Una doctrina católica
romana contrastada con la enseñanza de la Biblia.
Por Bill H. Reeves
1. María, como está
descrita en el Nuevo Testamento
Las
descripciones de María dadas en el Nuevo Testamento, se distinguen de la María
de la Iglesia Católica Romana tanto como la realidad se distingue de la mitología,
o como el Abraham verdadero difiere de los cuadros medievales que le representaron
vestido como un rey, con un templo y su campanario en el fondo.
¿Cómo
se presenta María en las Escrituras? ¿Aceptaremos la evidencia de la Biblia, o
el cuadro pintado por las teologías especulativas y la imaginación religiosa?
Vamos al testimonio de las Sagradas Escrituras.
La
Revelación Divina ha escogido pasar por alto la historia del nacimiento y de la
muerte de María, la madre de Jesús. Lo
poco que de ella es registrado, se aprende en conexión con Cristo. Es llamada a veces “la madre de Jesús”, y
Elisabet le llamó “la madre de mi Señor” y le llamó “bendita tú entre las
mujeres.” Otros pasajes dicen “María tu
mujer” y “muy favorecida.”
En las
pocas escenas en que María tuvo parte en el ministerio de Cristo, ocupó la relación
de cualquier otra madre a su hijo. En las bodas de Caná de Galilea, dijo Jesús
a su madre, “¿Qué tengo contigo, mujer” (Juan 2:4), indicando así que su misión
divina envolvió una obligación más alta que la de un hijo a su madre. Cuando
fue avisado que su madre y sus hermanos estaban fuera, deseando hablarle,
Cristo elevó las relaciones espirituales sobre las materiales, haciendo la
pregunta: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano
hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos” (Mateo 12:46-49).
En
otra ocasión una mujer dijo a Cristo: “Bienaventurado el vientre que le trajo.”
Cristo contestó, “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la
guardan” (Locas 11:27,28). ¿Podemos negar
que Cristo pusiera más énfasis en obedecerle que en considerarle en su relación
humana como hijo de María? Además, colgado
en la cruz, Cristo encargó a Juan que cuidara a su madre, diciendo: “Mujer, he
ahí tu hijo”, y a Juan dice, “He ahí tu madre” (Juan 19:26, 27).
De las
narraciones del Evangelio no sabemos más que lo ya mencionado. Una sola vez en
el resto del Nuevo Testamento encontramos su nombre, Hechos 1:14, “María la
madre de Jesús.” Aunque no mencionada
por su nombre, en Gálatas 4:4 se hace referencia de ella así: “Dios envió su
Hijo, hecho de mujer.”
Si
María fue digna de ser llamada “la madre de Dios”, es cosa extraña que ese
título no fuera empleado por los apóstoles, o, si fue ella objeto digno de adoración,
que los apóstoles, que hablaron tanto de la adoración y de la creación, no
mencionaran nada acerca de la mediación de María ni de oraciones ofrecidas a
ella. No hubo razón alguna por qué ellos
omitieran los oficios que la Iglesia Romana ha aplicado a ella.
2. La María de la
especulación y del romance
La mariolatría
fue desarrollada definitivamente en el siglo cuarto. Su origen es oscuro. Los apóstoles no hicieron mención de ningún
culto ofrecido a ella. Tampoco los autores “cristianos” que siguieron a los
apóstoles, Clemente de Roma, Ignacio, Policarpo, y el autor de la Enseñanza de
Los Doce, etcétera, dijeron nada acerca de la “hiperdulía” rendida a la llamada
Virgen María. Sin embargo, la madre de Jesús fue transformada en “la madre de
Dios”, y la criada del Señor en “La Reina de los cielos y la Abogada
Todopoderosa de los pecadores ante el trono de Dios.”
Algunos
factores que constituyeron al desarrollo de esta doctrina son: 1) Los escritores
antiguos, como Jacinto Mártir e Ireneo, hicieron supuestas comparaciones entre
la virgen Eva, la madre de todos los vivos, y la virgen María, la de todos los
redimidos. Se reclamaba que por la
obediencia de una virgen, fue anulada la desobediencia de una virgen fue
anulada la desobediencia de la otra. Tal
enseñanza presenta una analogía bonita, pero en cuanto a ser enseñanza bíblica,
no lo es. 2) Los “conversos” del
paganismo, especialmente el diluvio de personas medio convertidas que entró en
la Iglesia en los tiempos de Constantino (siglo 4), no dejaron enteramente los
nombres, los templos, y la adoración de divinidades femeninas. 3) La exaltación de María fue propagada aun
más por los ascetas del desierto que, siendo célibes ellos mismos, fueron devotos
ardientes de ella. 4) A estos factores debe ser añadida la estimación creciente
de aquellos siglos puesta sobre la virginidad, cosa derivada, no de la
dispensación mosaica en la cual cada doncella anhelaba ser algún día la madre
del Mesías, sino del ascetismo mórbido del paganismo. La virginidad adscrita a María engendró el
tratamiento exagerado de la mujer en la caballería andante de la Edad Media; y
la institución de la caballería propagó la doctrina de la virginidad de María.
La expresión, Nuestra Señora -notre dame--- representa esta devoción
caballeresca. 5) Las discusiones
teológicas de los siglos IV y V, en favor de la divinidad y la persona de Cristo,
extendieron la virginidad de María aun más allá del nacimiento de Cristo, y
exaltaron los méritos de ella, para que fuera digna de ser la madre del
glorioso Jesús. Escritores eclesiásticos formularon primeramente la doctrina de
la virginidad perpetua, luego su libertad del pecado, y más tarde la concepción
inmaculada. Todo esto fue enseñado por
respeto a Cristo -propter honorem domini - como el Hijo de Dios, porque, como
dijo Agustín, no se puede imaginar que Cristo tuviera una madre manchada de
pecado. Entonces, bien podemos interrogar,
si María tuvo que ser concebida sin pecado y guardada de él, para ser la madre
de Cristo, ¿por qué no enseñar que los padres de María nacieran igualmente,
porque “no se puede imaginar que ‘La madre de Dios’ tuviera padres manchados de
pecados verdaderos?” Y así, ad infinitum, pudiéramos seguir con tal lógica
errónea: los padres de los padres, etc., de Cristo, todos nacieron sin pecado y
fueron guardados para que no pecaran.
3. La María Del
Catolicismo Romano
Según
el dogma romano: (a) María permanecía en una virginidad perpetua, (b) era libre
de transgresiones verdaderas y (c) del pecado “original” (d) es objeto justo de
adoración (e) su intercesión tiene eficacia casi omnipotente (f) se aparece en
forma humana a los mortales y a las almas del “purgatorio.”
Dando consejo
a las monjas en 1731, dijo Alfonso de Ligorio, “Orad siempre a la Madre María.”
El amor de María, declaró él, es “la promesa segura del paraíso.” Cristo obedece sus mandatos y Dios escucha sus
plegarias. Ella es la pacificadora entre Dios y el hombre. Es poderosa para salvar, y es la esperanza de
los que están en el “purgatorio.” Cuando desciende al “purgatorio”, una hueste
de ángeles le acompañan. Alfonso de Ligorio insistió en traducir
falsamente Génesis 3:15, “ella te herirá en la cabeza”, en lugar de “ésta (la simiente
de la mujer, o sea Cristo mismo) te
herirá en la cabeza.” Así Alfonso robó
de Cristo la prerrogativa de conquistar a Satanás, y la dio a María.
4. El Dogma de la
Concepción Inmaculada
La opinión
de que María, desde su concepción, fue guardada del pecado, llegó a ser dogma
de la Iglesia Romana, hecho por el papa Pío IX, el 3 de diciembre, 1854. En su
carta encíclica que anuncio esta nueva invención religiosa, el papa dijo:
---Maria es elevada … y nuestra salvación está basada en la Virgen Santísima, …
así que si hubiera en nosotros esperanza, gracia, y salvación, tenemos que
encontrarla solamente en ella.”
El
Cardenal Gibbons declara que, aunque este dogma no fue formulado hasta 1854, se
halla implícito en las Escrituras y ha recibido virtualmente la aprobación pía
de los fieles desde los días más antiguos de la iglesia.” Para decir que en las
Escrituras se implica este dogma, se necesita una imaginación viva. La
declaración de que este dogma ha sido
recibido por “los fieles” desde el principio es una representación falsa de los
hechos claros. Los “padres de la iglesia”
no dicen nada tocante a esta doctrina. Fue rechazada por Jerónimo y Agustín. Anselmo,
el “padre de la Escolástica,” y Buenaventura, el “Doctor seráfico”, negaron que
María viviese sin pecado. Aun Tomás Aquino rechazó esta doctrina. Contra
estos teólogos, estimados por la Iglesia Católica, el Cardenal Gibbons ha dicho
que “la iglesia entera ha creído la doctrina, pero no hay testimonio para ella
en las Escrituras.” Entonces, ¿por qué
afirmar lo que las Escrituras niegan? “Por cuanto todos pecaron,” declaran las
Escrituras (Romanos 3:23). El único
exento es Cristo mismo -- “El cual no
hizo pecado” (1 Pedro 2:22).
5. María como
abogada y mediadora celestial
En
tiempos más recientes, María ha sido llamada por el Papa León XIII la reina inmaculada
de los cielos y nuestra propiciadora para con Dios -inmaculata caelorum regina
as conciliatrix apud Deum - y por el Catecismo de Pío X, nuestra abogada. Más
oraciones se dirigen a ella que a Dios Padre. La eficacia de sus oraciones es declarada ser
tan cierta por el Catecismo Tridentino que es cosa perversa dudarlo. Ella desvía
la ira de Dios y consigue sus bendiciones tanto para esta vida mortal como para
la venidera, según el catecismo.
Alfonso
de Ligorio describió dos escaleras que alguien había visto, una roja que conducía
a Cristo, y la otra blanca a María. Los que subían la roja se cayeron al suelo;
pero los que subían por la blanca llegaron con felicidad. Este autor de libros de devoción recomendaba
muchas veces tales peticiones como estas: “0h madre de Dios, en ti espero; tú
tienes que salvarme que no caiga en pecado; 0h Reina del paraíso, que te sientas
más cerca a Dios, en ti he puesto toda mi esperanza; en tus manos pongo mi salvación.”
León
XIII le alabó como “la vencedora gloriosa sobre todos los herejes.” Pío X
terminó su bula pontificia famosa -- pascendi gregis -- con estas palabras: “Que
la virgen inmaculada, la destructora de todas las herejías, esté con vosotros
por las oraciones y el socorro de ella.”
Para
el beneficio de los protestantes, la doctrina oficial declara que las oraciones
no son dirigidas a María como si ella pudiera de sí misma socorrer y ayudar,
sino que son dirigidas a ella pidiendo su intercesión delante de Dios. Sea lo
que sea la doctrina oficial, la práctica es otra cosa. “Nuestra salvación está
en las manos de ella”, afirman autores romanos. Pero si esto no fuera verdad,
sino que ella sólo intercediera por los cristianos, aun eso sería una violación
de la Palabra de Dios que nos enseña que hay solamente “un mediador entre Dios
y los hombres, Jesucristo hombre.” (1 Timoteo 2:5).
6. La Asunción de
la María
La
última fase en la exaltación de María es la doctrina de la asunción del cuerpo
de María, sin haber visto la corrupción, la cual es una opinión pía aceptada extensamente
en la Iglesia Católica. Aunque no ha
sido levantada hasta la dignidad de un dogma, una fiesta anual se celebra en
honor de la asunción.
Buenaventura
aceptó esa doctrina que se originó en el siglo cuarto o quinto. Tomás Aquino la propagó, pero dijo que la
Iglesia lo toleraba. Benedicto XIV pronunció la asunción de María ser una
opinión pía y probable. León XIII no
dejó duda de que la aceptó, hablando de la “Virgen María arrebatada en los
cielos.” En la ausencia de prueba bíblica, se presenta el argumento común de
que “el cuerpo de la madre de Cristo y la esposa del Espíritu Santo no pudo
permitirse ser presa de la vil corrupción.” Lo que Lutero dijo del papado, ha de ser dicho
de la llamada asunción de María: Las Escritura no saben nada de ella.
- - -
La Virgen
María, según la presentación romana, es una ficción eclesiástica que ha crecido
con los siglos hasta ser hecha un dogma de la Iglesia Católica por la declaración
arbitraria de Pío IX, de que ella nació sin pecado y vivió así. La virtud casi
omnipotente de ella es calculada para obscurecer la obra de expiación de Cristo
y la suficiencia plena de su intercesión a la diestra de Dios. Los pecadores no necesitan a María para
alcanzar a Dios porque “abogado tenemos para con el Padre a Jesucristo el justo”
(1 Juan 2:1). En la imaginación y
entendimiento popular de la gente de países bajo sujeción papal, María ocupa
virtualmente el lugar de una diosa, y el resultado natural parece ser inevitablemente
que, por la clemencia graciosa asociada con la mujer y la maternidad, serían
perdonados los hábitos malos que son
condenados por las enseñanzas de Cristo. La maravilla
es que sean hechas peticiones a otro mientras Cristo dice, “Venid a mí todos
los que estáis trabajadlos y cargados, que yo os haré descansar.” (Mateo
11:28).
LA ENSEÑANZA DE LA
IGLESIA CATÓLICA, Y LA DE LA BIBLIA
Para
hacer un contraste claro entre la verdad y el error, citaremos del libro, “Las
Glorias de María”, por Alfonso de Ligorio, uno de los escritores más grandes de
la Iglesia Católica. Este libro es
aprobado por el Cardenal Gibbons, Arzobispo que fuera de Baltimore, Md., EE.UU.
Inmediatamente en seguida de una cita de
dicho libro se encontrará un pasaje de la palabra de Dios. La Iglesia Católica
mantiene que no amonesta que sea leída la Biblia por la gente común para que no
se abuse de ella. El lector puede juzgar
quién ha abusado de la Biblia, los miembros de la Iglesia Católica, o sus
doctores y líderes espirituales. Considérense las citas siguientes:
“Y
ella es hecha verdaderamente una mediadora entre los pecadores y Dios.” “Los
pecadores reciben perdón por María sola.”
(Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Porque
hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.”
(1 Timoteo 2:5).
“María
es nuestra vida.” “María, al obtener esta gracia para los pecadores por su intercesión,
así los restaura a la vida.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Por
lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios,
viviendo siempre para interceder por ellos.” (Hebreos 7:25).
“Se
cae y se pierde él que no tiene recurso a María.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Jesús
le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino
por mí.” (Juan 14:6).
1. Es honrada más María que Cristo mismo
“Seremos
atendidos más rápidamente … si
recurrimos a María e invocamos su santo nombre, que si invocáramos el nombre de
Jesús nuestro Salvador.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“En el
nombre de Jesucristo … No hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres,
en que podamos ser salvos.” (Hechos 3:6; 4:12) “Sobre … todo nombre.” (Efesios
1:21).
“-La
santa iglesia manda que haya una adoración peculiar a María.” (Las Glorias de
María)
Respuesta bíblica:
“El
Padre tales adoradores busca que le adoran.” (Juan 4:23).
“Muchas
cosas … son pedidas de Dios y no son dadas; de María son pedidas y deben ser
dadas” porque “ella … es aun la Reina del Infierno, y la Soberana de los
demonios.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Teniendo
un gran Pontífice, Jesús el hijo de Dios … lleguémonos pues confiadamente al
trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno
socorro.” (Hebreos 4:14-16).
2.
María es la puerta a los cielos en lugar de Jesucristo
“María
es llamada la puerta de los cielos porque nadie puede entrar en ese Reino
bendito sin pasar por ella.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Yo
soy la puerta,” dice Cristo; “el que por mi entrare, será salvo.” (Juan 10:9).
“La
vía de salvación no es abierta a nadie sino por María. Nuestra salvación está
en las manos de María … él que es protegido por María será salvo; él que no lo
es, será perdido.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Yo
soy el camino... nadie viene al Padre, sino por mí.” “Y en ningún otro hay salud.”
“Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
(Juan 14:6; Hechos 4:12; Lucas 19:10).
3. A María ha sido dada la potestad que pertenece
sólo a Cristo
“Toda
potestad Te es dada en los cielos y en la tierra,” de manera que “mandados por
María, todos obedecen, aun Dios … y así que … Dios ha puesto la iglesia completa
… bajo el dominio de María.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Jesús
les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” “Para
que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla.” “Para que en todo tenga el
primado.” (Mateo 28:18; Filipenses 2:10; Colosenses 1:18).
“Oh la
misericordia maravillosa de nuestro Dios que … nos ha dado a su propia madre …
para ser nuestra abogada.” Y ella “es también la abogada de toda la raza humana
… porque ella puede hacer lo que le guste con Dios.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Hijitos
míos estas cosas os escribo, para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo; Y él es la propiciación
por nuestros pecados: y no solamente por los nuestros, sino también por los de
todo el mundo. “ (1 Juan 2:1,2).
4. María es la pacificadora, en
lugar de Cristo
“María
es la pacificadora entre los pecadores y Dios.” María dice, “He sido elegida
por el Señor para ser la pacificadora, entre los pecadores y Dios.” (Las
Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Porque
él (Jesús) es nuestra paz”… “haciendo
paz.” “Y por él reconciliar todas las cosas a sí, pacificando por la sangre de
su cruz.” (Efesios 2:14,15; Colosenses 1:20).
“A
menudo recibimos más pronto lo que pedimos por invocar el nombre de Maria, que
por invocar el nombre de Jesús,” porque “ella es nuestra Esperanza, nuestro
Consejo nuestro Refugio, nuestro Socorro.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Hasta
ahora nada habéis pedido en mi nombre: pedid, y recibiréis.” “Y esta es la
confianza que tenemos en él, que si demandáremos alguna cosa conforme a su
voluntad, él nos oye” (Juan 16:24; 1 Juan 5:14).
5. A
María es dado el honor que sólo pertenece a Cristo
“María
… es ese trono de gracia al cual el apóstol Pablo, en su epístola a los Hebreos,
nos exhorta volar con confianza.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Por
tanto, teniendo un gran Pontífice, que penetró los cielos, Jesús el hijo de
Dios … lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4: 14-16). Si la frase, “Jesús el hijo de Dios,”
significa la virgen, María, entonces las palabras no sirven para nada.
“La
Trinidad entera, 0h María, te dio un nombre … sobre todo nombre, que en tu
nombre se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los en la
tierra, y de los que debajo de la tierra.” (Las Glorias de María)
Respuesta bíblica:
“Por lo
cual Dios también le ensalzó a lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo
nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra.”
(Filipenses 2:9,10). Otra vez podemos
ver cómo Alfonso de Ligorio torció las Escrituras para propagar sus falsas
doctrinas de la virgen María. Pablo dice distintamente que en el nombre de
Jesús se dobla toda rodilla. Dice Alfonso que en el nombre de María ha de ser
hecho. ¿A quien aceptamos? ¿al apóstol inspirado de Dios, o al hombre que torció
las Escrituras “para perdición de sí mismo?” (2 Pedro 3:16).
PUNTOS SUMARIOS
Desde
la página primera de las Escrituras, hasta la última, de Génesis hasta Apocalipsis,
se nos enseña que sólo Dios es el objeto de nuestra adoración, y que Jesús es
el único mediador. Escrito está: “Al Señor
tu Dios adorarás y a él solo servirás” (Mateo 4:10).
Los
ángeles administraban a Jesús (ver. 11), pero él nunca pidió ayuda de ellos.
Siempre sus oraciones fueron dirigidas al Padre. Nos ha enseñado a decir, “Padre nuestro que
estás en los cielos” (Mateo 6:9). Dice
Cristo, “Y cuando oras … ora a tu Padre” (ver. 6). La oración de Esteban al ser muerto, no fue
dirigida a María como si ella tuviera “en sus manos nuestra salvación,” sino
que hizo petición al Señor Jesús, diciendo, “Señor Jesús, recibe mi espíritu”
(Hechos 7:59). Cuando Juan se inclinó a adorar a un ángel, se le mandó adorar solamente
a Dios. Dijo el ángel: “Adora a Dios” (Apocalipsis 19:10; 22:9).
La
adoración de María es una doctrina completamente falsa. Si María puede oír y
contestar las peticiones de sus adoradores por todas partes de] mundo, entonces
ella posee los atributos de Dios: la omnipotencia, la omnisciencia, y la omnipresencia
divinas. Así se atribuye a la criatura las características del Creador, y como consecuencia,
no hay diferencia entre el Creador y la criatura. ¡Qué blasfemia! “Los cuales
mudaron la verdad de Dios en mentira, honrando y sirviendo a las criaturas
antes que al Criador” (Romanos 1:25).
Querido
lector, Jesús te ama. El sólo ha
derramado su sangre por ti para que tengas remisión de los pecados. Por él, y
por ningún otro, puedes ser salvo. No te engañes; Dios no puede ser burlado
(Gálatas 6:7). No permitas que las
invenciones de hombres supersticiosos y astutos te roben la vida eterna,
prometida en Cristo, quien es “la Vida” (Juan 14:6).