiera
podría dar a los hombres ahora el mismo poder milagroso que dio a sus
apóstoles. Lo que sucede es que Dios no quiere dar a los hombres tal poder
ahora.
Al negar la existencia de milagros en el tiempo
presente, no negamos en ninguna manera el poder de la oración, y creemos que
Dios contesta nuestras oraciones. Pedimos el pan de cada día (Mateo 6:11).
Entonces salimos a trabajar responsablemente. Dios prospera nuestro esfuerzo y,
por providencia de Dios, tenemos el pan de cada día en contestación a nuestra
oración a Dios. Pero, Dios no manda el pan milagrosamente como mandó el maná en
el desierto a los judíos (Éxodo 16). Cuando estamos enfermos oramos a Dios y
pedimos sanidad y entonces hacemos la misma cosa que cuando pedimos el pan de
cada día. Nos esforzamos para curarnos, consultando a los médicos, tomando las
medicinas que necesitamos, etc. Dios en
su providencia nos sana.
Los milagros fueron
dados para probar la divinidad de Cristo y la inspiración de los apóstoles.
"Hizo además
Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están
escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su
nombre" (Juan 20:30,31). Este texto
nos dice por qué Cristo hizo sus milagros y por qué tenemos en el Nuevo
Testamento el testimonio de estos milagros. Cristo no sanó a todos los
enfermos. Sanó solamente a los que
servirían como testimonio de su divinidad. Cristo, en una ocasión, llegó al
estanque de Betesda donde "yacía una
multitud de enfermos, ciegos, cojos, y paralíticos" (Juan 5:3), y
Cristo sanó a un solo hombre ahí (Juan 5:8).
Los apóstoles y otros discípulos de Cristo en el
primer siglo del cristianismo hicieron sus milagros para probar su inspiración
y para confirmar el mensaje que predicaban. "Y
ellos (los apóstoles), saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el
Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían" (Marcos
16:20). “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?
La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada
por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y
prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su
voluntad" (Hebreos 2:34).
Ya que tenemos ahora la Santa Biblia en su forma
completa y mucha evidencia en ella para hacernos creer en Cristo por la palabra
de sus apóstoles, no necesitamos poder milagroso para confirmar la palabra. Ya
fue confirmada la palabra de Dios. El testimonio escrito es suficiente. Si hay algunos que no van a creer ahora hasta
que vean un milagro, están en la misma condición de los cinco hermanos del
hombre rico en Lucas 16:19-31. Abrahán dijo al hombre rico: "Si no oyen a Moisés y a los profetas,
tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos".
Nosotros decimos de la misma manera, que si alguno no cree por el testimonio
del Nuevo Testamento, tampoco se persuadiría si alguien le hiciera un milagro
en su presencia. Muchos de los fariseos,
después de ver muchos milagros de Cristo, todavía dijeron: "Maestro, deseamos ver de ti señal" (Mateo 12:38).
Entonces el propósito que Cristo tuvo al hacer
milagros y al dar a otros el poder de hacer milagros, ya no existe. Cristo ya
cumplió este propósito. La palabra ya está confirmada. Nuestra fe ahora está
basada en el testimonio escrito. (Juan
20:30, 31; Romanos 10:17).
La Biblia profetizó
el fin de los dones milagrosos.
En 1 Corintios 13 el apóstol Pablo profetizó el fin
de los dones milagrosos, y dijo claramente que fueron para la niñez de la
iglesia (v.11). En 1 Corintios 12 Pablo comenzó una discusión de los dones
milagrosos, incluyendo los dones de lenguas, de profecía, y de sanidades (vv.
8-10, 28, 30). El capítulo 13 dice que el don del amor es más grande que los
dones milagrosos y una razón es que el don del amor permanece (1 Corintios
13:8). En el versículo 13 dice que hay tres dones que son más permanentes que
el don milagroso: la fe, la esperanza, y el amor.
Pero, si creyéramos como algunos, que los dones milagrosos
van a continuar hasta el fin del mundo, tendríamos que decir que Pablo se
equivocó al decir que la esperanza permanece y los dones milagrosos se acaban,
porque en el fin del mundo se terminará la esperanza. Se convertirá en realidad
para los salvos y los condenados no tendrán ninguna esperanza. En el fin del
mundo se termina la esperanza, pero si los dones se terminan al mismo tiempo,
¿en qué manera es la esperanza más permanente que los dones milagrosos?
¿Por qué hizo el apóstol Pablo este argumento? Pablo
dice que los dones de lenguas, profecía, y ciencia, se terminarían cuando
viniera lo que es perfecto (1 Corintios 13:8-10). ¿Qué era la cosa perfecta que
iba a traer el fin de los dones? Por supuesto que es una cosa que hace con
perfección lo que estos dones de lenguas, ciencia y profecía hacían en parte.
¿Qué hacían estos dones? Revelaban al mundo la voluntad de Dios, pero no
revelaron en una sola ocasión toda la voluntad de Dios. Pablo dijo: "En parte conocemos, y en parte
profetizamos" (v.9). Por ejemplo, en Hechos 2 el apóstol Pedro recibió
el Espíritu Santo y predicó la Palabra de Dios con los otros apóstoles. Pero,
Pedro no entendió hasta Hechos capítulo 10 que Dios quería que predicara a los
gentiles también.
¿Ha venido ya una cosa que revele hasta la
perfección la voluntad de Dios? Sí, ha venido, y es la Santa Biblia en su forma
completa. En los primeros años de la existencia de la iglesia no existía
todavía el Nuevo Testamento completo en forma escrita. Los autores inspirados
estaban escribiéndolo. Durante ese
tiempo si un profeta predicaba una cosa, ¿cómo sabía la gente si predicaba la
verdad o no? Ahora nosotros podemos probar la doctrina de cada uno por la
Biblia, pero ellos no tenían la Biblia completa. Faltando esto, Dios les dio a
los profetas el poder de hacer milagros para confirmar su palabra, y en varias
maneras les dio poder milagroso para confirmar la predicación de la Palabra.
Pero, durante el primer siglo los autores inspirados completaron el trabajo de
escribir el libro perfecto. Ahora, si queremos saber si alguno enseña la verdad
o no, estudiamos la Biblia y comparamos la enseñanza con la Biblia. Ya vino lo
que es perfecto, y ya se terminaron los dones milagrosos.
Muchos leen los textos que prometen dones
milagrosos, como Marcos 16:17-18; Santiago 5:14,15, pero ignoran los textos que
anuncian el fin de estos dones milagrosos. La misma Biblia que dice una cosa
dice la otra. ¿Vamos a creer toda la Biblia o la parte que nos conviene?
La Biblia dice que
los dones milagrosos se terminaron.
Dos grupos de personas podían hacer milagros: los
que habían recibido el bautismo del Espíritu Santo, y los que habían tenido la
imposición de las manos de los apóstoles (Hechos 2:4,43; Hechos 8:17-19; Hechos
19:6).
El bautismo del Espíritu Santo no se recibe ahora.
Nunca fue prometido a todo el mundo (Juan 14:17). Fue prometido a los apóstoles
(Hechos 1:5; Lucas 24:49). La casa de Cornelio también recibió este bautismo
(Hechos 10:44). Pero el apóstol Pedro,
hablando de esta ocasión en Hechos 11:15 dijo: "Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos
también, como sobre nosotros al principio". Estas palabras "al principio" significan
mucho. Significan que no era la costumbre de Dios bautizar en el Espíritu Santo
frecuentemente. Aunque la iglesia había existido por algunos años, Pedro no
pudo acordarse de otra ocasión cuando el Espíritu Santo hubiera caído sobre los
seres humanos desde "el
principio" o, en otras palabras, desde el día de Pentecostés. Después
de esto, el apóstol Pablo dijo en Efesios 4:5 que hay un solo bautismo, y en
Efesios 5:26 que este bautismo es en agua. Entonces, si hay un solo bautismo, y
este bautismo es en agua, ya no existe el bautismo en el Espíritu Santo.
Tampoco existen los dones milagrosos dados por la
imposición de las manos de los apóstoles, por la sencilla razón de que ya no
hay nadie en el mundo hoy que pueda haber recibido la imposición de manos de un
apóstol. Con la muerte de los apóstoles se terminó el acto de impartir dones
milagrosos.
¿Cómo explicamos
los llamados milagros del tiempo presente?
Muchos dan testimonio de haber visto milagros o de
haber sido sanados milagrosamente. ¿Cómo
explicamos esto?
El mucho testimonio de tantos diferentes grupos es
una cosa que produce duda de la veracidad de tal testimonio. Por ejemplo: Los
católicos dan mucho testimonio de milagros que han hecho sus
"santos". Los mormones dan el mismo testimonio de los milagros hechos
por sus ancianos. Los diferentes grupos de "pentecostales" dan
testimonio de los milagros que han hecho por medio de oraciones a Dios y el
poder del Espíritu Santo. Pero, bien sabemos que el Espíritu de Dios no está
con los católicos, los mormones, y los pentecostales al mismo tiempo. Si los
milagros de los católicos son verdaderos, entonces los milagros de los mormones
y pentecostales son falsos, etc. Pero todos dan el mismo testimonio y el
testimonio de cada grupo tiene la misma fuerza. Esto es suficiente para
hacernos creer que los milagros de los tres grupos son falsos. No hay ninguna
razón lógica por que debamos creer en los milagros de un grupo y negar los
milagros de los otros.
Quizás no hay una razón que sola describa lo que
pasó en todos estos llamados milagros, pero hay algunas explicaciones que vamos
a enumerar. Cada supuesto milagro se entiende por uno o más de los puntos
siguientes:
- Muchos llaman "milagro" a una curación natural cuando viene pronto. Los médicos dicen que el 80% de las enfermedades se curan solas por causa del poder del cuerpo para resistir y vencer las enfermedades que lo atacan.
- Muchos confunden el milagro con la providencia de Dios. El milagro bíblico fue instantáneo y sirvió como señal de la autoridad de quien hizo el milagro. Dios en su providencia y en contestación a nuestras oraciones todavía sana a los enfermos. Hay que distinguir entre las dos cosas.
- El poder de la sugestión. Los médicos dicen que muchos no están enfermos físicamente, sino que están sugestionados. Están enfermos porque creen que están enfermos. Los doctores tienen tabletas hechas de harina y azúcar que dan a esas personas. Si el enfermo tiene suficiente fe en el doctor y en la medicina, sanará por sugestión de los síntomas que tiene también por sugestión. Muchos están enfermos de verdad, pero por el poder de la sugestión pueden creer que están sanos y aun comportarse temporalmente como si estuvieran sanos.
- Muchos son víctimas de un diagnóstico falso. Los médicos más expertos a veces se equivocan al decir qué enfermedad tiene uno. Dicen que uno tiene síntomas de cáncer o tuberculosis u otra enfermedad grave, y después descubren que no es como pensaban. Muchos, después de oír el primer diagnóstico, se arrodillan enfrente de una imagen, o piden las oraciones de un "sanador" y cuando resulta que no tuvieron la enfermedad que los doctores indicaron, creen que fueron sanados milagrosamente.
- Satanás tiene poder para hacer milagros falsos y para confundir y hacernos creer doctrina falsa. "Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuera posible, aun a los escogidos" (Mateo 24:24). "Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el Espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos" (2 Tesalonicenses 2:8,9). "También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió" (Apocalipsis 13:13,14). A la luz de estos textos es interesante notar que los que pretenden tener poder milagroso para hablar en lenguas, profetizar, sanar enfermos, etc., son los mismos que también enseñan doctrinas falsas acerca del plan de salvación, la iglesia, la adoración que Dios manda, la organización de la iglesia, etc.
Cristo dijo en Mateo 7:22,23: "Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿No profetizamos en
tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores
de maldad".
No confiemos entonces en estos maestros falsos que
pretenden tener poder milagroso que Dios no les dio. Confiemos mejor en Cristo,
en su Palabra escrita, para aprender a sanar nuestras almas de sus enfermedades
espirituales.