¿Cómo obra el Espíritu Santo en el corazón de los hombres?



Por Josué I. Hernández


¿Qué dice la Biblia respecto a la obra del Espíritu Santo y a la obra de las Sagradas Escrituras (Jn. 6:63)? ¿Son dos obras distintas y separadas o son la misma obra? Y si son separadas, ¿son simultáneas?   En este estudio veremos que el Espíritu Santo obra, trabaja, actúa, por medio de su palabra revelada.

La creencia en “la iluminación del Espíritu Santo” para comprender el texto de la Biblia es muy popular en el mundo denominacional.  Incluso esta creencia ha ido permeando como levadura a más de algún cristiano mal informado que separa la acción del Espíritu Santo como una obra aparte de la palabra revelada de manera escrita (la Biblia).  

Tal separación es desconocida en las Escrituras y totalmente perjudicial.  Con semejante separación, entre la obra del Espíritu Santo y la obra de las Sagradas Escrituras, se subestima la utilidad de la Biblia (2 Tim. 3:16-17), dejando de lado la lectura objetiva de las Escrituras (Ef. 3:4; 5:17) para dar lugar a toda suerte de interpretaciones subjetivas y experiencias engañosas.


La obra del Espíritu Santo no es directa en el corazón de los hombres sino por medio de las Sagradas Escrituras.  Así es como Él actúa en el corazón de los hombres.

¿Quién?

El Espíritu Santo

¿A través de qué?

La revelación escrita – La palabra de Dios

Fruto de fe (Gal. 5:22)

Produce fe en los corazones por medio de la palabra (Rom. 10:17)

Nuevo nacimiento (Jn. 3:3-8)

Hace volver a nacer por medio de la palabra (1 Ped. 1:23; Stgo. 1:18; 1 Cor. 4:15)

Convence (Jn. 16:8)

Convence por medio de la palabra (Tit. 1:9)

Lava (1 Cor. 6:11)

Lava por medio de la palabra (Ef. 5:26; Jn. 15:3)

Vivifica (Rom. 8:11; 2 Cor. 3:6)

Vivifica por medio de la palabra (Sal. 119:93; Jn. 6:63)

Renueva para salvación (Tit. 3:5)

Salva por medio de la palabra (Stgo. 1:21)

Liberta (Rom. 8:2, 14-15)

Liberta por medio de la palabra (Jn. 8:32)

Guía, dirige (Rom. 8:14)

Dirige y guía por medio de la palabra (Sal. 119:105)

Santifica (Rom. 15:16)

Santifica por medio de la palabra (Jn. 17:17)

Testifica (1 Jn. 5:6; Heb. 10:15)

Testifica a través de la palabra (Jn. 5:39; Heb. 10:16-17)

Andar en el Espíritu (Gal. 5:25)

Andar en el Espíritu por medio de la palabra (2 Jn. 1:6)

Edifica (Ef. 2:22)

Edifica por medio de la palabra (Hech. 20:32)

Fortalece (Ef. 3:16)

Fortalece por medio de la palabra (1 Jn. 2:14)

Fortalece, consuela y conforta (Hech. 9:31)

Conforta y consuela por medio de la palabra (Hech. 15:31; Sal. 119:76)

Nos reconcilia con Dios (Ef. 2:18)

Nos reconcilia con Dios por medio de la palabra (2 Cor. 5:19)


El ser “llenos del Espíritu” (Ef. 5:18) depende de la voluntad del cristiano que deja morar en él la palabra de Cristo (Col. 3:16).  El Espíritu Santo actúa por medio, o a través, de su palabra revelada, la cual es su espada (Ef. 6:17).  Entonces, la verdad revelada es el instrumento del Espíritu Santo por el cual él hace su trabajo de confirmación, maduración y transformación del hombre consagrado a Dios.

El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63).   El Espíritu proporciona vida a nuestra alma por medio de la fe en Cristo, y ésta fe la produce por medio de la palabra del evangelio (Rom. 10:17).   

Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad” (2 Tes. 2:13).   

La santificación, es la condición de ser hecho santo, es el estado de santidad.  En la salvación, la santificación es la parte de Dios.  La parte del hombre, es “la fe en la verdad” (cf. 2 Cor. 3:17-18).

Debemos creer con todo el corazón en la fuerza y vitalidad inherente de la palabra de Cristo (la Palabra de Dios), porque (1) produce fe, Rom. 10:17; (2) nos hace sabios para la salvación (2 Tim. 3:14, 15); (3) efectúa el nuevo nacimiento (1 Ped. 1:23-25); (4) purifica nuestras almas (1 Ped. 1:22); (5) santifica nuestras almas (Jn. 17:17); (6) nos hace libres (Jn. 8:32); y (7) nos da la herencia celestial (Hech. 20:32)(W. Partain, Notas sobre Juan).